MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Un golpe más a la educación pública

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En días pasados, a través de uno de los tomos del Diario Oficial de la Federación (DOF), del que su contenido fue replicado en los medios de comunicación, nos enteramos de una grave e indignante noticia, que la Secretaría de Educación Pública (SEP), eliminó el programa Escuelas de Tiempo Completo (ETC), decisión que afectó a más de 27 mil planteles, con graves consecuencias en la alimentación y el aprendizaje de casi 4 millones de niños y adolescentes de educación básica de zonas urbanas y rurales marginadas del país.

Los que provenimos de zonas rurales nos dimos cuenta de cuan benéfico y de gran ayuda era este programa para los alumnos de escasos recursos, porque en la escuela no solo recibían nuevos conocimientos, sino alimentos calientes y frescos preparados por las propias manos de las madres y padres de familia.

Con el regreso a clases presenciales, las escuelas que contaban con este programa, representaban una oportunidad para revertir la desnutrición y mala alimentación de millones de niños, beneficio que combinado con la regularización y aumento del aprendizaje, tenía en ellos un positivo en materia de salud física y emocional. 

En el año 2019 se ejercieron en el programa de la Escuela de Tiempo Completo, 9 mil 564 millones de pesos, mientras que en 2020 se designaron 5 mil 100 millones de pesos, un 46 por ciento menos; y en 2021 el presupuesto fue de alrededor de 5 mil millones de pesos, recursos que fueron reasignados al programa la Escuela es Nuestra.  

El programa llevaba más de una década operando en miles de instituciones educativas, de las cuales el 70 por ciento eran indígenas rurales y el 55 por ciento de los alumnos beneficiados estaban por debajo de la línea de pobreza. 

Los objetivos del programa son, entre otros, que las escuelas contaran con jornadas escolares de 6 a 8 horas diarias, impulsar el desarrollo académico en el nivel básico, las actividades relacionadas con la ciencia, tecnología, artes, música, educación física y medio ambiente.

Las escuelas de tiempo completo fueron creadas en el sexenio 2006-2012, para impulsar el desarrollo integral de la niñez, con la misión de garantizar el derecho a una educación de calidad para todos los alumnos, a través de una jornada más amplia y eficaz. 

Después de una década, se demostró que la implementación del programa fue un acierto y que los beneficios estaban a la vista de todos, ya que los hijos de un sector social más necesitado tuvieron impulso. Debemos aceptar que el programa tenía muchos errores, deficiencias y posibles malos manejos, aspectos que deben revisarse, auditarse, mejorarse y corregirse, pero desaparecerlas fue un grave error, un golpe a los derechos universales de los niños y adolescentes que son los que verdaderamente necesitan los apoyos. 

Los motivos y argumentos de las autoridades federales fueron que hay que invertir los recursos en la reconstrucción de las escuelas debido a que después del confinamiento por la pandemia de covid-19, que obligó la suspensión de clases presenciales en aula, muchas de ellas terminaron vandalizadas, saqueadas y están en pésimas condiciones. Otra justificación fue que en las Escuelas de Tiempo Completo había corrupción, aunque las autoridades no han exhibido pruebas. 

Ninguno de los dos argumentos es válido cuando las decisiones afectan a las mayorías empobrecidas, que tomen recursos de ahorro anticorrupción y que los administren los suyos que son honestos y diferentes a los anteriores, pero como es puro circo político no lo harán.  Así son los circos de la 4T. Por ahora en el acuerdo número 05/02/22 se emitieron las reglas de operación del Programa La Escuela es Nuestra (LEEN) para el ejercicio fiscal 2022 y con ello desaparece.   

Los efectos negativos que traerá el cierre de este programa, mucho más ahora que se reactivan las más intensamente las clases presenciales, son que las madres, jefas de familia, madres solteras, familias humildes en zonas rurales marginadas, carecerán del lugar seguro donde dejaban a sus hijos mientras se iban a trabajar y tenían un alimento seguro, en algunos de los casos el único alimento del día. 

Es un acto gubernamental inaceptable, todo esto se sumará al claro retroceso educativo en general de 2.2 décimas, lo equivalente a dos años de escolaridad, como resultado de que un alto porcentaje de estudiantes no tuvieron aparatos o dispositivos electrónicos ni internet para tomar clases y sector estudiantil que sí los tuvo, a pesar de ello también tuvo importantes rezagos. 

Los modelos educativos mixtos e improvisados que planeó e implementó la SEP, desde que inició la pandemia; el trabajo a distancia y luego el híbrido por las condiciones marginales de millones de habitantes de las zonas urbanas y rurales, ninguno de estos se puedo adaptar a miles de escuelas, solo el 15 por ciento de los alumnos poseen los conocimientos del grado que cursan y dominan dichos conocimientos. 

Esta es la triste y difícil situación que se vive en las aulas de las escuelas en nuestro país, a la que se suman los altos porcentajes de deserción escolar y reprobación que las estadísticas escolares no registran, pero no por ello deja de estar presente y ser un problema pendiente por resolverse.  

En estos momentos difíciles cuando se requiere mayor inversión en educación, la secretaria de Educación y el presidente de la república toman decisiones arbitrarias que afectarán directamente a los estudiantes más humildes. 

Es un error garrafal eliminar el programa de Escuelas de Tiempo Completo para darle los recursos al programa de La Escuela es Nuestra (LEEN) que tiene como prioridad “mejorar la infraestructura de los planteles”; es decir, que es deja de ser importante la alimentación de los estudiantes. 

Por ello, se deben emprender acciones por todos los afectados para denunciar y defender este programa. Convoco a los estudiantes, padres de familia y profesores a protestar por los diferentes medios a su alcance y no permitir desaparecer de un plumazo el programa, dejar a 27,000 escuelas a la deriva. Adelante, jóvenes estudiantes de la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios Rafael Ramírez (FNERRR) y compañeros antorchistas del país, es momento de defender los programas educativos que el tiempo ha demostrado que funcionan. 

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