Esta semana las redes sociales y medios de comunicación del país, pero sobre todo en Michoacán, se inundaron con el mensaje que dio el gobernador de este estado, el ingeniero Silvano Aureoles Conejo, respecto a la visita que hará en próximos días el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, a su homólogo de los Estados Unidos, Donald Trump. Cabe resaltar que este sería el primer viaje del mandatario mexicano al extranjero desde que tomó el poder en 2018.
La visita, según lo informado por el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, será los días 8 y 9 de julio, y en ella se buscará mantener una conversación sobre temas de interés común entre los tres países que conforman el TMEC, si bien aún no se ha decidido la presencia de Justin Trudeau, primer ministro de Canadá.
Es en este contexto social, económico y político que sale a relucir el mensaje del gobernador de Michoacán, mensaje, a mi parecer, valiente y claro. Paso a exponer algunos aspectos de este pronunciamiento, y mi personal reflexión, que creo, amable lector, ayudan a poner de relieve el estado de cosas en lo concerniente a nuestra relación con el actual gobierno de los Estados Unidos, y que enmarca la visita de López Obrador.
Silvano Aureoles dijo, en primer lugar, que la reunión será con el presidente más racista que haya tenido Estados Unidos en las últimas décadas, que ha promovido el odio contra los migrantes de cualquier lugar, incluidos los latinoamericanos, y sobre todo los mexicanos, a quienes ha despreciado y maldecido, denostando a nuestro país; aquí es preciso dar a conocer que en EE.UU., de 57 millones de latinos, 63 por ciento son de origen mexicano, es decir, más de 36 millones de personas (datos de BBC Mundo). Los migrantes se han convertido en la mano de obra del país más poderoso del imperio y viajan en busca del llamado "sueño norteamericano", que para la inmensa mayoría se torna verdadera pesadilla, en medio de una inmisericorde explotación y de mil y un vejaciones de que son víctimas.
Pero, ¿por qué ocurre esto? México ha sido siempre un país productor de materias primas y también ocupa un amplio sector de su fuerza laboral para ensamblar automóviles, computadoras, celulares, etc., productos que Estados Unidos vende luego a México a precio de oro. Se explota así la mano de obra mexicana barata: dice la OCDE que el salario en México es el más bajo entre los 36 países que integran a ese organismo internacional. Es la nuestra una fuerza de trabajo casi regalada: en Estados Unidos se paga 12 veces más por el mismo trabajo, y en Canadá 14 veces. Es este un "atractivo" del modelo neoliberal mexicano para atraer inversión extranjera, situación que el actual gobierno, sedicente de izquierda, no ha modificado ni un ápice.
Esta situación existía antes de la 4T, y continúa. Ahora se agregan nuevos agravios que exhiben al gobierno de López Obrador como servil ante el vecino del norte. Concretamente, estamos siendo utilizados como escudo para contener la ola migratoria. Hace poco más de un año, Donald Trump prácticamente obligó al presidente de México a desplegar la Guardia Nacional en la frontera sur, y también en la norte, para impedir el paso de los migrantes centroamericanos y evitar así que lleguen a incomodar al señor de la Casa Blanca. López Obrador en este sentido también dobló las manitas; mientras allá, en los Estados Unidos, nuestros paisanos luchaban exigiendo respeto y trato digno.
En este contexto se ubica, y se justifica, el llamado de Aureoles al presidente. Lo cito textualmente: "A los mexicanos no nos gusta su actitud de sumisión y de subordinación ante este personaje (Donald Trump), no nos parece digno que su primera salida del país como presidente de México y jefe del Estado mexicano sea por instrucciones de Donald Trump; le pido que se asuma como jefe de Estado...no sea usted cómplice de los que han pretendido pisotearnos, no agache la cabeza ante quienes nos ofenden".
Creo amigo lector, que, a todos los mexicanos, independientemente de la filiación política, debería preocuparnos la forma en que se juega con la soberanía y la libertad de nuestro país. Agachar la cabeza ante el gobierno más racista e insensible que existe, es poner en riesgo a México. No somos animales, como alguna vez nos llamó Trump, monumento vivo a la arrogancia. Los mexicanos somos gente trabajadora y exigimos a Andrés Manuel López Obrador no nos convierta en tapete del imperio; necesitamos un gobierno con la frente en alto, que defienda nuestras garantías constitucionales y nuestros derechos como seres humanos. Sé de antemano, y no quiero ser ingenua, que la forma en que AMLO ha venido gobernando y manejando la relación con Estados Unidos no permite esperar una posición digna en defensa de la soberanía. Pero nosotros hoy tenemos no solo el derecho sino la obligación de alzar la voz y protestar. Hacia el futuro... la historia lo juzgará.
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