En Nuevo León y todo México se sufre de una desigualdad en todo sentido: económica, social, cultural y educativa, que trae consigo una descomposición social, como lo es la delincuencia organizada, que trae a su vez dolor y muerte. A falta de oportunidades, los jóvenes sin educación y con hambre se vuelven presa fácil del crimen organizado, cáncer de la sociedad capitalista.
La única forma de sacar a la gente de la pobreza y lograr una mayor equidad es con un trabajo o empleo bien remunerado y sin dejar de garantizar los derechos sociales a toda la población, por lo que, mientras no se logre que el “salario mínimo” sea suficiente para salir de la pobreza e igualemos el acceso a salud, educación, vivienda digna y servicios públicos, no hay posibilidad de reducir la desigualdad y mucho menos eliminar la pobreza.
Los dineros entregados de manera directa por distintos medios no han mejorado sustancialmente el estado económico del pueblo trabajador, que sigue sufriendo un sinfín de necesidades.
La pobreza es congénita en el modelo económico neoliberal que prevalece. Aunque en el papel haya sido borrado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, la riqueza se sigue concentrando en unas cuantas manos, y los ricos de México siguen incrementando su fortuna día tras día; galopa en caballo de hacienda, al igual, la pobreza, pero en sentido contrario, cada vez más pobres.
México es un país extensamente diverso tanto en lo natural como en lo socioeconómico. Sin lugar a dudas estas diferencias han generado una multitud de diversos escenarios en el campo educativo que hacen muy distintas las oportunidades de quienes habitan en el campo o la ciudad, en una entidad u otra, y de quienes viven en un estrato socioeconómico u otro.
Nada más por mencionar un vivo ejemplo, hay una comunidad en el municipio de Gral. Zaragoza, Nuevo León llamada “Puerto del Aire” alejada e incomunicada de toda civilización en pleno siglo XXI: ahí está, vamos a verla por si lo dudan.
Los avances acontecidos en materia educativa en México durante los últimos 50 años han influido y modificado de manera profunda el perfil demográfico del mexicano. Sin embargo, los indicadores en materia de educación siguen siendo bajos cuando se realizan comparaciones internacionales entre México y otros países con un desarrollo económico similar.
Ya lo comentamos, aunado a esto, hay que agregar una persistente desigualdad regional y la gran heterogeneidad de los escenarios socioeconómicos y educativos en la gran diversidad demográfica del país.
Con AMLO, los dineros entregados de manera directa por distintos medios no han mejorado sustancialmente el estado económico del pueblo trabajador, que sigue sufriendo un sinfín de necesidades.
El gobierno morenista, de manera infame e insensible se constriñe a dar dinero, a dar limosna; por supuesto, dinero que es del pueblo y además, para colmo de males, el pueblo se lo tiene que agradecer: ¡vaya manera tan ruin de someter y encadenar a la clase trabajadora de Nuevo León y de todo México!
Una forma de acortar o minimizar la brecha entre los que tienen todo y de sobra, que los llevan al despilfarro y el abuso, porque se sienten poderosos, y aquellos que no tienen nada que los lleva a la miseria, a la pobreza extrema, de comunidades enteras en condiciones paupérrimas que no disponen de lo necesario para vivir dignamente y no pueden satisfacer sus necesidades básicas como alimento, vivienda, salud, educación, etcétera.
Esto puede ser aumentando los ingresos familiares, sistematizar los aumentos salariales, que dejen de ser salarios mínimos que se vuelvan suficientes para cubrir las necesidades básicas de una familia y complementar esta política con una estrategia para incorporar, a través de incentivos, la economía y el empleo informal a la formalidad.
Además, nacido de un gobierno sensible y humanista, garantizar el acceso sin distinción a la educación, salud, vivienda y servicios públicos; es necesaria una reforma fiscal progresiva que permita un incremento del ingreso público; que paguen más impuestos los que más tienen.
El Estado mexicano es la decimocuarta economía a nivel mundial y cuenta con los recursos suficientes para garantizar a toda la población las mismas oportunidades, pero mientras no se cuente con un proyecto económico distinto, los recursos serán dilapidados o encausados hacia los mismos de siempre los ricos y poderosos de este país; será imposible avanzar en la solución del problema de la desigualdad social.
El proyecto de Andrés Manuel López Obrador sólo alarga la agonía del pueblo trabajador, porque se gastó todas las reservas y fondos que se tenían y está dejando una herencia de compromisos de gasto público que obliga a una verdadera nueva forma de gobernar con un modelo económico diferente, que priorice la justicia y la equidad en todo el ámbito social y económico.
El cambio de rumbo y de raíz de nuestro México es el trabajo del pueblo unido, educado y organizado, nada más, pero nada menos.
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