José Martí escribió una vez un poema llamado "Los zapaticos de rosa&rdquo, en el que describe un bello ejemplo de desprendimiento personal que lleva a cabo la niña Pilar: sus zapatitos, recién adquiridos por su mamá, se los regala a otra niña muy pobre y enferma que carecía de ellos. Era necesaria una sensibilidad enorme para comprender el dolor ajeno y Pilar no duda en entregarlos. La madre de la enferma tuvo también la honestidad, la sensibilidad y la capacidad de comprensión para entender la inocencia infantil y acude con los zapatitos a devolver llegando en el momento en que la madre de Pilar comienza a reprenderla por ir descalza. Al saber de boca de la madre de la enfermita del gesto de Pilar, su madre tuvo también la sensibilidad para conmoverse con el acto moral de su hija y no sólo la apoya sino que decide compartirle más cosas a la infanta enferma que alivien su dolor. Al final, una mariposa le platica a Martí dónde quedaron los zapatitos. Este incomparable ejemplo universal de humanismo, de altos y nobles sentimientos, es imperecedero y deberá ser un faro literario que guíe la conducta de nuestra niñez, de la juventud y de toda persona honesta e incapaz de tolerar las injusticias de este mundo. Lamentablemente, Pilar y las dos madres son heroínas casi absolutamente desconocidas por nuestro pueblo, por nuestras niñas y madres, por nuestros niños y jóvenes, en cuyo lugar, con muy raras excepciones, se les pone como ideales de heroísmo a artistas de engañosa calidad moral, inflados artificialmente por los medios, y que terminan depravados, sumidos en las drogas y la violencia, o a personajes inventados de series de televisión e internet cuyo máximo valor ético es, por lo general, la mayor posesión de mercancías o la comisión de la más grande insensatez posible -destruyendo con ello la sensibilidad del tierno auditorio constituido por millones de niños y jóvenes, que aprenden a más reír y celebrar cuanto más irracional es el programa televisivo, la película o el internet-. La sensibilidad se cultiva, es un producto social, su ausencia justifica los más horrendos crímenes, su ausencia es inhumana. Los zapaticos color de rosa de Pilar, destinados a aliviar la pobreza, representan un acto supremo de justicia social. Para Pilar, sus zapatitos no son una mercancía acumulable, sino un bien para aliviar un mal y para remediar una injusticia. Los zapaticos trascienden hasta los cimientos mismos de las más profundas reformas sociales y calzan las ideologías más progresistas. En su base y en la lucha de las organizaciones revolucionarias honestas y verdaderas se encuentra la misma sensibilidad de nuestras heroínas. Pilar jamás entendió sus zapatitos como una mercancía electoral para obtener votos a cambio; no podría, claro, su moral no le permitiría exigir nada a cambio.
Pensé en esto al enterarme por la prensa de la grosería cometida por la edil Sara Valle Dessens, de Guaymas, Sonora, al regalar seis palas y seis cubetas con el lema de su administración y los colores de Morena, a las madres buscadoras de sus hijos, para escarbar en busca de sus despojos en tumbas clandestinas (de las que están llenos México y Sonora), y tomarse la foto para promover la "gran contribución” de la alcaldesa a la "erradicación” de la violencia contra las mujeres. La grotesca acción de la presidenta morenista quedaría en el olvido de no ser porque sirve de ejemplo de la degradación de la clase gobernante, por lo menos de su sector más envilecido: Morena. Debió haber sido grande la cantidad pagada para propagandear su boletín, dado el énfasis publicitario con que se manejó, comparada con lo que gastó en las palas: nada; pero la foto fue bien difundida. Se requiere una gran insensibilidad para aprovecharse así del dolor humano, de la pobreza y de la necesidad con la clara intención de traficar pérfidamente, llevar agua a su molino electorero. Su ayuntamiento, y la mayoría de los ayuntamientos del país no hacen lo que les corresponde en materia de seguridad, pero quieren engañarnos con unas cuantas palas y cubetas de lámina galvanizada de 150 pesos cada una. Es claro que las palas no resolverán ningún problema de inseguridad y que Sara Valle no convocó al pueblo guaymense a luchar por mayor presupuesto para mejorar sus condiciones de vida: se sometió a los dictados de la 4T, a los recortes criminales que no permitirán que el año entrante haya construcción de obras y más y mejores servicios municipales en el puerto. Las palas morenistas de Guaymas equivalen a las tarjetitas bancarias con unos cuantos pesos al mes que el presidente está regalando a diestra y siniestra. No resuelven nada, pero sí encandilan a los más desesperados.
También recordé el ejemplo de sensibilidad de Xayra, personaje principal de la obra de teatro de Voltaire, Xayra o la fe triunfante del amor y cetro, bella mujer que, siendo musulmana, protege a cristianos en desgracia en tierras dominadas por árabes, y está dispuesta a enfrentar todas las consecuencias por actuar conforme a sus principios morales. Rodeada de fanatismo e intolerancia, tanto de unos como de otros, ella es lo suficientemente sensible para comprender las mejores virtudes de ambos. La tragedia la envuelve con su manto fatídico, pero Voltaire nos hereda a través de ella un bello canto a la nobleza de corazón, la generosidad, la compasión, la beneficencia, cualidades todas dignas de seres humanos superiores. Siendo la preferida del Sultán, ella también es muy poderosa, pero es incapaz de abusar o de comerciar con sus acciones, mucho menos de humillar a nadie o usarlo deslealmente.
Antorcha lucha por sensibilizar a nuestro pueblo desde siempre; es el intento mejor estructurado para involucrarlo en la creación y recreación de arte en todas sus manifestaciones. Esta ocasión, por la pandemia no podremos reunir a cientos de artistas del pueblo en San Luis Potosí para representar decenas de obras teatrales, pero no cejaremos en nuestro intento de educar para hacer a los antorchistas y a nuestros amigos más capaces de conmoverse con la tragedia y el dolor ajenos, justo como hoy no lo hace Morena con Tabasco. En su lugar haremos una Muestra Nacional de Teatro virtual los días 4, 5 y 6 de diciembre, a través de nuestras redes sociales. Ciertamente no será lo mismo, pero al menos por este moderno medio daremos la lucha también con la esperanza de sembrar una semilla de delicadeza espiritual en usted o en quien nos regale un poco de su tiempo, virtud que tanta falta nos hace para rechazar con energía tanta perfidia política.
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