Nuevo León en los últimos años, y particularmente los últimos tres años, ha padecido una crisis terrible de agua, pues los embalses que abastecen la zona metropolitana de Monterrey llegaron a sus niveles críticos.
La crisis por el agua llevó a los gobiernos a elaborar planes emergentes para controlarla, sin embargo, la falta de preparación con más tiempo, a pesar de los riesgos de quedarse sin agua, no fue suficiente para resolver el tema con más prontitud.
El norte del país se ha caracterizado por sus tierras áridas donde llueve poco, sin embargo, cuando ocurre, se debe aprovechar todo el vital líquido para que se almacene y sirva para el sustento de una ciudad de casi 6 millones de habitantes.
El Fonden antes salía al quite con los gastos para reparar o ayudar a las familias afectadas por un ciclón, tormenta o temblor. Ahora eso ya es historia.
La tormenta tropical “Alberto”, que tocó tierra el miércoles pasado por la tarde, provocó lluvias torrenciales que inmediatamente se dejaron sentir en buena parte del estado, añoradas por la población, pues las presas que abastecen agua a la entidad estaban prácticamente secas y esto vino a aliviar la crisis que se estaba presentando en el estado.
Para muchos fue un alivio; para la gente que se abastece de agua de los embalses, para los agricultores y ganaderos.
Pero la otra arista del fenómeno es los que fueron afectados por las ráfagas de viento y los niveles de agua que aumentaron en ríos, arroyos e inundaciones.
Por ejemplo, hay municipios incomunicados como Galeana, Aramberri, e Iturbide en comunidades principalmente de la sierra, que de por sí es difícil el acceso y ahora con las lluvias los caminos quedaron destrozados, dejando a la deriva a cientos de familias.
Lo peor de todo esto es que ahora ya no hay recursos para reparar los daños causados por un fenómeno natural; el ahora desaparecido Fonden antes salía al quite con los gastos para reparar o ayudar a las familias afectadas por un ciclón, tormenta o temblor. Ahora eso ya es historia: no existe y las familias quedarán en el desamparo.
Sin los recursos del extinto Fonden se complicará más la recuperación de lo que se dañó por el paso de la tormenta. Muy poco se dice de lo que sucederá con los afectados; no hay un plan que se esté implementando para reparar los daños.
Los afectados viven la incertidumbre de lo que pasará con sus caminos y casas dañadas. No hay plan de recuperación, y al final del día quien más sufre en estos momentos es la clase trabajadora que le ha dado tanto a este estado.
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