MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

¡Seamos el futuro!

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En la casa, en la escuela y hasta en la calle, constantemente se nos acosa con esta oración imperativa: "Los jóvenes son el futuro de México", y más de uno se pregunta si es un llamado al progreso estudiantil o más bien un grito de auxilio para que escuchemos y nos apresuremos a ayudar a la humanidad.

Para nadie es secreto que el desarrollo económico de un país está ampliamente vinculado con la educación que se le da a la sociedad, que, a estas alturas, nos exige no sólo educar a los niveles básicos o a niveles de licenciatura; la realidad actual reclama que formemos investigadores que aporten avances a la tecnología; y la formación de técnicos que capaces de aplicar estos descubrimientos a favor de la economía, más producción a precios bajos.

Sin embargo, en un país tan rico como México, que debiera apostarle más a la educación, se nos enseña que la desigualdad en la repartición de la riqueza da su peor cara a este rubro, en el último reporte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) se destacó que México invierte tan solo el 5.4% del Producto Interno Bruto (PIB) a la educación, cuando países más desarrollados como Canadá, Corea, Estados Unidos, entre otros, le destinan poco más del 16% del PIB.

A este problema se suma otro dato escalofriante de la misma organización: en nuestro país hay 53.4 millones de personas que viven en la pobreza, 43% de la población.

La revista Forbes publicó hace poco que la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos (ENIGH) 2016 reveló que los hogares más pobres en nuestro país ganaban trimestralmente 6 mil 820 pesos. ¡6 mil 820 pesos en 3 meses!, o sea, un total de 81 pesos con 19 centavos al día en el ingreso familiar para mantenerse. Mientras que las familias de clase media alta percibieron 160 mil 820 pesos, eso quiere decir que al día pueden gastar casi mil 914 pesos. Pero esta medición de las familias económicas más pudientes es sólo una ínfima parte de lo que los dueños del poder económico ganan y lo que pueden gastar al día.

En un país desigual, donde no hay empleos bien remunerados, donde hay olas de violencia, donde no se le invierte a la educación ni mucho menos a la infraestructura y el magisterio, en un país donde hay miles de pobres que viven al día y miles de jóvenes que deben dejar de estudiar para sumarse a las filas del trabajo obrero y campesino o al comercio informal para llevar algo a la boca, ¿qué futuro les espera a los jóvenes? ¡Mucho futuro señores políticos! Si no hay condiciones ahora, ¿por qué esperan que el futuro sea mejor?

La única manera de que esto cambie, de que realmente los jóvenes seamos "un futuro bueno y progresista", no sólo radica en cuánto empeño le pongamos nosotros. ¡Claro! Hay que estudiar, hay que leer, hay que ser críticos y sensibles ante los problemas de nuestra sociedad, pero también hay que combatir de manera más eficaz a la pobreza, hacer un justo reparto de la renta nacional, y esto último sólo se podrá realizar cuando el proletariado tome el poder político, porque es el pueblo el único que conoce su sufrimiento y sabe cómo remediarlo.

Los jóvenes somos el futuro de nuestra nación, no hay duda. En nosotros también recae la tarea de educarnos y organizar a las grandes masas populares, dirigirlas por un camino de progreso y bienestar. Es el momento. Hay que luchar por mejores condiciones educativas y sociales. Seamos, pues, el futuro.

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