* Las calles se han convertido en un foco permanente de problemas de salud, denuncian
En la colonia La Antorcha, ubicada en la comunidad de Acuitlapilco, Tlaxcala, el tiempo parece haberse detenido. Fundada hace más de dos décadas, esta comunidad continúa lidiando con servicios básicos verdaderamente precarios.
Los habitantes enfrentan una realidad desalentadora: el agua potable apenas fluye una vez por semana, a pesar de cumplir puntualmente con sus pagos, mientras que las calles sin pavimentar se han convertido en un foco permanente de problemas de salud.
María Fernanda Vázquez Hernández, responsable del Movimiento Antorchista en la colonia, ha levantado la voz para exigir la inmediata pavimentación de calles estratégicas como Independencia, Aquiles Córdova, Benito Quezada y Clara Córdova.
Su preocupación radica en los efectos nocivos del polvo, especialmente en temporadas de calor, que generan un incremento significativo de enfermedades respiratorias entre los vecinos. Durante los periodos de lluvia, la situación se agrava con lodazales intransitables que prácticamente inhabilitan la movilidad de los habitantes.
El pasado 19 de diciembre, la comunidad presentó formalmente un pliego petitorio al gobierno estatal; sin embargo, hasta la fecha no han recibido respuesta alguna. Los vecinos argumentan que el gobierno debe ser garante de solucionar las problemáticas locales, ya que para eso se pagan impuestos. Además, critican que las acciones implementadas por el gobierno de Morena resultan insuficientes para combatir la pobreza que aqueja a miles de mexicanos.
Según estadísticas oficiales, Tlaxcala presenta un rezago significativo en infraestructura urbana. Aproximadamente el 40 % de las calles en zonas periféricas carecen de pavimentación adecuada, y el avance en mejoras urbanas transcurre a un ritmo verdaderamente desalentador. La inversión en infraestructura se muestra marginal, un dato que evidencia la necesidad de intervención gubernamental urgente.
La lucha de la colonia no es simplemente por asfalto o adoquines; es una batalla por dignidad, por condiciones mínimas de habitabilidad. Los vecinos esperan que sus demandas sean escuchadas, que sus voces trasciendan más allá de las promesas vacías. Mientras tanto, continúan resistiendo con entereza y organización, en espera de que algún día sus calles dejen de ser testigos silenciosos de la desigualdad.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario