"Cuando la presión aumenta,
su valentía crece..."
Sátrapa, así se le llama a la persona que gobierna despótica y arbitrariamente y que hace ostentación de su poder; es un gobernante que trata con dureza a sus subordinados y abusa de su autoridad, que somete todo al capricho, antes que a la ley o a la razón. Esta definición retrata fielmente a Omar Fayad Meneses, gobernador de Hidalgo, quien desde inicios de su administración, ha violentado los derechos de un respetable grupo de miles de hidalguenses humildes organizados en el Movimiento Antorchista, negando la solución de sus demandas más sentidas de obras y servicios, prioritarias e indispensables para una vida medianamente decorosa; además, reprime sus derechos de organización, petición y de manifestación, amenaza y encarcela líderes sociales honrados, provoca accidentes que han costado, a unos la vida y a otros la salud, de quienes han tenido la osadía de rebelarse en contra de la injusticia y el oprobio en que viven, si a eso puede llamársele vivir.
La reanudación de la lucha de los antorchistas hidalguenses para que sean atendidas sus demandas de obras y servicios, tiene muy molesto al gobernador y a sus funcionarios, al grado de que han creado un ambiente de hostilidad y represión: envío de anónimos, destrucción de lonas y borrado de pintas donde se denunciaba el incumplimiento del gobierno, orquestaron todo un plan represor para tratar de evitar la manifestación de 40 mil antorchistas el 10 de abril, utilización de vándalos para ir a causar destrozos al plantón instalado en plaza Juárez, que lleva ya más de 30 días, y el más reciente atropello, el encarcelamiento de cuatro estudiantes, por el simple hecho de participar en el plantón.
Al gobernador de Hidalgo no se le debiera olvidar que, las condiciones de pobreza, injusticia y marginación que padecen -según datos del Coneval- un millón 478 mil 836 hidalguenses, es decir, el 51.6 por ciento de la población, tiene graves repercusiones en la vida de comunidades y colonias pobres de ese Estado, ya que, situaciones como el incremento de la pobreza laboral provoca que, 46.6 de cada 100 hidalguenses, siendo tan bajo el ingreso que perciben, aun cuando lo destinaran por completo a la adquisición de alimentos, no podrían acceder a aquellos que componen la canasta básica. Así el estado de cosas en Hidalgo.
En 2016, Omar Fayad Meneses, llegó a la gubernatura hidalguense con las promesas de que su gobierno disminuiría esa desigualdad social, creando infraestructura, generando mayor cantidad de empleos e incrementar los salarios. A tres años de distancia, poco se ha hecho. Recientemente, el secretario general de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), José ángel Gurría Treviño, afirmó ante el mismo gobernador que, "pese a que Hidalgo ha mostrado avances en el desarrollo económico y el crecimiento del Producto Interno Bruto en la entidad, aún debe trabajar mucho para ser un polo de desarrollo, pues más del 50 por ciento de su población está en situación de pobreza". Como es fácil ver, las necesidades siguen siendo prácticamente las mismas, con el agravante de que aquellos que como los antorchistas nos hemos organizado de manera legal y pacífica, pidiendo infraestructura y obra social, ejerciendo nuestros derechos constitucionales de petición y manifestación, nos amenaza, nos reprime y nos encarcela.
La lista de compromisos incumplidos con los antorchistas es vieja y larga, pero podemos afirmar que ninguna de las obras solicitadas representa lujos para los solicitantes; construcción de un hospital, vivienda, caminos, aguas potables, electrificaciones, escuelas, pavimentación de calles, fertilizante para pequeños productores y otras más que como todo ciudadano desprejuiciado puede darse cuenta, su solución abonaría en el mejoramiento de la enorme desigualdad social existente.
Sin embargo, todo indica que, al titular del ejecutivo de Hidalgo, le importa un bledo el dolor y la suerte de sus gobernados, seguramente piensa que negarles obras y servicios es una hazaña política y se ha convertido en un muro de piedra que no ve, no escucha, pero si ordena toda clase de arbitrariedades y utiliza ilegalmente la fuerza del estado en contra de quienes le exigen cumpla con su papel de gobernante; rápidamente olvidó su discurso pronunciado el pasado 16 de enero, con motivo de los 150 años de la fundación del estado, donde entre otras cosas, reconoció que los desafíos para Hidalgo son superar los indicadores de marginación e incentivar el desarrollo económico para corregir la injusticia e inequidad que existe en la población. "Los retos siguen siendo enormes: reactivar la economía y superar los indignantes niveles de pobreza; ...es necesario erradicar la corrupción y la violencia del país, hay que reconocer las debilidades y convertirlas en fortalezas; además, el pueblo está harto de conflictos políticos", dijo.
Omar Fayad es sinónimo de pobreza y exclusión; de represión y abuso de autoridad, antepone sus interese personales y tuerce la ley a su antojo y conveniencia; por eso niega obras, amenaza, encarcela a gente inocente que lo único que hace es luchar por una vida digna; su gobierno se muestra como rapaz, nada de institucional y mucho de clientelar y patrimonialista; es un político mentiroso y abusivo, que se ha convertido en uno de los máximos aplaudidores del presidente de la república, cuya política ofensiva y liquidacionista en contra del Movimiento Antorchista Nacional le ha caído de perlas para sus aviesos fines.
Pero la lucha de los antorchistas hidalguenses nada ni nadie la detendrá, sus compañeros de todo el país estamos prestos a apoyarlos porque nuestra lucha es una sola, desde Baja California hasta Yucatán. No será Omar Fayad, ni gobernadores afines que gustan de emplear la política del garrote, cárcel y negativa de obras, quienes desalienten la lucha de los pueblos por su bienestar material y espiritual; seguiremos exigiendo una mejor distribución de la riqueza social, así como respeto irrestricto a nuestro derecho a existir como organización; sabedores de que para cambiar esta realidad tan injusta para millones de mexicanos que carecen de lo más indispensable, se necesita de una gran fuerza transformadora que solamente la da el pueblo organizado y educado.
Compañeros de Hidalgo, estamos con ustedes todos los antorchistas del país, su lucha es la nuestra, no importa cuántos sátrapas se opongan al progreso, la unidad y la fuerza del pueblo organizado más temprano que tarde, saldrá triunfante y airosa. Al tiempo.
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