El pasado 5 de febrero se cumplió exactamente un año del injusto y brutal desalojo, de 300 familias que habitaban en un predio conocido como La Ciénega y que tiene una extensión de 120 hectáreas, está ubicado a un costado del Metro Tláhuac y del Metro Tlaltenco de la línea 12. El 5 de febrero de 2016 un operativo dirigido por Tanya Müller García, secretaria de Medio Ambiente, procedió al desalojo y posterior destrucción del hogar de cerca de 1,500 personas que, a pesar, de enseñar papeles que los acreditaban como los dueños legítimos, eran obligados a través de la fuerza pública a abandonar su hogar, sin tiempo para rescatar sus cosas de valor.
Según datos del El Universal, inició a las 10:00 am, con un despliegue de mil 461 elementos de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), Policía de Proximidad y Granaderos, además de ello 80 camiones y diez trascabos que participaron en la destrucción de las casas, se sumaron 30 elementos de la PGJ, la SEDEMA, 200 trabajadores y 300 trabajadores la delegación Tláhuac. El argumento inicial era que el desalojo era parte de un operativo para recuperar el predio conocido como La Ciénega porque: "El predio tiene un uso de suelo de conservación agroecológica especial y hace un tiempo, las autoridades detectaron la presencia de personas vinculadas a depositar cascajo y vender la tierra ilegalmente". Es decir, la autoridad del GDF (PRD) junto con la autoridad delegacional (MORENA), estaban cuidando el medio ambiente porque se tiraba cascajo y además se desalojó a gente que ocupó los terrenos de manera ilegal.
Hasta aquí todo pareciera cuadrar, porque era un acto para recuperar terrenos ejidales, sin embargo, eso fue una total mentira. Primero, resultó muy sospechoso el casi absoluto silencio de los medios de comunicación para hablar de un tema tan importante, los pocos medios que hablaron del tema dijeron que el gobierno recuperó una zona invadida, segundo: los vecinos nunca fueron notificados del desalojo, es decir, no había orden judicial que avisara sobre este acto. Tercero. Los afectados no eran invasores, en un reportaje que publicó Antorcha TV, se muestra cómo los vecinos del lugar enseñan papeles que los acreditan como los dueños. Cuarto: el mismo día que los habitantes de La Ciénega eran desalojados se realizó un mitin en las oficinas del entonces GDF, una protesta total y absolutamente pacífica que fue brutalmente reprimida por los granaderos, con la clara intención de ocultar el tema a la ciudadanía.
Tiempo después del desalojo representantes de la trasnacional Walmart, citaron a los ejidatarios del pueblo para ofrecer la compra de La Ciénega en favor de esta cadena comercial. Era cuando el asunto fue más claro y donde quedó evidenciado que no se trataba de cuidar el medio ambiente como lo decía Tanya Müller, que por cierto todos recordamos la contingencia que se dio en la ciudad en meses pasados, dejando claro su total ineficiencia a pesar de tener un posgrado internacional, y que para nadie es desconocido que la Secretaría del Medio Ambiente del gobierno capitalino ha dejada olvidada su tarea por dedicarse a ser un promotor irreductible de los desalojos de humildes familias, que cometen el "delito" de comprar en zonas con uso de suelo no habitacional, sin embargo, no se castiga a los que venden, se margina a estos predios y no se les da servicios (agua, drenaje, luz, escuelas, lecherías), pero eso sí cuando hay elecciones los políticos asisten a estos predios a pedir el voto para que "ahora sí cambien las cosas", son habitantes que no existen en el mapa para la solución de su situación, pero que cuando se trata de que ellos salgan a votar sí se les toma en cuenta.
Después del desalojo las familias se encontraron en el total desamparo, fueron despojados de sus cosas de valor, y sus hogares en el que muchos de ellos tenían 30 años viviendo, se convirtieron en ruinas similares a las de Aleppo, no tenían ni con qué taparse del frío, unos pocos que pudieron acudieron con sus familiares, otros tantos hicieron casas prefabricadas para vivir, los únicos que acudieron a su defensa fueron los pobres organizados en Antorcha, los antorchistas cooperaron con víveres, se montó una carpa provisional donde los vecinos pudieran resguardarse del frío, y la lucha comenzó, desde entonces sus hermanos de clase nos hemos solidarizado con su causa y no lo dejaremos de hacer.
La lucha ha sido un ir y venir de maniobras por parte del gobierno de la Ciudad de México que encabeza Miguel ángel Mancera, Antorcha ha encabezado las mesas de trabajo y ha ofrecido soluciones al problema que van desde el avance en la regularización, hasta la reubicación de las familias, la misma cantidad de soluciones que ha ofrecido Antorcha, es la misma cantidad de veces que el gobierno se ha negado a resolver.
La idea ha sido desmantelar la voluntad de las familias afectadas, que se cansen y piensen que es mejor desistir de la lucha, sin embargo, no ha sido así, pues el pueblo organizado pero sobre todo consciente es capaz de grandes transformaciones, nuestros compañeros de La Ciénega han entendido a cabalidad que la lucha no es en contra del gobierno, sino del sistema económico, que el acto que ellos sufrieron es una muestra evidente de que los actuales partidos políticos representan a la clase poderosa de nuestro país (una clase, ya caduca y rancia, que necesita con urgencia ser renovada), han entendido que la tragedia que ellos vivieron es una de las tantas que ocasiona un sistema que sólo busca beneficiar a los grandes capitales como Walmart, y que la solución es la solución que propone Antorcha revolucionaria: el cambio de modelo económico. Para ello tendremos que redoblar esfuerzos seguir sumando adeptos a nuestro movimiento. Y decimos como Neruda:
no sufras
porque ganaremos,
ganaremos nosotros,
los más sencillos,
ganaremos,
aunque tú no lo creas,
ganaremos.
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