MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Víctor Puebla: sigamos su ejemplo

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La organización Antorcha Campesina, en sus 47 años de lucha, se ha dado a la tarea de educar y organizar a las masas, para alcanzar esta meta tan ambiciosa se necesitan hombres y mujeres valientes y decididos.

El  arte  nace de la necesidad del hombre de expresar sus vivencias, sus sentimientos pero, sobre todo su visión de la realidad que contempla. El arte para desarrollarse reclama entonces la existencia de hombres valientes. Para  muestra un botón.

Hace  unos días  se celebró la quinta edición del Festival de Teatro “Víctor Puebla”, que lleva el nombre de uno de esos “hombres” como lo fue Víctor Puebla, que bien merece un homenaje, pero no es el punto. En este escrito, quiero abordar su labor; es decir, la forma en que empleo el arte como una herramienta imprescindible para cambiar al mundo, cuyos resultados están a la vista de todos y constituyen el gran legado que hace de Víctor Puebla un artista inmortal.

En el Prólogo del libro “Antología Selecta de Víctor Puebla”, la maestra Tania Zapata Ortega dibuja una caracterización del trabajo de “El Divo”. Quiero comenzar con la introducción: “muchos lo recordamos como un hombre generoso, consecuentemente solidario, como un artista verdadero que dedicó su talento y disciplina al servicio de la causa más elevada a que pueda aspirar”, y añade la trascendencia más amplia: “la liberación material y espiritual de la humanidad, y consagró su vida hasta el último aliento a promover el teatro a lo largo y  ancho del país”.

Sigo: “la gran sensibilidad y cultura lo alejaban de la fanfarronería vulgar, de la auto exaltación vana, poseía una asombrosa empatía y en sus ademanes, en sus palabras se podía adivinar las dolorosas luchas internas”, pero más allá de crear una imagen personal, la  maestra Zapata recalca cómo coincide con el Movimiento Antorchista y su gran proyecto de llevar arte a las masas empobrecida de  nuestro país.

Ya lo decía el valiente Don Quijote: tenemos que dar la lucha contra tres gigantes que son la injusticia, el miedo y la ignorancia, es por ello que el trabajo de Víctor Puebla fue llevar a escena a los grandes dramaturgos universales, como lo dice la Mtra. Zapata “autores  de altos vuelos”: Molière, Shakespeare, Novo y Carballido. El punto esencial del trabajo de “El Divo”, escribe Zapata, es que “decidió hacer teatro, pero no para hacerse rico y famoso, dándole al público aquello que lo aletarga o engaña, sino con el claro, firme e imperioso objetivo de educarlo, de sensibilizarlo, es  decir, con un alto propósito: abrirle los ojos y convocarlo al cambio.

La valiente y decidida tarea de “El Divo” de realizar teatro para la masa empobrecida ha dejado frutos. Valentina Galicia Hernández, en su artículo “Víctor Puebla: mis mejores momentos en el escenario usted me los regaló” narra que ha acudido durante cinco años al festival, para admirar “la forma en la  que promueve el arte  y la cultura en los  niños, en los  jóvenes, en los humildes por y con los que luchamos”; y recuerda con emoción todo el maravilloso banquete teatral; manifesta su asombro por las puestas en escena. Recalca, líneas adelante: “A pesar de que no lo conocí, su  ideal es mi ejemplo, su compromiso con el pueblo también es mi compromiso, su teatro en favor  de los pobres es  mi inspiración”.

Los datos del Coneval nos dicen claramente que en México hay más pobres, aunque AMLO diga que “tiene otros datos”. Por eso, el ejemplo de Víctor Puebla de dedicar su vida a llevar arte a los pobres para educar y organizar a la masa cobra mayor relieve. Hoy más que nunca el legado de El Divo nos recuerda la tarea impostergable: realizar más arte en las escuelas, en  las colonias, en  el campo.

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