MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Ante inseguridad, urge organización del pueblo en Quintan Roo

image

El pasado martes 5 de julio, en una marisquería, de las muchas que existen en la ciudad de Cancún; en lo que parecía ser una tarde tranquila, varias familias comían apaciblemente, de pronto, eso se convirtió en una pesadilla, pues los que ahí se encontraban, fueron testigos de la ejecución a balazos, de tres personas, dos hombres y una mujer con ocho meses de embarazo, a manos de sujetos armados que, con la misma facilidad que llegaron, lograron huir, dejando tres cuerpos bañados en sangre, uno quedó herido de gravedad y dos perdieron la vida en ese instante. A la mujer embarazada, ya muerta, se la llevaron a un hospital para practicarle una cesárea de emergencia para tratar de salvar a su bebé.

Esta escena pareciera ser sacada de una película de Hollywood, pero no, es el pan de cada día, es la realidad que cotidianamente vivimos, desde hace varios años, en uno de los destinos turísticos más importantes del paradisiaco mar caribe. 

Quintana Roo es una de las entidades donde mayor inseguridad y crímenes de alto impacto y del orden común se registran; en las cuentas que rinde, en este rubro, el gobierno estatal que encabeza Carlos Manuel Joaquín González, en coordinación con las administraciones federal y municipales (actualmente existe un mando único, coordinado por el Gobierno estatal), tenemos que el promedio de homicidios al día es de 1.56 contabilizándose 3,431 decesos violentos en estos cinco años de gobierno joaquinista, el mal llamado gobierno del cambio y en lo que va del año 2022, sólo en Cancún, se han registrado 181 asesinatos violentos, cifras totalmente alarmantes.

Y son alarmantes porque esta situación no es privativa de Quintana Roo; de todos es sabido, por lo menos de un sector muy amplio de la población, que otras entidades y zonas del país, también padecen de esta terrible situación, el norte, noroeste, centro y sur del país, sufren constantemente de violencia e inseguridad ocasionada por las numerosas bandas del llamado crimen organizado.

Otros casos, a los que les han dado difusión en los grandes medios de información escritos, televisivos y digitales, fue la balacera ocurrida en un puesto de vacunación contra la covid-19, en Puebla, ante la mirada atónita de cientos de personas que acudieron a ese lugar para aplicarse la vacuna; o el asesinato de dos sacerdotes jesuitas a manos de un sicario, al interior de una iglesia católica, ubicada en una comunidad muy remota y humilde de la sierra tarahumara de Chihuahua, o la muerte por asfixia, en un tráiler abandonado en suelo norteamericano, de más de 50 personas, 27 eran de origen mexicano, personas que partieron de nuestro país, huyendo de diversas situaciones que tienen que ver con el desempleo, bajos salarios, extorsión en sus diversas modalidades y de la violencia e inseguridad, en busca del sueño americano, de mejores empleos y mejor remunerados, para darle a sus familias mejores condiciones de vida, que en su patria les han sido negadas, por el sistema de cosas imperante en nuestro país. 

Resulta que ahora, acudir a un puesto de vacunación, ir a comer con la familia a un pequeño restaurante, ir a la iglesia a rezar a pedir por la paz en este mundo, asistir a clases a la escuela, constituye un riesgo real para nuestra vida y la de nuestros seres queridos.

Ante este grave problema de inseguridad, acrecentado por las actividades del crimen organizado, en contubernio y protección de personajes y grupos de políticos, incrustados en altas esferas del poder, ante este terrible cáncer social, que alcanza, hasta los ciudadanos más pacíficos, como la abuelita que dormía plácidamente en su hamaca, al interior de su humilde palapa, hecha de madera y lámina de cartón, que recibió el impacto mortal de una bala perdida en la cabeza que le arrebató la vida de manera instantánea, en una colonia popular de Tulum, ubicada también en el caribe mexicano; los gobiernos estatales, a través de sus Secretarios de Seguridad Pública, de la región centro del país, conformada por los estados de Hidalgo, Estados de México, Guerrero, Morelos, Puebla, Tlaxcala y Ciudad de México, que es otra de las zonas de mayor inseguridad de nuestro país, realizaron una reunión que fue encabezada por el gobernador de Hidalgo, Omar Fayad y el Subsecretario de Seguridad Pública Federal, Ricardo Mejía Berdeja, para analizar y proponer alternativas de solución, llegando a la conclusión (similar a la de sexenios anteriores y que seguramente será tomada como directriz para el resto del país), de que es necesario hacer modificaciones a dos leyes federales que permitan dotar de mayor armamento y equipo a estados y municipios del país, esto es combatir la violencia con más policías, incluida la tan cacareada Guardia Nacional, y más equipo táctico y armamento; es decir, atacar los efectos y no las causas que los producen.

Diversos analistas políticos, especialistas en materia de seguridad pública, líderes sociales, como Aquiles Córdova Morán, fundador y guía de una de las organizaciones con profundo arraigo social, como lo es el Movimiento Antorchista Nacional, han planteado que el terrible fenómeno de la inseguridad y la violencia que sufre nuestro país, es un engendro, una consecuencia, entre otras, del modelo económico, del sistema político y social que prevalece en nuestra nación, pues existe una gran desigualdad socioeconómica entre la población, donde un puñado de plutócratas capitalistas, como el empresario más austero del país Carlos Slim Helú, tal y como lo acaba de calificar nuestro presidente de la república. Carlos Slim, según la revista Forbes, es uno de los hombres más ricos del mundo, cuya fortuna se incrementa cada hora en la fabulosa cantidad de 60 millones de pesos, calcule usted, estimado lector, la riqueza producida por manos mexicanas y que es apropiada por una sola persona, en un día, una semana, un mes y un año.

Se trata de una acumulación de riqueza social realizada, a la velocidad de la luz, si la comparamos con los salarios que ganan millones de trabajadores, que solo ganan lo mínimo indispensable para sobrevivir, ellos y sus familias.

La explotación rapaz del trabajo asalariado y la apropiación capitalista de la plusvalía, a través de la ganancia en sus diversas formas, es la verdadera y profunda causa que origina males como la pobreza, la violencia e inseguridad, el desempleo y bajos salarios, la drogadicción y toda la pérdida de valores, que impiden que la población viva tranquila y con un mínimo de verdadera satisfacción de sus necesidades materiales y espirituales. Hubo un tiempo en que se podía afirmar: “soy pobre pero vivo feliz y tranquilo”, eso, desgraciadamente, es cosa del pasado.

Hay quienes proponen, que el gobierno entable un diálogo con los principales líderes del crimen organizado, acercarse y hablar con ellos para que ya no haya violencia, que los criminales también tienen derechos humanos y deben ser respetados.

Esto, es andarse por las ramas y no ir a la raíz del problema. Para que disminuyan sustancialmente, primero, y se erradiquen después, los altos índices de violencia e inseguridad, se deben atacar las causas estructurales que las originan, como lo son la pobreza y desigualdad entre la población; debemos unirnos y trabajar para conformar una fuerza social vigorosa y consiente, para luchar y conquistar el poder político del país, para implementar políticas públicas que administren, de manera eficiente y con visión de largo plazo, los recursos públicos y riquezas del país; que se implemente una gran estrategia nacional para crear y proporcionar empleos bien remunerados a toda la población económicamente activa; que como gobierno con amplio respaldo popular, implemente una política fiscal progresiva, que modifique radicalmente la base tributaria del país, para que ya no sean los trabajadores, burócratas, clase media, pequeños y medianos empresarios, a los que se les siga cargando la mano, sino que paguen más impuestos, los que más ingresos y ganancias obtengan, gracias al trabajo asalariado y que esos recursos públicos se inviertan de manera productiva en obras de infraestructura, en áreas de inversión con ventajas comparativas, que fortalezcan nuestro mercado interno y que se diversifiquen las actividades económicas productivas para ya no depender de una actividad en particular, como ocurre en Quintana Roo, respecto de la actividad turística.

También se debe invertir en todos los niveles educativos, en la investigación científica y en tecnología de punta; en la difusión y práctica masivas del arte, actividades culturales, recreativas y deportivas, que mejoren las condiciones materiales y espirituales de la población.

Solo así, podremos sentar las bases sólidas para combatir las verdaderas causas que originan la violencia e inseguridad en que vivimos hoy en día. ¡Ya no basta rezar y elevar nuestras plegarias al creador, para que este mal que nos aqueja vaya desapareciendo!, ¡Qué culpa tenían o qué mal hacían esos dos sacerdotes jesuitas para que los asesinaran!

¡Tenemos que empezar a tomar y hacer conciencia, que nadie va a venir a hacer por nosotros, lo que, a nosotros, como pueblo, nos corresponde hacer! Debemos unirnos, y construir el instrumento social y político, un partido que realmente surja del seno del pueblo y represente sus intereses más genuinos, para hacer de nuestra patria, una nación justa, generosa y equitativa. Esta es la tarea, es la invitación y exhortación, que el Movimiento Antorchista Nacional hace a todos los mexicanos bien nacidos, este es el llamado del momento histórico que nos tocó vivir.

 

  • Etiquetas:

0 Comentarios:

Dejar un Comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados *

TRABAJOS ESPECIALES

Ver más