El pasado 9 de agosto se celebró el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, establecido el 23 de diciembre de 1994 por la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) como una manera de proteger los derechos tanto individuales como colectivos de la población indígena en el mundo.
A partir de entonces, Gobiernos de todos los niveles procuran, en el mejor de los casos, recordar tal fecha y comprometerse a trabajar en “salvaguardar” los derechos de este importante sector. Sin embargo, en la mayoría de los casos, la distancia entre el discurso y los hechos es enorme.
La población indígena en nuestro país, particularmente la niñez y la juventud, enfrenta rezagos educativos, falta de vías de comunicación, vivienda digna y servicios básicos, lo que agudiza la pobreza, marginación y nulo desarrollo.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) ha contabilizado en nuestro país 23.2 millones de personas que se consideran indígenas, lo que representa el 10 % de la población total, de los cuales más de la mitad hablan alguna lengua indígena.
Tan sólo en nuestro estado se concentran dieciséis de las 58 etnias de todo el país, con 2.7 millones de personas, es decir, el cincuenta y ocho por ciento de la población de Oaxaca se considera indígena.
De la población total indígena en el país, presentan diversos rezagos, uno de ellos en el aspecto educativo. De acuerdo con el estudio “El derecho a la educación de la población indígena en México”, realizado por la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu), el 23.2 % de la población indígena de diecisiete a 21 años de edad no concluyó la secundaria; el 5.3 % de los indígenas en el país con quince años y más no sabe leer ni escribir, y existe un analfabetismo de aproximadamente el 21 %.
Es decir, la población indígena en nuestro país, particularmente la niñez y la juventud, no acude a la escuela como debiera ser. Además, las comunidades indígenas en México carecen de vías de comunicación adecuadas, de vivienda digna, energía eléctrica, agua potable, drenaje, empleo, etcétera, lo que forma un cuadro que agudiza la pobreza, marginación y nulo desarrollo.
Pero todas estas dificultades que enfrenta la población indígena de nuestro país no se mencionan en los festejos. Las autoridades se limitan a reconocer sus derechos a la cultura, la identidad, la conservación del idioma y el mantenimiento de sus instituciones y tradiciones.
Así lo hicieron los gobiernos conservadores durante sus mandatos, y hoy, quienes se autodenominan de la cuarta transformación no distan mucho en su forma de tratar a los indígenas.
En el ánimo de “ayudar”, fijan su posición en permitir que sean libres, respetando los usos y costumbres de las comunidades, pero sin mover un ápice para que cambie su entorno inmediato, es decir, mejorar sus condiciones materiales de vida y salir de la pobreza que lastima sus vidas.
Esto se puede notar en el gobierno de Oaxaca, donde “al asumir el cargo y en su primer año de gestión, Bertha Ruth Arreola Ruíz, titular de la Secretaría de Interculturalidad, Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas (Sipcia) —quien entró con la administración del gobernador Salomón Jara Cruz—, se quejó en el Congreso local de la falta de recursos en esta dependencia.
“Yo me siento impotente y hasta me da vergüenza cuando me piden apoyos y, ¿con qué? Debo recurrir a otras secretarías que, si quieren, me hacen caso” (El Imparcial de Oaxaca, 10 de agosto de 2024).
Es decir, tras dos años de la Primavera Oaxaqueña, el apoyo a la población indígena es nulo, ya que al presupuesto de dicha secretaría no se le ha aumentado con la seriedad y preocupación que el caso amerita, marcando así la “Primavera Oaxaqueña” como un Gobierno de izquierda demagógico que sólo utiliza a los sectores vulnerables como prebenda electoral, sin hacerles justicia.
De eso, los antorchistas podemos afirmarlo, pues durante dos años, indígenas de municipios como San Juan Ñumí, San Antonino Monteverde, San Pedro Ocopetatillo, por mencionar algunos, hemos venido solicitando atención y solución a diversas obras y servicios que ayudarían a paliar la difícil situación de los indígenas de Oaxaca.
Dicha situación ya no puede seguir. Se debe denunciar la forma abusiva en que se utiliza a los indígenas como bandera para intereses particulares.
Por ello, el Movimiento Antorchista llama desde hace cincuenta años a los pueblos indígenas a organizarse, a educarse políticamente y a luchar activamente por mejorar sus condiciones de vida, sin perder su raíz indígena, tal como lo señala nuestro dirigente nacional, el ingeniero Aquiles Córdova Morán:
“Antorcha piensa que el hecho de que se acepte el progreso no tiene que ir contra los valores del grupo étnico. Hay que conservar lo que debe conservarse y progresar en lo que se tenga que progresar”. Esa es nuestra ideología, esa es nuestra propuesta. Los indígenas de Oaxaca y de México deben saber que en Antorcha encontrarán a sus hermanos de clase y que hombro a hombro lucharemos por una patria mejor para nuestros hijos, haciendo una lucha verdaderamente auténtica en favor de los indígenas y de los pobres de México.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario