MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Unidad ideológica ante embates del imperialismo

image

El mundo está de cabeza y hay que recomponerlo. La injusticia que vive el pueblo trabajador es cada vez mayor y con menos posibilidades de defenderse de manera individual. La invasión ideológica por todos los medios electrónicos es inaudita: celulares que adormecen la mente, redes sociales que cautivan para evitar pensar y reflexionar sobre la situación precaria en la que vive el individuo de manera aislada.

El individualismo impuesto por el capitalismo es un mito que oculta la interdependencia de nuestras vidas.

Es aquí donde es apremiante la unidad ideológica ante el imperialismo: una urgencia histórica. Las calles mexicanas hablan de nuevo. 

La inconformidad ya no es novedad, pero la situación actual tiene enfurecida a una buena parte de la población, que se despliega por las calles sin guía, de manera espontánea.

Ante el constante acoso y las amenazas del imperialismo militar, político y económico, el pueblo mexicano, la clase trabajadora, tiene una vía histórica: o se dispara en enfrentamientos solitarios, condenándose a la derrota, o encuentra en la unión ideológica, organizativa y de acción el instrumento de su liberación. No es un mandato abstracto; es un requerimiento que la historia ha afirmado una y otra vez.

Carlos Marx nos legó cinco conceptos antropológicos y filosóficos que siguen vigentes en nuestra realidad. 

En primer lugar, el hombre es social por naturaleza. El individualismo impuesto por el capitalismo es un mito que oculta la interdependencia de nuestras vidas. ¿Acaso no ocurre esto en la organización colectiva, donde se han forjado las grandes transformaciones de la historia? Cualquier huelga, cualquier manifestación, cualquier acto de resistencia evidencia nuestra naturaleza comunitaria.

En segundo lugar, somos seres históricos. La persecución que sufrimos hoy en día no es casualidad, sino un sistema construido a lo largo de los años.

Conocer nuestra historia no es una actividad mental, sino un acto de supervivencia. La memoria colectiva es el instrumento mediante el cual el pueblo mexicano, olvidado por siglos, puede resistir la manipulación y el olvido. 

Desde la Revolución mexicana hasta el activismo estudiantil, desde los indígenas hasta la resistencia sindical, nuestra historia clama por organización y conciencia revolucionaria.

En tercer lugar, somos agentes productivos. Nuestro trabajo es el origen de la riqueza, aunque el capitalismo nos haga creer que somos desechables. La desposesión de la naturaleza, el trabajo precario y la explotación estructural son aberraciones, sí, pero son el funcionamiento normal del sistema capitalista, depredador.

La pregunta es: ¿debemos seguir sosteniendo con nuestro trabajo un sistema que nos niega el bienestar o debemos tomar la producción y distribución de la riqueza en nuestras manos para construir un destino diferente?

Marx también nos enseñó que la conciencia, la teoría y la práctica van de la mano: la praxis es indisoluble. Actuar sin pensar es improvisación; pensar sin actuar es conformismo. La transformación de nuestra realidad exige ambos.

No sirve de nada la indignación propagada en redes sociales o protestar una vez al año. Debe existir un plan, un programa que guíe el desarrollo y bienestar de la sociedad en su conjunto. La organización consciente, con un horizonte definido, es la única manera de modificar la realidad.

Dentro de la manipulación ideológica de la clase burguesa, la alienación es la trampa que nos vuelve dóciles e insensibles ante nuestros hermanos de clase. El sistema nos convence de que la injusticia es natural, que el sufrimiento es un fracaso personal y que no hay alternativa. Pero, sin lugar a dudas, la liberación es posible. 

Y más que eso, es urgentemente necesaria. No se trata de un cambio superficial ni de una reforma a medias. Se trata de romper con la lógica del capital y crear una sociedad donde la vida humana y lo que le rodea se anteponga a las ganancias.

Hoy, ante las amenazas y la represión del imperialismo, la organización popular no es una opción, sino un imperativo. La dialéctica materialista de Marx sigue siendo una herramienta poderosa para describir y cambiar nuestro mundo.

Es perentorio que la masa trabajadora de México y el mundo entero se dé cuenta de que el mundo en el que vive no fue siempre así y que un mundo justo y equitativo es posible. Para lograrlo, se necesita una sola idea en una dirección bien definida que nos beneficie a todos, sí, a toda la humanidad.

La pregunta es: ¿estaremos a la altura de ese desafío o permitiremos voluntariamente que el sistema siga moldeando nuestro destino? La historia aún está por escribirse, pero el tiempo se acorta.

0 Comentarios:

Dejar un Comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados *

TRABAJOS ESPECIALES

Ver más