MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

¿A qué clase pertenecemos y cuál es nuestra lucha?

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Desde que en la comunidad primitiva los medios de producción rudimentarios fueron acaparados por unos cuantos hombres, éstos empezaron a apropiarse del trabajo ajeno, naciendo así, pues, la explotación. Esta cuestión dio paso a sistemas de producción distintos pero muy rapaces y benefactores para unos cuantos y perjudicadores para la gran mayoría como: el esclavismo, servilismo, y posteriormente el capitalismo, donde la explotación del hombre por el hombre se ha maximizado a tal punto de mantener en la pobreza a más de 3 mil millones de personas en el mundo.

La clase en el poder ha perfeccionado sus métodos para ocultar sus tremendos abusos contra la clase trabajadora. Lamentablemente le ha funcionado muy bien, pero en la función del capitalismo existe una contradicción.

El capitalismo mexicano es joven y utiliza todos los recursos que están en sus manos para mantenerse vivo y a la vez reproducir la relación de explotación. En teoría, por ley, el obrero sólo debe trabajar ocho horas diarias, pero es sabido por todos que el obrero mexicano trabaja 12 horas o más al día, y con ello, recibe un mísero salario de 102 pesos. Actualmente somos más de 125 millones de habitantes en nuestro país; 90 millones mayores de edad y/o adultos; alrededor de 55 millones son empleados, pero solo un aproximado de 20 millones son los que tienen un empleo formal que pueden percibir de manera segura su salario, mientras que más de 30 millones se mantienen del empleo informal, sumado a esto hay cerca de 3.6 millones niños que realizan alguna actividad laboral.

De aquí que afirmemos que el mexicano es quien más trabaja y el peor pagado en el mundo.

Gracias a los obreros el PIB crecerá en 1.63%, de acuerdo a datos proporcionados por el Banco de México (Banxico), aquí es donde podemos observar que la principal base de toda la estructura del modo de producción capitalista es la fuerza de trabajo que el obrero aplica directamente en el proceso de producción, además del trabajo no pagado, que es de donde surge la principal ganancia del capitalista, aquí emana la contradicción fundamental de este modelo de producción, por ejemplo, México es productor número uno a nivel mundial de plata, y todo eso es producido por los trabajadores directos en el proceso de producción, pero los beneficiados de la riqueza obtenida son los dueños de la empresa. Además de este enorme y evidente robo a los trabajadores, viene a agregarse la tremenda desigualdad social que sufren la gran mayoría de los habitantes de nuestro país.

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Y por si esto fuera poco, el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador remata con duros golpes a la clase trabajadora mexicana. Canceló, por simple capricho, la construcción del NAICM causando más de 50 mil despidos de empleados y la pérdida de 120 mil mdp; ha aumentado la cantidad de los productos de la canasta básica y con ello su precio, llegando casi a los 5 mil pesos mensuales; se suma el desabasto de combustible y el aumento en su precio de venta que afecta a todas las ramas industriales y económicas; y, para escandalo de todos, en Texcoco, Estado de México, la alcaldesa del partido de MORENA, Sandra Luz Falcón Venegas, ha creado una ley que prohíbe la propaganda política ¿con qué objetivo? Oponerse a la opinión pública y a la denuncia de su mal gobierno, sin importarle que esto sea violar el derecho de libertad de expresión.

Esto no es todo, continúa. Debido a la medida de austeridad de la "cuarta transformación" se han despedido a miles y miles de empleados de distintas dependencias gubernamentales: se despidieron a más de 2 mil empleados del SAT; se ha eliminado el apoyo a los comedores comunitarios, dejando sin comer, principalmente, a miles de campesinos de la sierra de Chihuahua, de la sierra chiapaneca, de la sierra del Mezquital, Durango, considerado ya a nivel nacional como el municipio con un nivel extremo de pobreza; se ha reducido el presupuesto del sector salud; el sector del campo ha quedado completamente olvidado por nuestro presidente; etcétera, etcétera. Esto significa que todos los mexicanos estamos siendo afectados por las medidas presidenciales aplicadas hasta ahora y que por lo visto va a continuar y a aumentar.

La realidad no puede negar ni ocultar aunque nosotros no queramos verla ella nos dice claro y fuerte que tenemos que reflexionar acerca de la actual situación en que vivimos y tomar una seria decisión: quedarnos observando la ficción en la televisión en la comodidad de nuestro hogar o unirnos, organizarnos y luchar todos juntos para transformar de raíz a nuestro México. Pero para tomar la decisión correcta y para no confundirnos primero debemos saber a qué clase social pertenecemos. Y para eso debemos pensar profundamente en lo siguiente. Un obrero lo único que tiene es su fuerza de trabajo, la cual vende al capitalista a cambio de un salario, este sólo le permite recuperar su fuerza para repetir el ciclo del proceso de producción. También el obrero se encuentra en un bloqueo social, está imposibilitado de desarrollarse libremente en una actividad cultural o deportiva, es afectado por la injusta distribución de la riqueza que realiza el Estado.

Otro afectado más por la injusta distribución de la riqueza es el campesino que, aunque tenga pequeños medios de producción nunca podrá salir de la pobreza en la que el mismo Estado lo ha sumido. Existe otro estrato, los profesionistas, que en general realizan tareas de cuidado del sistema imperante pero que (como ya lo analizamos) también está siendo golpeado por el presidente, por ejemplo los médicos, quienes están siendo afectados por el recorte al presupuesto del sector salud.

Entonces, en este mundo sólo existen dos clases sociales: ricos y pobres, explotadores y explotados, clase burguesa y clase proletaria. Cada una tiene sus propios intereses; la clase burguesa se preocupa por seguir explotando al trabajador para incrementar su riqueza y su poder, y también de negarle todo a la clase trabajadora; los intereses de la clase proletaria son tener un mejor empleo y ganar un justo salario, tener completo acceso a la salud, a la educación y de tener más tiempo libre para desarrollar su espíritu en la cultura y deporte.

Ya teniendo bien claro todo esto, tenemos que aceptar de forma revolucionaria que pertenecemos y somos la clase trabajadora, la clase proletaria, la clase productora de la riqueza social, y debemos eliminar completamente la mala concepción burguesa que nos ha formado el mismo sistema mediante su poder ideológico. Aceptemos, pues, que estamos siendo maltratados por nuestra clase antagónica, ¡quitémonos la venda de los ojos! ¡Rompamos las cadenas de la esclavitud del siglo XXI! México necesita a su pueblo unido, organizado y educado para llevar a cabo la importante tarea de terminar definitivamente con la pobreza y la desigualdad social.

Para realizar esta tarea de la manera más correcta, es absolutamente necesario, resulta indispensable unirnos a las filas del Movimiento Antorchista Nacional, ¿por qué? Porque Antorcha es la única organización que se ha encargado de aglutinar, organizar y educar a más de dos millones y medio de mexicanos que han comprendido a qué clase social pertenecen, y que, con ello, luchan un día sí y al otro también para lograr realizar el verdadero cambio que México necesita.

No es un secreto que Antorcha formará su propio partido político, y este no será como los que ya conocemos, más bien, será el partido político que velará por los intereses de la clase trabajadora mexicana. Pero necesitamos ser muchos más antorchistas. A los que aún desconocen lo que en verdad es Antorcha, a los que escucha o ven una y mil mentiras acerca de la "Antorcha Mundial", los invito a ver la realidad con los ojos abiertos y a que se decidan de una vez por todas a liberarse de las cadenas del capitalismo, a que se decidan a construir una sociedad mejor y más justa. Elijan la mejor opción.

 

"¡Arriba, mis hermanos!

¡Arriba, mis titanes!

Ondeen las banderas;

a la batalla todos, y en ella

con valentía muramos.

No hay porqué temer a la muerte

si vamos en busca de justicia verdadera.

¡Vamos, hermanos míos,

no hay nada qué perder

excepto nuestras cadenas!»

 

Fragmento de la poesía

"La bestia blanca y mis titanes"

de José Vázquez.

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