El domingo 23 de marzo de 2025, se llevaría a cabo el III Aniversario de la fundación de la colonia Caudillo del Sur, en el municipio de Emiliano Zapata, Morelos. Se invitó a importantes personalidades, pero sobre todo con los colonos antorchistas, quienes refrendarán su compromiso con la organización de los pobres de México.
Una conferencia expuesta por el arquitecto Miguel Bautista Hernández, líder de los antorchistas en el municipio de Ecatepec, Estado de México. ¿Por qué es tan importante esta asamblea popular? ¿Qué beneficios trae consigo para la clase trabajadora en general los festejos de aniversario de cada colonia organizada?
La desigualdad social y su compañera siamesa, la pobreza, generan que el individualismo penetre en el pensamiento y no sólo sea una forma de pensar, sino una forma de vivir la vida de todos los individuos.
La importancia radica en que, desde tiempos inmemoriales, la unidad y la organización de los pueblos han girado en torno a la defensa de sus legítimos intereses. Los hombres, en su lucha por la supervivencia humana, siempre han buscado organizarse y defenderse de quienes pretenden exterminarlos. Así, por ejemplo, en la época primitiva, los hombres se unieron y lucharon contra la naturaleza y, después, contra los mismos hombres; los antiguos primitivos tenían que funcionar de forma colectiva, es decir, en grupos, para poder cazar, recolectar frutos y defenderse de las fieras.
Un sólo hombre no podía combatir a un dientes de sable o a un depredador, pero los grupos organizados con sus lanzas y, posteriormente, sus flechas, lograban cazar grandes animales, mamíferos, reptiles, aves, etcétera.
Con la aparición de las clases sociales en un determinado momento de la historia de la humanidad, los hombres no sólo luchaban contra las fuerzas naturales, sino contra aquellas clases sociales que se propusieron someterles.
De esta manera, los esclavos se rebelaron y lucharon contra los señores esclavistas, los campesinos siervos se unieron y lucharon contra los señores feudales y, finalmente, en el capitalismo, los obreros se rebelan diariamente de diferentes formas y luchan y se defienden contra sus patronos. La organización y la lucha se encuentran en la base del desarrollo de la humanidad.
Ahora bien, si los hombres han demostrado que su historia ha sido la “historia de una lucha de clases” y que esta historia ha generado el progreso de los pueblos y, por ende, de toda la humanidad, ¿por qué ahora es muy difícil ver a los pueblos todos organizados en torno a la lucha y la defensa de sus intereses comunes? ¡¿Por qué en pleno siglo XXI seguimos cambiando oro por cuentas de vidrio o dicho en otros términos?! ¿Por qué vendemos nuestra conciencia a costa de la mentira de los poderosos y de los demagogos?
Solo diré que, por una parte, porque la filosofía promovida en esta sociedad (entiéndase filosofía como una forma de pensamiento o reflexión) es netamente individualista. Te dicen:
• “Lo importante es el individuo y no la sociedad”.
• “Ráscate por tus propias uñas y deja que los demás se rasquen con las suyas”.
• “Piensa sólo en ti y no en los demás”.
• “Estudia para que algún día seas alguien, deja que los otros hagan lo que ellos quieran”.
• “Trabaja para ti y no para los demás”.
• “Preocúpate por tu familia, no por las otras familias”, etcétera.
Esta “filosofía” es inculcada por todos los medios, desde que nacemos, crecemos y somos adultos. La filosofía dominante es la de la clase dominante.
Por otra parte, la desigualdad social y su compañera siamesa, la pobreza, generan que el individualismo penetre en el pensamiento y no solo sea una forma de pensar, sino una forma de vivir la vida de todos los individuos. De esta manera, las frases de unión, fraternidad, lucha, organización, colectivos, etcétera, “no son más que retórica”, dicen, “discurso de hombres que están en la política o que tienen intereses políticos”.
Es por ello que pretender unir a las personas es una de las tareas más complicadas para los organizadores y educadores revolucionarios, por dos razones principalmente:
1. El carácter objetivo de la situación económica de la gente, la falta de tiempo para estudiar, para leer, para instruirse, los convierte en presa fácil de manipuladores y vividores.
2. La ignorancia de los pueblos los lleva a ser esclavos de quienes sí tienen el saber en sus manos, pero sobre todo el poder económico y político.
Por ello, las clases poderosas y las clases gobernantes generan todo un control permanente sobre los oprimidos, pero debe recalcarse que es un sometimiento bien meditado para que no se salga de control: aquí juega el papel la educación, la ideología, la ética, la moral y la misma filosofía.
Si dos aspectos generan un control hacia los pueblos, ¿qué puede hacerlos liberarse? La solución se encuentra en estos mismos aspectos. Por una parte, las condiciones de explotación y de crisis del sistema en el que vivimos están haciendo que la gente se organice y luche contra quienes se oponen al progreso de sus comunidades, de sus pueblos y colonias formadas, de sus fábricas, etcétera.
Pero, ¿por qué será que, aunque el hombre lucha por agua potable, drenaje, pavimento, escuelas, fertilizantes, salarios, salud, seguridad, etcétera, estos mismos problemas se multiplican y aparecen otros más graves y letales como las guerras nucleares entre países o la inseguridad que está matando a millones?
La respuesta radica en el segundo aspecto de la cuestión. Lo que pasa es que vivimos en un mundo donde nos han mantenido engañados, nos han mentido diciéndonos que la sociedad en la que vivimos nos hará felices, sólo hace falta luchar y mejorar nuestras condiciones de vida, y eso es todo.
Sin embargo, nunca nos dijeron que podría existir otra sociedad diferente a la que vivimos, nunca hemos escuchado a nadie decir que otro mundo es posible. ¿Cómo es ese mundo? ¿En qué consiste? ¿Cómo viviría la gente? ¿Cómo se organizaría? ¿Cómo se distribuiría la riqueza creada? ¿Cómo sería la salud, la educación, la vivienda? En pocas palabras, ¿cómo sería esa sociedad?
Pues esta es la tarea del Movimiento Antorchista desde hace 50 años. No sólo se ha limitado a fundar colonias, a organizar a la gente para que luche por sus intereses inmediatos de agua potable, drenaje, electrificación, pavimentos, escuelas, etcétera, sino algo más importante: ha explicado pacientemente y, a veces, no tan pacientemente, que el mundo está pariendo una nueva sociedad, que el futuro pertenece a la clase trabajadora, que el momento de su liberación se acerca y que está llamada a jugar el papel de vanguardia, el papel de cabeza del movimiento por su emancipación.
Los progresos que tienen las colonias organizadas no sólo deben entenderse como progreso material, sino también como progreso en la conciencia y consolidación de la gente, como elevación de la conciencia política, en el sentido de anhelar y buscar esa nueva sociedad más justa y más humana.
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