MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

ASÍ PENSAMOS... | USAID, la agencia gringa para fabricar “verdades”

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Cuando estudiamos el dominio económico imperialista de un país sobre otros, casi siempre conseguido por la vía violenta, salta a la vista que además se requiere un mecanismo inmenso y poderoso de control ideológico para hacer que los países e individuos sometidos acepten el yugo, vean como un destino deseable y posible pertenecer a esas élites opresoras e incluso muchos declaren que se sienten “felices” en su opresión y pobreza.

El imperio mundial de Estados Unidos no ha sido la excepción, convertido en potencia dominante después de la Segunda Guerra Mundial afianzó su dominio mediante la creación, por un lado, de una maquinaria de guerra, enmascarada como un pacto defensivo contra el avance del comunismo, llamada Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), un nombre que oculta la naturaleza guerrerista de esa agresiva organización mediante la cual instalaron mortales  bases militares en todo el planeta y protagonizaron decenas de invasiones, con millones de víctimas, en territorios de otras naciones; y por otro lado mediante la construcción, con muchos millones de dólares de por medio, de una maquinaria mundial de difusión ideológica a la que incorporaron universidades, centros culturales, cine, televisión, radio, libros y medios de comunicación que defendían a los Estados Unidos de las críticas de todo tipo que recibían por su política expoliadora de recursos naturales, concentradora de riqueza producida por millones de trabajadores, belicista y manipuladora, enmascarada por esos medios como defensora de la libertad y la democracia.

La escritora Frances Stonor Saunders llamó a esa maquinaria “la OTAN cultural”. En su muy documentada obra “La CIA y la guerra fría cultural”, escribió lo ocurrido después del banderazo de salida dado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en el “Congreso por la Libertad de la Cultura”, celebrado en 1950, en Berlín, a una operación para imponer la visión del mundo de los norteamericanos y satanizar a los soviéticos: “El consorcio que construyó la CIA… fue el arma secreta con la que lucharían los Estados Unidos durante la guerra fría, un arma que, en el campo cultural, tuvo un enorme radio de acción. Tanto si les gustaba como si no, si lo sabían como si no, hubo pocos escritores, poetas, artistas, historiadores, científicos o críticos en la Europa de posguerra cuyos nombres no estuvieran, de una u otra manera, vinculados con esta empresa encubierta. Sin sentirse amenazado por nadie y sin ser detectado durante más de veinte años, el espionaje estadounidense creó un frente cultural complejo y extraordinariamente dotado económicamente, en Occidente, para Occidente, en nombre de la libertad de expresión. A la vez que definía la guerra fría como «batalla por la conquista de las mentes humanas», fue acumulando un inmenso arsenal de armas culturales: periódicos, libros, conferencias, seminarios, exposiciones, conciertos, premios”.

Pero lo que empezó como todo un éxito, ahora presenta severas grietas. Conocer lo que hay tras ese espectáculo de la decadencia del imperio norteamericano debe servir para educarnos. El anuncio de Donald Trump de suspender durante 90 días la entrega de miles de millones de dólares provenientes del presupuesto público estadounidense a la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), ha servido para exhibir los miles de tentáculos extendidos por el mundo para influir en la opinión pública, a través de financiar a miles de periodistas y cientos de medios de comunicación “independientes” que recibían “cursos de capacitación”, “premios” y subsidios directos a su operación para defender, o por lo menos no oponerse, a los intereses geopolíticos de los Estados Unidos en el mundo.

Las huellas del trabajo sucio de la USAID se encuentran por doquier: “Al menos 30 medios digitales y organizaciones periodísticas en países como Colombia, Venezuela, Nicaragua, Cuba y México son beneficiarios directos de fondos de USAID entre 2020 y 2024. Estas asignaciones de miles de millones, se justifican bajo el paraguas de «fortalecer la democracia» y «promover la libertad de prensa». No obstante, los recursos están concentrados en entidades que priorizan coberturas alineadas con narrativas críticas hacia gobiernos considerados adversarios de Washington, como los de Venezuela y Nicaragua. En Venezuela, al menos una decena de medios, y en el exterior —como NTN24 Venezuela, Caraota Digital y VivoPlay— operan desde Colombia, España o Estados Unidos con financiamiento de USAID. Según los datos, los millonarios aportes son destinados principalmente a reportajes sobre la «crisis humanitaria» y la supuesta «represión política», pero con escaso enfoque en las consecuencias de las sanciones económicas de EE.UU” (medium.com, febrero 2024). Igual que lo hizo EE. UU. de manera sutil en la guerra fría, lo hace ahora de manera descarada mediante la USAID, olvidando la célebre frase de Richard Crossman: “la mejor manera de hacer propaganda es que no parezca que se está haciendo propaganda”.

A los seis días de ocupar la Casa Blanca, Trump ordenó congelar los fondos de la USAID. “El golpe es fulminante. La agencia, cuyo presupuesto anual alcanza la cifra de 42,800 millones de dólares, significaba uno de los grandes sustentos a la prensa y el periodismo independiente. Según sus propias cifras, en el año 2023 apoyaron a 6,200 periodistas, respaldaron a más de 700 medios y a casi 280 organizaciones de la sociedad civil relacionadas con el periodismo. Este año, el presupuesto para los medios independientes y el libre flujo de información alcanzaba la suma de casi 268 millones de dólares”, reportó el diario EL PAÍS, dando voz a varios medio damnificados por la suspensión y que se autonombran independientes. Por su parte, Elon Musk, el multimillonario y ahora principal aliado de Trump “catalogó a la USAID de “corrupta”, “organización criminal” y “nido de víboras de marxistas de izquierda radical que odian a Estados Unidos”.

Evidentemente, la USAID no es un centro de difusión marxista y promotor de revoluciones populares, sino que el grupo oligárquico que llegó al poder en Estados Unidos considera que ya no le es útil, así como estaba funcionando. No es que Trump vaya a renunciar a tener una maquinaria de control ideológico, lo más seguro es que la restricción presupuestal y amenaza de desaparición de la USAID sea solo una manera de enseñarles a todos los que dependen financieramente de esa agencia, quién manda ahora, depurar a los tibios o ineficaces y alinear a esos miles de comunicadores patrocinados, para que no ataquen a Donald Trump ni pierdan tiempo en promover temas que en otro momento consideraron útiles en Washington para dividir a los pueblos y desviar su atención de las luchas por la emancipación económica para todos. O tal vez ha decidido jubilar a todos esos aliados a sueldo y sustituirlos por las redes sociales comandadas por Elon Musk y otros. Pronto lo sabremos, pero el espectáculo para dejar sin millones de dólares a la USAID comprueba la existencia de esa maquinaria mundial de manipulación y sedación de millones de seres humanos para que no despierten, ni se organicen ni luchen. Ahora que lo comprobamos, no confiemos ciegamente en los medios, ni en los noticieros y analistas que navegan como independientes en México, en Venezuela, en Cuba, en Ucrania, en África o en cualquier otro continente, con un cheque expedido por Estados Unidos en el bolsillo.

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