Ayer por la mañana, a un año de su muerte, más de 30 mil antorchistas del estado de puebla, su tierra natal, en dos eventos simultáneos, armados con sus voces y nuestra bandera, su bandera, por enésima vez exigieron justicia por su cobarde asesinato. No nos engañamos, sabemos, como él sabía, que el precio que se paga cuando la lucha en favor de los pobres es verdadera, es a veces, la vida misma. Por lo tanto, nos queda claro que no sólo hay desinterés por esclarecer su muerte, al negarse a encarcelar a los autores intelectuales, sino que la consigna es encubrirlos, porque condenarlos sería confesar que es una política de estado para detener la lucha antorchista en favor de los pobres de México, cegando la vida de nuestros líderes más representativos.
En la década de los 70 y principios de los 80, en la Sierra Nororiental de Puebla, la vida de los pueblos indígenas se volvió humillante e insostenible, cuando mestizos de otros pueblos urbanizados sometieron a una feroz explotación a los habitantes de esta zona marginada. Y fue por eso que los campesinos huitziltecos solicitaron la ayuda de Antorcha Campesina para liberarse de las garras de estos caciques feudales.
Hutizilan de Serdán, cuna de Manuel, fue el epicentro de la lucha más feroz en el estado entre explotadores y explotados, en los tiempos modernos. A manos de los caciques refugiados en la UCI y otras sedicentes organizaciones de "izquierda" -que ya desde entonces gozaban de protección oficial- murieron más de 200 campesinos, a los dolientes, no se les permitía ni recoger a sus muertos, que eran devorados por los perros. Fue con la fuerza de masas de nuestra organización y con la decisión de líderes como Francisco Luna Gobierno y Máximo de La Cruz, que la ley pudo hacerse valer para encarcelar a los asesinos más rabiosos, liberando con ello a los indígenas y dando paso al restablecimiento de la vida pacífica en el municipio.
Finalmente se pudo encausar a la población por la ruta del progreso, fundando gracias a la actividad gestora de Antorcha, escuelas de todos los niveles educativos hasta llegar al nivel universitario, hospitales de calidad, obteniendo servicios públicos decorosos, espacios deportivos y culturales, obras que hacen de la población una población amante de la educación, las artes, la cultura y el deporte, y en este entorno, aderezado con la tradición de lucha que hizo a éste un pueblo libre, se educó y erigió Manuel Hernández Pasión, como héroe que se curte y templa en el mejor de los ambientes, ambiente que le permitió adquirir talla de gigante a temprana edad.
A la edad de nueve años, se incorporó a los clubes de danza y música de las diferentes escuelas, en la secundaria comenzó a participar de manera activa con el proyecto de transformación de Huitzilan, ya en la preparatoria, se integró al grupo de alfabetización que impulsó el ayuntamiento y se convirtió en promotor de esta loable actividad, de 2002 a 2005 se desempeñó como regidor de educación, desde donde encabezó la lucha por las claves para tres primarias y cuatro preescolares; en el siguiente trienio, se desempeñó como secretario de gobernación del municipio, en 2008 se convirtió en director del Bachillerato y posteriormente en director de la escuela Normal, y ahí, en líder magisterial. Posteriormente, en 2013 fue elegido como presidente municipal, con lo que su grandeza de líder indígena empezó a escribir páginas de la historia moderna de su pueblo natal, pues en su persona se conjugaron los anhelos de justicia verdadera, el arrojo propio de la juventud, la sensibilidad y claridad de miras. Bajo su dirección, el gobierno municipal invirtió la inigualable cantidad de 638 millones de pesos en obras y servicios, llevando a Huitzilan por el camino del increíble progreso que hoy hace de ese poblado enclavado en la sierra, ejemplo a nivel nacional.
Con este impactante ejemplo se atentaba contra los cacicazgos de toda la zona, pues la estrella de Manuel, iluminada por el Movimiento Antorchista, se iba erigiendo como la luz que alumbraba el camino para todos los humildes de la región, convenciéndolos de organizarse en nuestras filas, influencia que se demuestra con el evento que se aprestaba a dirigir para celebrar un aniversario más de la lucha de Huitzilan por su libertad, evento que reuniría a 50 mil antorchistas.
Y fue en ese contexto que los caciques cercanos, con la complacencia o la complicidad de los poderes en el estado, decidieron detener el peligro que amenazaba con destruir su feudo, dando un golpe mortal en la cabeza más visible de nuestros líderes más representativos. En un paraje conocido como "las goteras", de Zacapoaxtla, los primos del presidente municipal Guillermo Lobato Toral, que fueron detenidos gracias a la exigencia de los antorchistas, asesinaron cobardemente a Manuel Hernández pasión y a su único elemento de seguridad, Juventino Torres Melquiades. Pero los asesinos intelectuales, Guillermo Lobato, el cacique Alonso Aco y el pseudo cura José Martínez Hernández, que tuvieron la desfachatez de amenazar de muerte hasta el cansancio al líder indígena, sin que las autoridades estatales tomaran cartas en el asunto, no han sido llevados siquiera a juicio alguno, cobijados por la "izquierda" de nuestros días y protegidos por alguien en el gobierno estatal.
Días difíciles y tenebrosos se ciernen sobre los líderes naturales del pueblo de México. Hoy, vestidos de defensores de los pobres, se enseñorean los lacayos de los poderosos de siempre. Millones de mexicanos dado su escaso entendimiento de la realidad que nos ha tocado vivir, han favorecido un proyecto político que mudando de piel, seguirá reproduciendo el sistema de extrema explotación que enfrenta la clase trabajadora.
Este sistema, todavía se retuerce en el maquillaje, la mentira y la falsedad, pero esta situación no podrá sostenerse por mucho tiempo, salvo con las medidas represoras y terroristas como la que le arrebató la vida a nuestro compañero Manuel Hernández Pasión. No nos arredramos, la sociedad, como ya dijeron otros luchadores antes que nosotros, está sujeta a las leyes del desarrollo y necesariamente, en México tendrá que superar esta etapa de atraso y crisis permanente. Por lo tanto, en estas horas de tinieblas y oscuridad, la luz de nuestros héroes alumbrará con su ejemplo nuestro camino. La represión y el autoritarismo, como ha sucedido desde siempre, juegan un papel contrario al esperado por los poderosos, porque el incremento de la injusticia es la prueba para los oprimidos de la necesidad de radicalizar su lucha.
Y ayer, con esos 30 mil antorchistas que en su gallardía y coraje, llevan la voz de millones de mexicanos, pedimos castigo para ese cobarde y artero crimen, demostrando que los enemigos del progreso de los humildes de México, no han conseguido nada, que hoy a Manuel, lo han hecho causa, lo han hecho consigna, lo han convertido en bandera de los pobres, porque los grandes hombres, los que con sus actos, cualidades y virtudes al servicio de los humildes, alumbran el camino de la libertad, nunca mueren, porque los ideales de justicia y los anhelos de libertad no se matan. Hoy nos dan las herramientas para demostrar que no hay justicia ni ley para el pueblo y sus defensores, que en este país la ley y la justicia se compran y se venden, se humillan y se arrodillan ante los explotadores, para que estos hagan y deshagan a su antojo con nosotros lo que mejor les plazca.
A ellos, les decimos que un ejército de hombres, minuto a minuto camina por la senda de Manuel, hombres que armados con su ejemplo, levantaron su bandera y tomando su ejemplo terminarán su tarea; y a ti, compañero, que nos dueles a cada hora y a cada instante, que ofrendamos como tú, nuestra lucha y nuestra vida, por la liberación de nuestro pueblo, que en nuestra memoria vivirás por siempre y que allá en lo más alto del Asta que se admira desde las anchas y alegres avenidas de nuestro recuerdo, vibrando con aires de libertad -que millones de voces esparcen por toda nuestra patria- ondeando altiva y orgullosa, se encontrará siempre tu bandera, iluminada con la llama de nuestra antorcha, para que alumbre a nuestro pueblo y lo dirija por el camino de la libertad y el progreso.
¡Hasta siempre compañero!
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