El pasado domingo 15 de septiembre, se abrió el Primer Período de Sesiones del Segundo año Legislativo de la LXXIV Legislatura del estado de Michoacán de Ocampo. Con ese motivo, se celebró una Sesión Solemne y en ella, al igual que otros diputados en representación de sus partidos respectivos, hice uso de la palabra. En esta ocasión, creyendo que mi pronunciamiento -espero no equivocarme- puede ser de interés para algunos de mis lectores, me permito reproducirlo:
Con su permiso Señor presidente de la Mesa Directiva del Congreso del estado, Diputado Antonio Madriz Estrada.
Ingeniero Silvano Aureoles Conejo, Gobernador del estado.
Magistrado Héctor Octavio Morales, presidente del Supremo Tribunal de Justicia del estado.
Señores Magistrados
Compañeros Diputados y Diputadas
Señores y señoras representantes de los medios de comunicación que realizan su faena diaria con nosotros en el Congreso del estado
Amable público que nos hace favor de acompañarnos el día de hoy.
El segundo período de sesiones de esta Septuagésima cuarta Legislatura se inicia en un panorama nacional difícil e incierto. Las diputadas y los diputados trabajaremos en un ambiente complicado. México tiene muchos y graves problemas.
La nueva administración federal que pronto cumplirá ya su primer año, erróneamente, escogió un mal grande en el país como si fuera el generador de todos los problemas: la corrupción. El hartazgo de la población fortaleció la idea de que se había encontrado el mal de todos los males.
Pero el diagnóstico fue, y es, absolutamente equivocado. Un mal mayor, enormemente mayor y más devastador, corroía y corroe, divide y destruye a la inmensa mayoría de los mexicanos: la injusta distribución de la riqueza. Unos cuantos mexicanos concentran la riqueza de la que carecen casi 100 millones de compatriotas. La pobreza es el temible cáncer social que no sólo rebasa con mucho otros males, sino que los condiciona y explica. "La pobreza -escribió Francois Villon- triste y doliente, malhumorada y rebelde, siempre tiene una palabra punzante: si no se atreve, la piensa".
El hombre y la mujer, sin recursos económicos para subsistir dignamente, sin educación, sin salud, débiles, vulnerables en extremo y sin organización política para defenderse, no son capaces de analizar correctamente la corrupción, menos aún pueden combatirla y acabar con ella. No pueden ni con la corrupción pública ni con la corrupción privada. Por eso tienen que confiar en que la corrupción se combata y se acabe con medidas "desde arriba", desde las esferas donde se hallan los que han hecho profesión de la administración del Estado y de la economía del país. La corrupción es consecuencia de la pobreza y de la desorganización social, no su causa.
Acorde con el diagnóstico errado, a casi un año de la administración federal, se han tomado medidas, para, supuestamente, combatir la corrupción, medidas que, en los hechos, han cambiado el plan inicial y lo han transformado en una severa austeridad. Al 30 de junio pasado, el Gobierno federal había cancelado 7 mil 991 plazas y esa cantidad sólo representa un avance del 38 por ciento respecto de lo proyectado dentro del plan de la llamada austeridad republicana.
Se cancelaron por decisión autoritaria los programas que paliaban un poco la vida dura de los más humildes del país: ya no hay Prospera, ya no hay Estancias infantiles, ya no hay Comedores comunitarios ni Seguro Popular. Se desapareció el Ramo 23 mediante el cual se llevaba infraestructura básica a pueblos y colonias. Ya no hay obras de agua potable, drenaje, pavimento, escuelas y clínicas. El problema es tan grave y delicado que hasta los presidentes municipales del Partido en el gobierno federal protestan porque carecen de recursos para la obra pública básica.
Y para tranquilizar a la población y hasta conquistar adeptos, se han reciclado, reciclado mal, los viejos programas de Transferencias Monetarias Directas que han costado miles de millones de pesos y no han acabado con la pobreza. Con mítines y discursos se regresa el dinero que se le cobra al pueblo mediante los impuestos. Es la nueva demagogia.
Todos somos testigos -además- de las expresiones denigrantes en contra del poder judicial y de la política atentatoria de la división de poderes. Padecemos la promulgación de leyes que limitan las libertades ciudadanas conquistadas con sacrificio: la conocida como ley Garrote de Tabasco, un ensayo nacional, que ataca el derecho a la libertad de expresión y el derecho a reunirse pacíficamente y protestar por actos de la autoridad. Se promulgó la ley de Extinción de Dominio que es la pérdida del derecho a la propiedad sin indemnización y atenta gravemente contra la presunción de inocencia,.
En ese contexto de atropello autoritario a los derechos ciudadanos, señalo aquí el día de hoy que el presidente de la república, el hombre más bien informado del país, alterando con sorna su nombre, ha acusado al Movimiento Antorchista Nacional, más de 100 veces, de haber sido intermediario de programas de Transferencia Monetaria Directa y haberse quedado con parte de ellos, ha hecho un auténtico juicio sumario, pero, nunca, en ninguna ocasión, ha sido capaz de precisar fecha y sitio en el que la supuesta intermediación y atraco, tuvieron lugar. Rechazo, por tanto, una vez más esas imputaciones calumniosas.
Señoras y señores:
La inversión del Gobierno federal en infraestructura está rigurosa e implacablemente disminuida. No funciona como motor de la economía. En los primeros cinco meses del año, la inversión pública en obra registró una caída del 16.4 por ciento real con relación al mismo periodo de 2018. El estado de Michoacán es una de las víctimas de la reducción presupuestal, a partir del mes de julio pasado se le recortaron 465 MDP de las participaciones federales.
En el noveno mes del año, el crecimiento económico del Producto Interno Bruto es igual a cero. A todo ello, hay que agregar la cancelación autoritaria de proyectos de largo alcance, como la Zona Económica Especial de Lázaro Cárdenas, las políticas contrarias al gobierno laico que es una conquista que también ha costado sangre del pueblo y las amenazas contra la existencia del ejército nacional.
Panorama muy difícil para los mexicanos.
¿Qué proponemos?
Uno. Se necesita que crezca la inversión para que crezca la economía y se fortalezcan los contribuyentes. Ello puede permitir un cambio importante en la política fiscal que propicie un Estado con recursos suficientes. México recauda -según el Instituto Belisario Domínguez del Senado de la república- el 13.6 por ciento del Producto Interno Bruto, la Organización para el Crecimiento y el Desarrollo Económico, a la cual pertenece nuestro país, recauda en promedio 32.7 por ciento. México es el país que tiene la tasa recaudatoria más baja de la OCDE. Ahora se encomia al Estado pobre pero ¿cómo va a apoyar, a resolver los problemas de los más necesitados un Estado pobre? Un Estado fuerte puede y debe promover el desarrollo.
Dos. Se necesita empleo para todos los que no lo tienen. En Michoacán, siete de cada diez personas en edad de trabajar están en el empleo informal, dos millones de mexicanos de origen michoacano están en Estados Unidos y Michoacán es el campeón nacional en envío de remesas.
Tres. Se necesita un salario digno como lo establece la Constitución. Más de 51 por ciento de los trabajadores gana entre uno y dos salarios mínimos, lo que equivale a unos nueve dólares por día, que es lo que cobra un trabajador en Estados Unidos por cada hora que trabaja.
Y Cuatro. Se necesita, es urgente, la obra pública básica, el agua potable, el drenaje, el pavimento, la salud y la educación para todos los mexicanos.
Nada de eso contiene la llamada Cuarta Transformación. Todo lo contrario, el régimen se encamina a ser un régimen autoritario. Las que el régimen considera las tres transformaciones anteriores, no han cambiado el modo de producción y, por tanto, le han quedado a deber mucho al pueblo más vulnerable de México. El pueblo pobre clama por una verdadera transformación: la primera y definitiva. Por su atención y paciencia, muchas gracias.
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