Sinceramente, estimado lector, había decidido no hablar de la supuesta reducción del salario de los diputados colimenses - y de otros personajes del país -, que ahora anda pregonando en todos los medios la corriente morenista del Congreso local. No consideré sano hablar de esto, por la evidente incongruencia que encierra, y por el engaño, además, que representa para el pueblo. Sin embargo dos circunstancias colmaron mi paciencia: primero, la opinión que sobre el tema difundió un diputado morenista en el Diario de Colima, y segundo, el alboroto que protagonizaron, supuestas "bases" de Morena (Movimiento Regeneración Nacional) en el Congreso, para "obligar" a sus diputados a bajarse el salario. Acudí hoy a la sede del Poder Judicial, frente al Congreso, y hasta allá se escucharon los estridentes y sonoros gritos de reclamo. ¿En verdad creen que mejorará la suerte de los pobres trabajadores, tan sólo bajándoles el salario a los diputados? Ojalá que pronto alguien imponga orden en el Congreso.
Pero veamos de cerca los argumentos. El diputado Vladimir Parra escribió de manera resumida en su artículo semanal, lo que previamente la fracción de diputados de Morena difundió con bombo y platillo en las redes sociales: "En Morena estamos rompiendo la lógica de aumentos de salarios de los legisladores [...], ahora, de manera histórica, [...] se está proponiendo la reducción de 61.44 por ciento en la remuneración de cada uno de los legisladores". Para rematar su idea, líneas abajo, mencionó que esta acción es promovida para sumarse a las políticas de austeridad del presidente de la República, porque "no puede haber gobierno rico con pueblo pobre". Dijo más, pero lo que importa es esto.
Los argumentos y gritos que escuché en el Congreso fueron del el mismo tipo, donde además se agregaron críticas al gobierno del estado, denuncias de corrupción y llamados reiterados al pueblo a poner un alto a la barbarie de corrupción, porque, se dijo, el pueblo manda. Yo creo que en la forma, el reclamo de corrupción es genuino y hasta justificable, es más, creo que hay muchos políticos, de todos los partidos, que en verdad se merecen una verdadera rechifla como esa. Pero hablar del contenido, de la esencia del reclamo, esa es otra cosa.
Veamos. En primer lugar, es necesario aclarar, que no se debe confundir las percepciones, con el salario (o dieta) de los diputados. Las percepciones totales incluyen los gastos que de por sí debe hacer el área financiera del Congreso en la función de los diputados, algunos de dichos gastos, incluso, los paga directamente el área correspondiente, no los diputados. Es, precisamente, de estos gastos, (o percepciones) de donde quieren justificar los de Morena el famoso 61.44 por ciento de la reducción de que hablan; es decir, dicen que renunciarán a 10 mil pesos que se les da para gasolina, 4 mil 500 pesos para teléfono y 15 mil pesos para fondo de ahorro, además de un supuesto fondo de apoyo social. Y a esto se reduce la famosa rebaja. Pero los diputados de Morena no dicen nada de los 77 mil 476.60 pesos que forman su salario (o dieta) ni de los 15 mil pesos que recibe cada uno por presidir una Comisión, ni de los 10 mil pesos que reciben por presidir un grupo parlamentario. La coordinadora del grupo de Morena, Jazmín García Ramírez, dijo que con relación a la dieta (o salario), la propuesta es nivelarlo a los poco más de 50 mil pesos netos al mes, que es lo que gana un secretario de estado. Muy bien, pero resulta que si a la dieta de los poco más de 77 mil pesos que ganan ahora, le quitamos los 19 mil 612 pesos de impuestos que de por sí se les descuenta, les quedarían 57 mil 846 pesos netos al mes, y si lo igualan a los 50 mil pesos que prometen, su reducción sería, aproximadamente, de 13.5 por ciento, y no del 61.44 que se presume con tanta algarabía. ¿Queda claro ahora dónde está el engaño que representa esto para el pueblo?
Y ahora veamos la incongruencia. ¿Qué cosa buscan los diputados - y los demás -, bajándose el salario con tanto escándalo? Al verlos y escucharlos discutir, uno pensaría que han descubierto el hilo negro de la historia, y que por fin se resolverá la miseria en la que viven los miles de trabajadores mexicanos. Pero desgraciadamente esto no será así. Si Dios quiere - como suelen decir las buenas viejecitas -, los señores diputados ganarán menos, pero los trabajadores pobres no ganarán más. Y para argumentar esto, sólo daré un dato conocido: el mencionado Programa Jóvenes Construyendo el Futuro, que es uno de los programas que retrata bien las aspiraciones electorales del nuevo gobierno. En este programa se dice, que de los recursos públicos que son de todos los mexicanos, darán una beca de 3 mil 600 pesos mensuales, es decir, 138 pesos diarios, a 2 millones 300 mil jóvenes que ni estudian ni trabajan - y tampoco aportan nada a la economía -, es decir jóvenes "ninis". El gobierno asegura que ya pactó con más de 230 empresas mexicanas y extranjeras, para poner a trabajar a estos jóvenes, a cambio de la beca prometida durante un año. Por otro lado, también se anunció con bombo y platillo en este año, que el gobierno autorizó un aumento al salario de 14.32 pesos, ahora el salario mínimo de los trabajadores será de 102.68 pesotes. Y he aquí la pregunta obligada: ¿por qué el salario mínimo de los "ninis", que – sin tener culpa alguna - no han aportado nada a la economía ni están capacitados para el trabajo ni nada, será de 138 pesos, mientras que los que siempre han soportado con su trabajo y sacrificio la productividad del país, ganarán tan sólo 102.68 pesos? Mínimamente esto, es lo que deberían intentar explicar los diputados y diputadas del Congreso de Colima, antes de andarse peleando por bajar sus percepciones.
Y finalmente, también estoy de acuerdo: "no puede haber gobierno rico con pueblo pobre", por tanto, en buena lógica, lo mismo da hacer más rico al pueblo que más pobre al gobierno. ¡Ojo!: el problema no es que el gobierno sea rico, sino la terrible e insultante pobreza en la que vive el pueblo pobre. Lo más sano e inteligente en estos momentos es organizar y educar a los pobres, y luchar con ellos para mejorar su ingreso y su vida, en vez de confundirlos y enfrentarlos con discusiones inútiles que ni entienden y ni les interesan. En Antorcha sí son primero los pobres.
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