A juicio de diversos analistas serios, investigadores sociales, pueblo consciente y de quien escribe estas líneas, México atraviesa una de las crisis más duras en los últimos años, es cierto que nunca hemos sido una nación con buena prosperidad social y económica como ejemplo internacional y tampoco hemos podido salir del atraso en que nos encontramos, pero la realidad es precisa cuando nos demuestra que, en lugar de avanzar, vamos en retroceso, y es que desde la llegada de López Obrador a la presidencia de la república, su principal objetivo, más que mostrarse preocupado por el bienestar de los 126 millones de mexicanos, pareciera que denostar a organizaciones sociales es más importante para él, además de aplicar la misma estrategia que sus antecesores y hacer uso de los medios de comunicación y regalar dinero para crear una buena imagen pública ante el rechazo de miles de mexicanos que ahora se dan cuenta de la verdadera intención de su gobierno.
Hasta el 2018 México tenía 53.4 millones de pobres, de acuerdo con cifras oficiales del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), y estos datos no han disminuido en lo que va del nuevo sexenio. Además, el informe Panorama Social de América Latina 2018, realizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), detalla que México aparece como uno de los países con mayor desigualdad entre las familias, respecto a la distribución de la riqueza, seguida de la desigualdad por ingresos y la desigualdad en la propiedad de activos financieros; además en dicho análisis, se prevé que en México se alcancen las metas de superación a la pobreza hasta el 2035, siempre y cuando mantenga un desempeño similar al histórico en materia de crecimiento y reducción de la desigualdad.
Analizando objetivamente estos datos, nos damos cuenta de que esa meta queda ahora más lejos, Andrés Manuel López Obrador justifica sin fundamentos claros la aplicación de una política económica que perjudica severamente el poder adquisitivo de las familias pobres, a lo que él llama "austeridad republicana" y el "fin de la corrupción", además, de sumar a ello su política de "cero intermediarios" en la entrega de programas federales, con lo cual pretende hacer un buen manejo de los recursos públicos, generar más ahorrándose el despilfarro de la corrupción y con ello ayudar "primero a los pobres". Todas estas medidas no son otra cosa que propuestas de soluciones a medias, porque ninguna de ellas ataca verdaderamente los males del país, el nuevo gobierno de "izquierda" no ha entendido que la sociedad mexicana no necesita paliativos para sus problemas, requiere de soluciones concretas porque la realidad así lo exige.
Con la aplicación de estas medidas ha dejado sin la posibilidad de que miles de familias pobres puedan contar siquiera con lo mínimo necesario para llevar una vida digna, al recortar el Ramo 23, que es el presupuesto destinado para obra pública, millones de mexicanos no contarán con electrificaciones, aguas potables, pavimentaciones, drenajes, etc., además de que desaparecen programas de apoyo a las familias como Prospera, Estancias Infantiles, de vivienda, y hay una reducción de recursos a los sectores de salud, educación y empleo; estando las cosas así, se vuelve casi imposible que podamos rebasar la meta de acabar con la pobreza. ¿Y qué hace López Obrador al respecto? Denostar y calumniar a quienes critican esta mala política, como han sido víctima diversos analistas serios y periodistas; acusar de chantajistas a los que demandan más y mejores servicios básicos, y sentenciar sin prueba alguna a un linchamiento público y mediático a organizaciones sociales que, como el Movimiento Antorchista, exigen que se le devuelva al pueblo a través de obras y servicios los impuestos que salen de su bolsillo; además de justificar su mala visión del trabajo a través de sus conferencias mañaneras y entregar dinero "directamente" sólo a unos sectores de la población, descobijando aquellos que no le son útiles para el proceso electoral que se avecina donde el pueblo determinará si continúa como presidente o no; a esto hay que agregar los malos manejos y maniobras que se han presentado en la licitación de obra pública federal como el aeropuerto de Santa Lucía, el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas, proyectos millonarios que beneficiarán directamente a la burguesía nacional y extranjera perteneciente al neoliberalismo, que el mismo presidente dio por terminado en México.
Con todo lo que se vive, al pueblo mexicano le ha quedado claro del lado de quién está López Obrador ¿no que primero los pobres?
A esto agrego que, un día sí y otro también, en todas las plazas públicas donde el señor presidente hace presencia o en sus mañaneras, no se cansa de descalificar al antorchismo, llamándolo "Antorcha mundial" y señalándola, siempre sin pruebas, de ser una organización "intermediaria" en la entrega de apoyos, mismos que, como se sabe, han sido manejados por el propio gobierno y que ésta administración de "izquierda" los utilizan para entretener al pueblo, a quien ni siquiera le ha entregado todo aquello que le prometieron.
El antorchismo nacional, desde hace 45 años, se ha planteado la tarea de luchar contra la pobreza, tarea que, por tratarse de educación popular, organización y lucha, trastoca los intereses de la clase política en el poder que se siente afectada por nuestra existencia, pero no por eso desistiremos en nuestro objetivo; seguiremos defiendo a los desposeídos de México, vamos a exigir que López Obrador cumpla sus promesas de campaña, que conste que después de 18 años ya llegó a donde quería, ahora debe cumplirle a los mexicanos que le dieron un voto de confianza.
Que quede claro también que las peticiones de obra pública, educación, salud, empleo, vivienda, apoyos al campo, etc., no son demandas únicas del antorchismo, sino del pueblo en general, mismo que a nivel nacional ya empieza a reclamar otros resultados y que si no son atendidos le pasarán la factura al gobierno morenista como lo hicieron con los anteriores.
Asimismo, exigimos respeto para el Movimiento Antorchista, respeto para quienes han decidido encabezar a los pobres y los dos millones de mexicanos que conscientemente militan en sus filas, somos una organización absolutamente legal, respaldada en un derecho constitucional y que siempre ha trabajo con apego a la ley, exigimos también solución a nuestras legitimas peticiones y no más intimidaciones y amenazas, porque con esas acciones no acabarán con Antorcha, mucho menos con la desigualdad y pobreza que impera en el país.
Pueblo mexicano, no vean en los antorchistas a un enemigo, nosotros, al igual que ustedes, queremos dejarles una patria más justa a nuestros hijos, pero es necesario que juntos demos la lucha para que así sea, soluciones a medias ya no queremos.
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