En este México moderno, toda persona que habite en una población arriba de los 2 mil 500 habitantes, ya es considerado que vive en una ciudad. Así en las cabeceras municipales de Campeche, deseo referirme al Municipio de Hopelchén que representa en extensión territorial en todo el estado de 13.1 por ciento, cuenta con 170 localidades, pero solo tres alcanzan la población de arriba de 2 mil 500 habitantes para tener la categoría de zona urbana, Hopelchén 8 mil 48, Bolonchén 4 mil 234, y Vicente Guerrero (Iturbide) 3 mil 570. En todo el municipio se considera que el 70.9 por ciento es población indígena maya.
Pues este desarrollo poblacional de estas localidades, pareciera que, en lugar de beneficiarlos, algunos habitantes consideran que les afecta. Según los censos que se realizan por parte del INEGI, los catalogan con una vida mejor que las comunidades pequeñas, y esto les impide acceder a algunos apoyos como despensas o el apoyo de la leche Liconsa, que en los pueblos y rancherías se les ofrece. La vida de la ciudad, siempre será condicionada por cuánto dinero tienes. Ya que ser miembro de una ciudad, los terrenos en donde se vive, son terrenos planeados de entre 200 y 300 metros cuadrados, y ahí comúnmente la familia se va desarrollando y empiezan a subdividir el pedacito de vivienda urbana para darle vivienda a sus hijos o nietos que van formando sus nuevas familias, por lo que tener árboles frutales o algún tipo de hortalizas luego resulta más difícil.
Vivir en la ciudad es condenarse a comprar y comprar todo lo que necesitas. De tal manera que, si los ingresos de las familias urbanas son muy limitadas, estarán condenadas a limitarse exclusivamente a lo más elemental. En México tenemos una inflación terrible para millones de mexicanos que solo viven de su salario semanal o quincenal. Sumando a esto, muchísimas familias carecen de empleo seguro, por lo que se dedican al comercio informal, dicho de forma elegante, son autoempleados …porque decir que son desempleados, afecta las estadísticas de este gobierno.
Pues así, las familias que son de la zona urbana. El alto costo de las cosas, hacen que en los hogares ya sea muy raro llevar una fruta, ya que se sale del presupuesto familiar. Los niños ansían comer cosas más diversas…pero las amas de casa, estiran el gasto semanal lo más que pueden, conformándose con tener lo elemental en la mesa. En el Municipio de Hopelchén, la verdura tiene un precio elevadísimo, la semana pasada, el kilo de tomate se vendió en 55 pesos, la cebolla en 60, la fruta no se diga. El costo de una pieza de piña es de 50 pesos, comparada con los precios en Villahermosa que es de 10 pesos…. en fin. los precios suben constantemente y el ingreso por cada familia no alcanza.
Oír hablar al presidente de la republica Andrés Manuel López Obrador, de que las cosas ya cambiaron, de que todo va mejorando, es una necedad y causa coraje en muchas personas que tienen una realidad diferente a lo que escuchan. Por donde quiera la gente platica, comenta, concluye que lo que se dice no es verdad. Sube el precio de todas las cosas y al mercado no le importa que una parte muy considerable de la población no tiene ni siquiera un empleo seguro, con la inflación galopante sin parar, todo eso no alcanza no solo para comer, sino el salario debe de ser para el transporte, la vivienda, la educación, los servicios médicos, vestir, calzado, etc.
Así la realidad no solo de Hopelchén en su cabecera municipal, sino en todos lados en el estado de Campeche. Y como todo, por lo retirado que estamos de la zona productiva del país, la vida es más difícil.
Cuando tengamos un gobierno que realmente vea la situación de todo el pueblo entonces las cosas pueden cambiar. El pueblo necesita trabajo seguro y bien pagado, basta de llamarles autoempleados, a aquellas personas que no se dejaran morir de hambre y de manera desesperada ven como llevar algunos pesos a su casa. Necesitamos que el gobierno sea verdadero generador de empleos. No nos conformemos con los dichosos apoyos directos, porque nos dan con la mano izquierda y nos lo quitan con la derecha. Organicemos al pueblo, hagamos conciencia de lo que realmente le conviene y no nos dejemos marear por unas migajas que ponen en la mesa.
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