En términos generales, durante las décadas finales del siglo XIX y las iniciales del XX, el constante incremento de las grandes conflagraciones militares entre estados en el mundo relegó a las guerras civiles a la categoría de casos excepcionales.
Sin embargo, el marxismo-leninismo, al preconizar la estrecha relación de la necesidad de guerra civil y revolución, como fases sucesivas y casi obligadas en la lucha entre burguesía y proletariado, reavivó y puso nuevamente en boga el concepto de guerra civil y lo integró, por primera vez, en un programa de explicación histórica necesario y casi obligado, en cualquier conflicto de transformación social.
La aparición de la Unión Soviética y de los nacionalismos extremistas, durante el periodo de entreguerras, ayudó, en cierta medida, a ocultar los procesos de guerra civil creados por la revolución o la contrarrevolución. Ya en la segunda posguerra mundial, el nazismo derrotado siguió hablando de guerra civil, en esos años aumentó la incidencia de las guerras civiles con la aparición de nuevos estados independientes débiles, la presencia en ellos de formaciones disidentes y la manipulación de las super potencias.
Durante la Guerra Fría, los académicos e historiadores y científicos sociales se dieron a la tarea de iniciar el estudio sistemático del fenómeno de la guerra civil, sin obtener grandes resultados, el final de la Guerra Fría desembocó en algunas guerras revolucionarias y de liberación nacional que eran esencialmente guerras civiles. El derrumbamiento del imperio soviético expuso las guerras internas a la vista del mundo desarrollado, que no eran más que disputas entre ideologías globalizantes.
La Guerra civil se ha ido convirtiendo, hoy en día, en una preocupación central para los estudiosos de las relaciones internacionales, porque desde finales del siglo XX, se fue de erigiendo como el modo más común de conflicto armado de alta intensidad. Algunos teóricos afirman que, este reavivamiento de la guerra civil no es más que el resultado de la acumulación gradual de conflictos no resueltos, que se produjeron tras el final de la Segunda Guerra Mundial.
Las guerras civiles sin intervención extranjera han ido en aumento de forma irregular, pero relevante desde los años 50. De las 195 guerras computadas a escala mundial entre 1945 y 1995, el 75 por ciento han sido Guerras Civiles, que han causado entre 16 y 35 millones de víctimas, y la proporción entre víctimas civiles y militares en estos conflictos se ha invertido espectacularmente.
Los estudiosos de las ciencias sociales han coincidido en que una Guerra civil deben entenderse como un “proceso de violencia a gran escala que enfrenta a dos o más grupos dentro de un estado reconocido, que luchan por el control del gobierno o por la extensión de su jurisdicción de poder”. La mayor parte de las investigaciones que se han realizado en los últimos quince años, se han basado en el análisis multifactorial y la determinación de índices de recurrencia, las variables evaluables del fenómeno de la guerra civil, basándose en el Coerrelates of War (COW), que no es más, que un banco de información estadística creado en 1963, para acumular conocimientos científicos sistemático, sobre las guerras desde la época de Napoleón, y que proporciona listas de conflictos con datos generales de los países afectados.
Hoy según el The Wages of War, una guerra civil es un conflicto armado que implica:
• a.- Una acción militar interna en la metrópoli, entre dos grupos o más de diferentes intereses.
• b.- Una activa participación del gobierno nacional
• c.- Y una resistencia efectiva por ambas partes, en donde se distinga situaciones bélicas genuinas, masacres, acciones militares.
Pero además esta definición se basa en cuatro premisas básicas:
• 1.- Uno de los actores primarios debe ser el gobierno nacional que está en el poder cuando las hostilidades comienzan.
• 2.- Ambos bandos deben tener capacidad de infligir muerte al otro.
• 3.- Debe ocurrir algún tipo de acción militar significativa, lo que implica una tasa de letalidad de al menos 1000 muertes civiles o militares en batalla por año.
• 4.- La guerra debe ser interna al país, ocurrir dentro de las fronteras de un estado y sus antagonistas principales serán los ciudadanos de este.
La guerra civil se distingue de otras formas de conflicto armado interno por el requisito de que, la violencia gubernamental debe ser sostenida y recíproca, y por el deseo de que debe superar cierto umbral de muertes que se cifra en más de 1000 personas al año.
Una guerra civil puede clasificarse en función de los fines perseguidos por los combatientes, del tipo de estrategia militar que emplean, de las características de los bandos en lucha, o del resultado del conflicto, la victoria, el acuerdo o logro de importantes cambios políticos y sociales. De esta forma se pueden enumerar diversas modalidades de guerra civil: las guerras revolucionarias, las de sucesiones, los conflictos étnicos, la guerra de guerrillas. Muchas de ellas se libran por medio de un combate regular antes que por medios más convencionales. Sin embargo, algunas pudieran mezclar la guerra irregular y la convencional.
La guerra civil se origina en un contexto de grave enfrentamiento social, que puede adquirir diferentes matices, el religioso (guerra cristera en México 1926-1929), el político-ideológico (España 1936-1939) el social (México 1910-1919), el étnico (Yugoslavia 1991-1995), o las más cruentas y duraderas que son las de liberación nacional donde la característica principal es el carácter patriótico-ideológico, convectivos y socioeconómico.
En suma, la guerra civil clásica puede darse por iniciada cuando los rebeldes obtienen de facto el control sobre una parte del territorio y organizan un gobierno, un aparato militar y una burocracia, es decir, un estado paralelo.
Algunos teóricos afirman que las mafias, las milicias, las órdenes y las sectas, nunca podrán orquestar una guerra civil de estas características ya que, según ellos, no controlan ningún tipo de territorio, que es la facultad esencial de la soberanía y del derecho de beligerancia según, el ordenamiento legal internacional, aunque esto, dicho sea de paso, en la actualidad ya no es del todo cierto.
Ante la nueva complejidad de la realidad actual, acerca del fenómeno de la guerra civil, los teóricos y científicos sociales, han venido modificando algunos conceptos y ordenamientos de tipo jurídico y político. Han surgido conceptos nuevos como: “guerras de baja intensidad”, “revoluciones de colores” y sobre todo durante los años 80 y 90 del siglo XX, se desarrolló un nuevo tipo de violencia organizada especialmente en África y Europa del Este, calificada de, “nueva guerra” o “guerras privatizadas”, o “guerras informales”, o “posmodernas” o “degeneradas” que implicaba un des-dibujamiento de las características de la guerra convencional entre países o entes políticos organizados, con la presencia especial y destacada, de nuevos actores bélicos poderosos como es el crimen organizado, cuya característica importante es la violación a gran escala de los derechos humanos de civiles y militares.
Estas nuevas guerras también tienen objetivos políticos, pero fundamentalmente económicos, que permiten que esas organizaciones delictivas amplíen su abanico de acciones ilícitas y también lícitas. La meta es la movilización política basada en la identidad, la infiltración en las esferas políticas oficiales a través del poder económico de la corrupción, y como consecuencia la parcial apropiación e influencia de una parte del poder político de la nación. La estrategia militar, para lograrlo, es el desplazamiento de la población y la desestabilización social y económica con el fin de deshacerse de aquellos cuya identidad es distinta e incómoda y fomentar el odio, y sobre todo, el miedo masivo, el pánico social a través de la extorsión y el asesinato cuento y vil en la población, y últimamente la aplicación masiva del terrorismo social.
Al final de cuentas, los teóricos en la materia, ha llegado a la conclusión que en la actualidad no existe un solo arquetipo de guerra civil, ni en su origen, ni en su desarrollo, ni en sus objetivos, aunque la mayor parte se deba a la pérdida grave de legitimidad del sistema político o de plano al desmoronamiento del estado como tal. Tal como sucede en México.
En la mayoría de los estados, el término de guerra civil provoca irritabilidad y miedo, muchos gobiernos evitan hablar de ello y casi siempre niegan rotundamente, la condición de su existencia en su país, aunque la vivan en carne propia.
Hoy actualmente nuestra nación, vive condiciones similares; sin forzar mucho la mente podemos ver como las estadísticas nacionales demuestran que la condición nacional de nuestro país es prácticamente de Guerra civil, situación claro está, que el gobierno obradorista jamás reconocerá, veamos:
La guerra contra el narcotráfico en México es un conflicto armado librado por el estado mexicano, en contra de los carteles que controlan actividades ilegales principalmente el narcotráfico, y en el que, participan además grupos de autodefensa popular y comunitaria conformado por civiles.
El inicio oficial del conflicto fue el 11 de septiembre del 2006, desde entonces se movilizó a la Policía Federal en compañía de los cuerpos de seguridad de cada estado y municipio, posteriormente se sumó el Ejército y la Marina.
De acuerdo con la Secretaría de Seguridad Pública Federal, hasta 2010, se habían detenido a 121,199 personas, las cuales fueron vinculadas con grupos del crimen organizado. Entre siempre del 2006 y enero del 2012, murieron alrededor de 121,000 personas, mediante ejecuciones, enfrentamiento entre bandas rivales y agresiones a la autoridad. En 2019 el número ascendió a casi 275 mil desde 2006. Este número de víctimas engloba a narcotraficantes, efectivos de seguridad y civiles. Entre los civiles se encuentran periodistas, defensores de derechos humanos y personas sin identidad o no identificadas que son ejecutadas por los carteles.
-Las fuerzas en combate son.
• Ejército (277,000).
• Marinos (33,000).
• Guardia Nacional (107,000).
• Policías Estatales (190,000).
• Policías Municipales (124,000).
• Grupo de Autodefensas (23,000).
-Bajas:
• Efectivos Militares y de Seguridad: 2393 muertos
• Sicarios: 80,000 muertos
-Enfrentamientos y Acciones Militares hasta el 2019: 983
En la primera gráfica, podemos evidentemente darnos cuenta de que el número de muertos a nivel nacional es infinitamente superior a los umbrales de fallecidos necesarios para categorizar a una nación en estado de Guerra civil. De 1990 al 2020 se computan un total de fallecidos de 556,991 persona muertas, 200 por ciento más que los soldados norteamericanos fallecidos en la Segunda Guerra Mundial. Que año con año la tendencia de mortandad es al alta. Solo en el 2020 murieron 35,644 mexicanos, o sea, 290. Muertos al mes, o casi 100 mexicanos fallecidos diariamente, 4 connacionales muertos cada hora…
Asimismo, en el mapa podemos concluir, que las tendencias nacionales reflejan que la violencia letal, no se distribuye de manera uniforme en todo el territorio, que existen estados como Guanajuato, Chihuahua, Estado de México, Baja California y Michoacán con la mayor estadística de mortalidad, sin embargo, también es muy evidente, que todos los estados de la república presentan estadísticas letales, debidas fundamentalmente a la actuación y la participación de los organismos de la delincuencia organizada, dicho en otras palabras: la violencia y mortandad, está presente en todo la nación.
La estadística oficial publicada por el INEGI refleja que el promedio de edad de las víctimas es de 35 años para los hombres y 34 años para las mujeres. Que las armas de fuego fueron el medio más utilizado para ocasionar la muerte a las personas: el 73 por ciento fueron hechos con arma de fuego para los hombres y el 59 por ciento para las mujeres. Y que el espacio físico donde se llevó a cabo la acción que causó la muerte preponderantemente fue la vía pública para ambos sexos a nivel nacional.
Otro elemento que confirma la certeza de guerra civil en México es que en las pasadas elecciones, en todo el Corredor del Pacífico, el crimen organizado estuvo muy activo en la participación a favor del partido de Andrés Manuel López Obrador, y de sus candidatos a gobernadores : desaparición física, levantones y secuestros de candidatos de oposición a Morena, compra de votos, o de plano intimidación, y amenazas para el voto forzado, robo de urnas a mano armada, sabotaje en la apertura casillas en las que había evidente apoyo a los opositores morenistas. Hoy, el resultado de esa siembra política es que el crimen organizado goza de gran impunidad en esa zona, libre paso para el trasiego de sus estupefacientes, otorgamiento de permisos necesarios para sus negocios licito de exportación o importación, minería, comercio, acomodamiento de personajes del narco o amigos de ellos, en puestos políticos a nivel municipal, trato suave y hasta amigable a los líderes y familiares del narcotráfico.
Las guardias comunitarias, nacidas como una necesidad organizativa popular ante la indiferencia de autoridad, sobre la violencia ejercida al pueblo por el crimen organizado, siempre fueron consideradas un gran peligro para el sistema oficial. Y sobre todo debido al éxito que tuvieron dichas las Guardias en Tierra Caliente al mando del Dr. Mireles, las cuales detonaron una explosión de prestigio en el Centro –Sur del país, de tal manera que muchas comunidades solicitaban la ayuda al Doctor para la formación de sus propias guardias comunitarias. Circunstancia que puso en alerta y en focos rojos al Gobierno federal, puesto que era evidente que la población se estaba uniendo, organizando y sobre todo peligrosamente se estaba armando.
Por orden presidencial, se inició toda una campaña (lamentablemente exitosa) en contra de dichas guardias comunitarias de perfil independiente, dicha campaña de destrucción consistió en el desprestigio público a través de los medios de comunicación al servicio del estado, sabotaje militar, infiltración, y eliminación física y legal de las Guardias, de tal manera, que al final fueron sometidas , y otras desaparecidas, el Dr. Mireles fue encarcelado, dejado y humillado públicamente, por último obligadamente comprado a cambio de su liberación, con un puesto burocrático de dirección en una clínica del ISSSTE local, donde, posteriormente, por enfermedad, falleció.
En conclusión, sin lugar a dudas, México se encuentra en una condición evidentemente de guerra civil que, año con año y sexenio tras sexenio, se va agravando cada vez más, siendo este último periodo presidencial el más caótico, el más cínico, el más corrupto, el más peligroso y en donde evidentemente las pruebas reflejan, una alianza entre el gobierno y los grupos de poder de la delincuencia organizada; todo ello en grave detrimento de la población, pero sobre todo de la población más pobre.
Esta condición, proyectada a futuro, irremediablemente tenderá a agudizar las tensiones políticas, sociales, económicas en la población, y conllevará a una situación belicosa y militar, y de inseguridad mucho más grave que el actual. Por ello es de vital importancia que la sociedad conozca en sus justas dimensiones la problemática en cuestión y que entienda que es necesaria y urgente la condición de organización social. El Estado lo sabe y por ello lo evita. Todos los días vemos cómo cancela, sabotea, desaparece, destruye, calumnia, e injuria a todo tipo de organización social no gubernamental, que pretende exigir sus derechos, o defender su condición de existencia.
Por ello, hoy más que nunca, el Movimiento Antorchista redobla sus esfuerzos a fin de concientizar a la población, de la necesidad urgente de unirse y organizarse de manera masiva y nacionalmente, en las filas del antorchismo mexicano; que el objetivo es llegar a ser una fuerza social organizada, políticamente fuerte, verdaderamente
Los mexicanos debemos saber que solo nosotros, los más pobres, y nadie más vendrá a resolver nuestros problemas, la historia nacional y mundial así lo ha demostrado.
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