"Sin familiares que pudieran estar atentos a su estado de salud, el joven fue abandonado a su suerte en el Hospital General de Los Mochis. Ahí, médicos, enfermeras y trabajadores sociales buscaron la manera de apoyarlo, contactaron a María Astorga, activista social, y en conjunto, lograron conseguir algunos medicamentos.
Emmanuel de Jesús fue diagnosticado con insuficiencia renal, se le hicieron algunas diálisis, y a través del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, lograron contactar a un familiar.
Hace dos semanas Emmanuel fue dado de alta y uno de sus familiares se trasladó a Los Mochis para llevárselo hasta Chiapas, donde antier falleció, pues debido a su pobreza no pudo seguir con el tratamiento." (lineadirectaportal.com 23-03-22)
Una tragedia que se repite día con día, en la que Emmanuel es símbolo de lo que sucede a los jornaleros en los campos de Sinaloa y en muchas partes del país: desposeídos de todo medio para producir -tierra, semilla, fertilizante, arado- y no contando más que con su fuerza de trabajo, es decir, la energía que dejarán empleada en el proceso de producción, no les queda más que ponerse a disposición del patrón que sí cuenta con los medios de producción a cambio de un salario miserable y bajo las condiciones impuestas por éste.
En el ansia de concentrar en sus manos la mayor cantidad de riqueza posible, el patrón niega a sus trabajadores las mínimas condiciones de seguridad social. De tal modo, cuando alguien se enferma o sufre un accidente, así sea durante la jornada de trabajo, simplemente es desechado y obviamente sustituido, tal como sucedió con Emmanuel.
Por fortuna lo recibieron en el hospital, porque muchos no corren con tanta suerte, allí le brindaron atención médica y se contactó a un familiar que lo llevó a su lugar de origen…sólo para morir.
"…Se acordó con el titular de la zona implementar operativos para supervisar las condiciones laborales en las que están empleando a los trabajadores jornaleros", indica la misma nota. Pues es precisamente en este tipo de asuntos donde las autoridades deben demostrar que están del lado de los más pobres y obligar a los dueños de las empresas a cumplir la ley garantizando el seguro social de todos sus empleados.
Pero, por otro lado, si eso no ocurre, los propios afectados tienen que organizarse, unir sus fuerzas y levantar la voz para exigir un trato humano y no el que se da a un trapo que se usa y se desecha. Y esto es urgente, si no queremos seguir desayunándonos con notas como esta, “el año pasado tres menores de edad, uno de ellos enfermo y otros que se lesionaron trabajando en los campos agrícolas también fueron dejados a su suerte…”
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