La ciudad fronteriza de Tijuana fue el escenario en el que se realizó el ocho de junio el denominado "Acto de unidad en la defensa de la dignidad de México y en favor de la amistad con Estados Unidos (EE.UU.)", convocado por el presidente de México Andrés Manuel López Obrador, como respuesta a las amenazas del presidente Donald Trump de imponer aranceles a todas las mercancías importadas desde México. En la red social Twitter, la plataforma digital predilecta del mandatario estadounidense, rápidamente se posicionaron los "hashtags" a favor y en contra del mitin antiarancel ConmigoNoCuentesLopez y EstoyConAMLOxMexico, que buscaron influir en la percepción de los internautas acerca del problema comercial y migratorio. La guerra digital se prolongó durante varias horas.
Mientras esto sucedía, en Washington D.C., el esfuerzo de los negociadores mexicanos para lograr un acuerdo y evitar los aranceles mostraba pocos avances, en tanto que la parte norteamericana sometía a la delegación mexicana a sus designios, logrando que el gobierno de México cediera en todas las medidas exigidas por EE.UU., como reforzar la frontera sur con el despliegue de seis mil efectivos de la Guardia Nacional, además, accedió a que los migrantes que soliciten asilo en el país de las barras y las estrellas, esperen el tiempo que dure el juicio para ser aceptados o rechazados, en territorio nacional, así como ofrecer oportunidades laborales y acceso a la salud y educación a los migrantes y sus familias mientras permanezcan en México.
A estas medidas que comenzarán a aplicarse a partir del 10 de junio, hay que recordar que el gobierno mexicano se esforzó durante toda la semana en realizar acciones que contribuyeran a ganar la simpatía de Donald Trump y evitar los aranceles, como la detención de Irineo Mujica y Cristóbal Sánchez, principales líderes de las caravanas migrantes y el bloqueo de varias cuentas bancarias que, según la Unidad de Inteligencia Financiera, estaban relacionadas con el tráfico de migrantes.
Más que una postura enérgica de López Obrador, un sector importante de la sociedad consideró que el mitin antiarancel fue un intento fracasado por recuperar el índice de popularidad del titular del Ejecutivo federal que ha venido de más a menos, porque durante seis meses de gobierno, el presidente se ha dedicado a desunir al pueblo de México con falsas acusaciones en contra de organizaciones sociales, además, desapareció programas que beneficiaban a millones de mexicanos pobres que se han quedado sin la posibilidad de alimentarse, curarse, educarse, etc.
A esta situación, hay que añadirle la creciente inconformidad de la gente porque no se está realizando obra de infraestructura para desarrollar pueblos y colonias marginadas del país. Paradójicamente, López Obrador convocó a todos los mexicanos para respaldar a su gobierno, que ha golpeado abiertamente a las clases trabajadoras. ¿Será política de este gobierno utilizar el pueblo sólo como medio de negociación para arropar al presidente en situaciones que él mismo ha propiciado por desconocer la coyuntura política nacional e internacional? ¿Por qué su actitud hacia los pobres e indefensos que piden solución a sus justas demandas es altanera, ríspida y evasiva, en tanto que ante los poderosos muestra una actitud pasiva, sumisa y zalamera? Los primeros en mostrar su apoyo a la convocatoria presidencial no fueron precisamente los menesterosos y explotados de este país, sino las poderosas organizaciones patronales, cúpulas empresariales y políticos santificados y beatificados por el partido Morena.
Entre los primeros gobernadores que gritaron a los cuatro vientos su participación en la convocatoria lopezobradorista estuvo ni más ni menos que Omar Fayad Meneses (PRI) de Hidalgo y Adán Augusto López Hernández (Morena) de Tabasco. El primero de ellos, publicó El Universal, llamó a todos los hidalguenses a sumarse al presidente para demostrar que no se encuentra solo: "Pido el apoyo a los hidalguenses que hagamos saber que Andrés Manuel no está solo. Aquí estamos todos unidos", aseverando que "nadie debe pisotearnos".
Por su parte, López Hernández, al ser cuestionado si asistiría al llamado, respondió con vehemencia: "¡Claro!, nosotros vamos a acompañar siempre al presidente de la República, ahí estaremos!", después del evento, el mandatario tabasqueño declaró que "Estábamos obligados a asistir...debemos ser recíprocos, solidarios y es parte de la convocatoria a la unidad nacional en estos días difíciles". ¡Vaya patriotismo! ¡Vaya solidaridad! ¡Vaya identidad de intereses económicos y políticos! ¡Unidad nacional para la defensa de los intereses de la clase dominante!
Hay que felicitar a los mandatarios estatales por este inusitado interés por la unidad nacional. Aunque quizá se olvidan, y lo olvida también el presidente López Obrador, que lo más importante es llevar realmente a cabo la unidad nacional del pueblo a través de la reconstrucción del desgarrado tejido social, creando empleos bien remunerados para todos los mexicanos, incrementado sustancialmente el salario de los trabajadores, reorientando el gasto social hacia los más necesitados y aplicando una política fiscal progresiva en la que paguen más impuestos los más acaudalados de este país.
Estas medidas no las está propiciando ninguna autoridad en el país, salvo honrosas excepciones. El buen juez, por su casa empieza, y en Hidalgo y Tabasco, la población sufre la desatención de los gobiernos estatales, que hacen caso omiso a las peticiones de miles de mexicanos pobres que buscan mejorar sus condiciones de vida. Tal parece que en estos casos no aplica la afamada "unidad nacional", multicitada por la clase política y empresarial, y mejor que cada quien se rasque con sus propias uñas para tener agua potable barata y de calidad, energía eléctrica, drenaje, pavimentación de calles, hospitales, escuelas dignas, etc.
El presidente anunció con bombo y platillo desde Tijuana la "suspensión indefinida" de la aplicación de aranceles progresivos a las mercancías mexicanas, para lo cual el gobierno de México tuvo que relegar a un segundo plano la atención de los graves problemas nacionales, como la inseguridad, la violencia, la falta de empleos, la crisis del sistema de salud, etc., para cumplir con las exigencias del gobierno de Estados Unidos; además, el presidente de la República pasó por alto informar en el "Acto de unidad", que la declaración conjunta, publicada como resultado de las negociaciones, tiene letras chiquitas, que no por ser chiquitas son menos peligrosas, como lo dejó entrever Donald Trump al aseverar a través de Twitter que "¡México ha accedido a comenzar inmediatamente a comprar grandes cantidades de productos agrícolas de nuestros geniales agricultores patriotas!".
Y que "es importante destacar que se acordaron algunas cosas que no se mencionaron en el comunicado de prensa de ayer, una en particular. Eso se anunciará en el momento adecuado". Por si esto fuera poco, está explícito en el documento que "ambas partes están de acuerdo en que en el caso de que las medidas adoptadas no tengan los resultados esperados (detener el flujo migratorio hacia EE.UU.), entonces tomarán medidas adicionales en un periodo de 90 días". Esperemos que no resulte más caro el remedio que la enfermedad.
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