Evgueni Tarle, en su brillante biografía de Napoleón Bonaparte, afirma que el 18 brumario (9 de noviembre de 1799) fue el inicio del golpe de Estado que, al regreso de su campaña en Egipto, instrumentó Bonaparte para hacerse del poder absoluto en Francia.Para lograrlo intentó liquidar las tres instituciones pilares de la República Francesa, buscando darle a su golpe de Estado un origen democrático.El Directorio, órgano supremo del Poder Ejecutivo fue liquidado sin ninguna dificultad.El Consejo de los Ancianos y el Consejo de los Quinientos, cuyas sesiones estaban rodeadas de granaderos, se hallaban completamente en sus manos, pero deseaba que ambos consejos se declararan incapaces, decretaran ellos mismos su disolución y entregasen el poder a Bonaparte.
El Consejo de los Ancianos se mostró sumiso y dispuesto a disolverse voluntariamente.Sin embargo, el Consejo de los Quinientos, léase la Cámara de los Representantes del Pueblo, que contaba entre sus filas con 200 diputados jacobinos, opuso tenaz resistencia.Fue obligado a disolverse con la fuerza militar que, al mando de Marat, a paso de ataque, se introdujo al Palacio de Sesiones.Tratando de darle cariz legal a esta imposición mediante la fuerza de las armas, Napoleón ordenó la aprehensión de algunos diputados que huían, obligándolos a sesionar en representación del Consejo de los Quinientos, para avalar el decreto que el Consejo de los Ancianos emitió, y a través del cual el poder la República pasaba a descansar en tres personas: Bonaparte, Sieyes y Roger-Ducos, con el título de Cónsules.Napoleón decidió que esta medida se tomara de esa forma porque consideró inoportuno, en ese momento, erigirse en el amo supremo.Pero la idea de convertir su consulado en una dictadura, en toda la extensión de la palabra, no la abandonó nunca.
Es cierto que Napoleón supo responder a la necesidad histórica de acabar con las trabas feudales que impedían el desarrollo capitalista de la Europa de su tiempo.Conquistó Europa "cortando las testas coronadas" que representaban al feudalismo.
Pero también es cierto que fue un dictador tiránico cuyas guerras causaron la muerte de millones de personas.Sus comienzos retratan al dictador en ciernes: En 1795, cuando Napoleón estaba todavía muy lejos del poder, estuvo al mando de un destacamento que debía restablecer el orden ante una turba iracunda que amenazaba con atacar el Palacio de las Tullerías.Para detener a la masa furiosa, Napoleón no dudó en utilizar cañones, que fueron disparados directamente contra del pueblo inconforme, matando a cientos de franceses con extrema violencia.Esta sangrienta acción bastó para restablecer el orden y para encumbrar a las altas esferas del Poder a Napoleón.
En aras de hacer plástica la explicación de lo que es una dictadura, me atreveré a comparar a Napoleón el Dictador, con otro que asoma la cabeza con acciones que lo convierten en dictador también… pero del que nada bueno se puede decir.
López Obrador, desde su arribo a la Presidencia de la República, inició febrilmente el desmantelamiento del Estado de Derecho, liquidó todos los organismos descentralizados, está modificando la Constitución General de la República para adecuarla a sus fines reeleccionistas, se propone eliminar de tajo las funciones expresamente señaladas por la Constitución a la Cámara de Diputados, para poder manejar los recursos económicos de la Nación a su libre albedrío.Ha colocado a sus incondicionales en el organismo máximo del Poder Judicial, que es la Suprema Corte de Justicia de la Nación, arrebatándole su papel de poder independiente y órgano imparcial para impartir justicia.Violenta al poder legislativo cuando a las Cámaras de Diputados y de Senadores les asigna funciones de oficialía de partes del Presidente y de los que convalidan sus ocurrencias y caprichos.Todos estos actos indican que sus verdaderas, únicas y profundas intenciones son las de implantar una dictadura en México.
Como Napoleón que para dejar claras sus intenciones dictatoriales, durante cinco años de consulado se hizo llamar primer Cónsul, López Obrador, mediante la revocación de mandato, busca prolongar su periodo constitucional.
Bonaparte en sus 10 años de emperador no cambió esencialmente los cimientos sociales del régimen, instaurando la dictadura de la burguesía contrarrevolucionaria, que planteaba, ante la pérdida de su capacidad política, que se debía ahogar a la democracia revolucionaria bajo el mando de un poder fuerte, tiránico, para que la sociedad burguesa pudiera florecer.Bonaparte asimiló estos principios del nuevo Estado, y aprovechó las oportunidades que se le presentaban para convertirse en el dueño único y absoluto de Francia.Mientras tanto, aniquilaba, creaba y cambiaba, las instituciones, su sentido y su finalidad: debía transformar la máquina del Estado en el instrumento de su voluntad soberana.
López Obrador, gobierna con la misma burguesía que ha llevado al país hasta la orilla del precipicio, pero que le canta al oído que "él es el hombre fuerte", "el único que puede hacer florecer al país".López Obrador aprovecha estos halagos para convertirse en emperador de este país, mientras aniquila, crea y cambia a las instituciones su sentido y su finalidad; debe transformar la maquina del Estado para convertirlo en instrumento de su voluntad.Así se explica la desaparición del Seguro Popular, de Prospera, de Procampo, de las Estancias Infantiles y de otros programas sociales más, por la entrega de recursos económicos de manera directa, pues su sentido no es acabar con la pobreza, sino que tiene como finalidad comprar la conciencia de la gente para una reelección futura.
Napoleón no tuvo jamás consideración alguna ante la independencia del poder judicial ni el respeto debido a los procedimientos legales cuando se trataba de aniquilar a sus enemigos políticos.
López Obrador se inmiscuye groseramente en las decisiones del Poder Judicial, al manifestar públicamente el sentido que le gustaría que tuvieran las resoluciones que más le interesan; viola una vez y otra también los procedimientos legales cuando de acabar con sus enemigos políticos se trata.Las acusaciones de corruptos, ladrones, huachicoleros, fifís reaccionarios, conservadores, beneficiarios de los moches y otras lindezas usadas en las mañaneras, sin probar la veracidad de las mismas, en contra de los que no están de acuerdo con sus ocurrencias, son la prueba irrefutable de la violación de los procedimientos legales, así como la demostración de que nos las habemos con un dictador.
El 18 de abril de l804, el Senado promulgó un decreto por el que se nombraba emperador de todos los franceses, con carácter hereditario, a Napoleón Bonaparte.Como soberano absoluto, se reservaba siempre la decisión final, vivía tan pronto en una granja como en una cabaña, redactaba decretos, dictaba órdenes y resoluciones, modificaba los estatutos de una escuela, dirigía censuras, se ocupaba de las letras.Montaba en cólera ante las opiniones literarias, absurdas según su parecer, del Mercure de France, ordenando a su ministro de policía que modificase todas las opiniones de dicha revista o que cambiase al director por otro más sensato.Europa se hallaba aterrorizada, hasta el punto que Napoleón hacía sin ninguna restricción lo que le venía en gana.
López Obrador dejó los Pinos para irse a vivir a Palacio Nacional, pero eso no le quita un ápice a sus ansias dictatoriales ni a sus ínfulas de emperador.Monta en cólera cuando los medios de comunicación, periodistas y académicos, expresan opiniones contrarias a su política, coartando así el derecho a la libre expresión de las ideas.Hace lo que le viene en gana, clausura aeropuertos, fábricas de cerveza, no toma las medidas necesarias contra la pandemia y, por sus purititas pistolas, declara terminada la fase crítica de covid-19 y anuncia la vuelta a la normalidad; no respeta las medidas sanitarias, induciendo a la población a violentarlas con su mal ejemplo, como si las condiciones para atenderse de un posible contagio fueran las mismas; construye obras e invierte recursos económicos sin oír ni atender los argumentos de inviabilidad que le presentan los especialistas en la materia.Decreta no realizar pruebas para detectar la covid-19, ordena confinamiento general y deja morir de hambre a familias enteras que viven en pobreza extrema.Hace oídos sordos a los gritos de auxilio de los pobres y se niega tozudamente a instrumentar un programa nacional alimentario durante el enclaustramiento, que permitiría sortear con menos fallecidos y menos contagiados la pandemia del coronavirus.
éstas son las razones que nos permiten afirmar que padecemos un Gobierno dictatorial, que debemos cambiar necesariamente.El 2021 tenemos la oportunidad de lograrlo mediante el voto: elijamos un Congreso de la Unión, a Gobernadores, lo Congresos Locales y a Presidentes Municipales, que trabajen con el país y por el bien del mismo, que oigan y atiendan todas las voces sensatas, que sean factor de unión y pongan democráticamente un alto a las ansias dictatoriales de López Obrador.
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