Las casas de interés social proliferan cada día más en nuestro país; primeramente, porque, a decir del gobierno, son una opción de vivienda "digna" para los que carecen de ella. Sin embargo, es una completa burla para la gente porque aquellos que consiguen un crédito para una casa de ese tipo, lo que realmente obtienen es una vivienda diminuta, lejos de sus trabajos, con servicios deficientes, con alto índice delictivo y, para acabar, una deuda de 20 años. Todo con tal de tener una casa propia.
Pero cinco millones de estas casas, que fueron obtenidas a través del INFONAVIT, están en completo abandono, aunque con esa cantidad de casas deshabitadas se podría proveer un hogar a cada habitante de Chiapas o al total de la población de países como Noruega, Costa Rica o Irlanda.
¿Por qué quedan en abandono esas diminutas viviendas? En muchos casos porque los dueños suelen quedarse sin empleo y, por lo tanto, no pueden seguir abonando para pagar su casa, aunque al INFONAVIT esto no les preocupa porque siguen cobrándole al dueño y con intereses, pese a que tengan malos servicios, la delincuencia esté desatada y que poco a poco esas unidades habitacionales se vayan despoblando: el resultado es que el 50 por ciento de las personas que obtienen sus viviendas de interés social terminando abandonándola.
Y es que vivir en esas diminutas viviendas no es nada sencillo, porque 55 metros cuadrados para una familia de entre cuatro y cinco integrantes es insuficiente, es como jugar a la "casita" pues solo tienen dos pequeñas recamaras, un baño, un espacio para sala-comedor pegado a la cocina y un "patio" de un metro2.
En realidad, es vivir en total hacinamiento, con poca privacidad, compartiendo con el vecino hasta las paredes. Esas viviendas estás construidas con materiales de poca calidad a fin de asegurar que la inmobiliaria gaste menos, los techos se desgastan y la lluvia comienza a tener filtraciones, el drenaje se tapa y la suciedad ingresa a las viviendas.
No tienen parques en buenas condiciones para que la gente acuda a realizar actividades deportivas o de recreación; por el contrario, suelen ser lugares que se convierten en un foco delictivo. Son viviendas poco dignas y habitables que han proliferado por el país y que muchísimas quedan en el abandono, después son rematadas para que otra persona pueda caer de nuevo en la trampa de obtener un patrimonio.
Una de las cosas que debería atacar el presidente de la República, si es que realmente quiere ayudar a los pobres, en lugar de enfrentar la corrupción como un mal principal de la sociedad, es generar más empleos, mejores salarios, crear una política fiscal progresiva e invertir en obras y servicios y, al mismo tiempo, atacar el problema de la vivienda, porque la gente necesita asegurar un lugar donde vivir, pero un lugar que les garantice obras y servicios y espacios recreativos para que las familias puedan vivir sanamente.
Asegurar una vivienda a los pobres debería ser una ocupación de López Obrador y no andar dando tarjetas inservibles, tarjetas en las que no está abonado el supuesto apoyo. Los mexicanos deberíamos dejar de conformarnos con limosnas y salir a las calles a luchar, a exigir mejores condiciones de vida porque es lo que necesitamos y es lo que merecemos.
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