El jefe del Gobierno Federal se comporta como autista al no mostrar capacidad de respuesta a las demandas de la población. La mortandad que generará el nuevo coronavirus ante la mala preparación de aquel para enfrentar la pandemia, se verá potenciada en caso de persistir la negativa de las autoridades a tomar en cuenta las peticiones de cientos de miles de ciudadanos que claman por un plan nacional emergente de distribución de alimentos y las de otro colectivo importantísimo por el rol esencial que desempeña en esta crisis sanitaria: los trabajadores de la salud, que con toda razón protestan para urgir la dotación de insumos suficientes para realizar su labor.
Vivimos el gobierno de un solo hombre, y este ha decidido que las vidas de los trabajadores mexicanos que se han quedado sin empleo, sin ingresos y sin la capacidad de dar a su familia alimentos para sobrevivir la cuarentena, no son importantes; así lo demuestra el hecho de que a un mes de iniciada la contingencia sanitaria no se esté combatiendo la depauperación de la gente con acciones oficiales que la doten de recursos económicos o en especie, así como la negativa del gobierno a entregar insumos para luchar contra la pandemia en los hospitales del país.
El presidente responde a la petición de los trabajadores con que ya se está apoyando con "miles de millones de pesos" a las familias vulnerables, y a la demanda de los empleados del sector salud con que se está actuando con "responsabilidad", que se previeron situaciones catastróficas y que "estamos preparados" para enfrentar la crisis. Sin embargo, una y otra vez vemos a gente del pueblo y del gremio de la salud volver cada vez más irritados a externar sus reclamos. ¿En qué mundo vive don Andrés? Se preguntan muchos mexicanos
Cada vez que el presidente dice algo que la gente encuentra contradictorio, opuesto a lo que vive, necesariamente causa sorpresa; pero a fuerza de repetirse el fenómeno, no es de extrañar que irrite cada vez más a todos los sectores afectados por su manera absurda de dirigir al país. Y como a un hombre irracional no se le puede convencer con argumentos lógicos, todos los sectores atropellados por la 4T deben ser cada vez más conscientes de que el desastre al que se conduce al país por un presidente de pensamiento "mágico religioso" no se podrá evitar con aspavientos o desesperación que solo empeorarían las cosas; se requiere una acción coordinada, conjunta y simultánea de todos los afectados. En una situación como la actual el tiempo apremia: obreros, trabajadores de la salud, empleados informales, empresarios afectados, todos debemos unirnos para despertar al presidente de sus ensoñaciones beisboleras, fracasos refinadores inminentes y ansias de reelección, para ubicarlo en la realidad, para hacerlo sentir que en México debe atenderse una crisis humanitaria antes que sus disparates. "Quédate en casa", aparte de sonar absurdo viniendo de un gobierno que se ha mofado de la mortal pandemia, es un vulgar ucase del "cuartotransformador" pues no brinda las condiciones para cumplirse.
La Jornada, 15 de abril, publicó: "Las 20 principales economías del mundo han desplegado casi 7 billones de dólares en política fiscal para atender y mitigar los efectos de la pandemia de covid-19 y la crisis más pronunciada en 90 años. En dicho monto, la participación de México es de 0.16 por ciento, al ser el tercer país con el programa emergente más bajo, sólo detrás de la India y Sudáfrica." El 22 de abril el presidente decretó "11 medidas" para enfrentar la crisis actual que francamente resultan un insulto a la inteligencia, pues varias de ellas ya han sido aplicadas –con nulos resultados para la economía nacional- por AMLO desde el inicio de su gestión y otras son tales como "dos millones de empleos" que no se dice cómo se van a crear, créditos de los que no se anuncian reglas de operación y necias propuestas de inversión que van a fracasar como la nueva y caprichosa refinería que una vez concluida tendrá que enfrentarse a precios deprimidos, la utilidad será negativa, inexistente o muy magra. El presidente no entiende razones: solo un grito unánime, que lo cimbre y obligue a aplicar las medidas que el país necesita, harán que destine el presupuesto a lo que se requiere. Al presidente no hay que convencerlo, hay que obligarlo.
Debido a la política de austeridad del Gobierno y a la excesiva centralización del gasto público los gobernadores y presidentes municipales ciertamente han visto disminuida su capacidad de acción. Aún con esto, poseen alguna autonomía presupuestal por su recaudación propia y las participaciones federales a que tienen derecho. Pero ¿qué estamos viendo?: algunos gobiernos estatales (Barbosa, Del Mazo, Fayad) se han plegado a la conducta del "zar" Obrador y niegan apoyo alimentario a su pueblo, o van más allá: meten a sus casas a toletazos y patadas a los vendedores ambulantes, pero sin garantizarles el alimento, cometiendo una brutal injusticia; otros, parece que están tratando de instrumentar medidas que palien los efectos nocivos de la pandemia, tanto en la salud de su población como en la falta de ingresos que sufren ahora todos los desempleados de la crisis. Veamos el caso de Yucatán.
El gobierno del estado ha contratado un crédito de 1,500 millones de pesos para, entre otras cosas, dotar de despensas alimenticias y seguro de desempleo a varios miles de yucatecos; sin embargo, los alimentos son totalmente insuficientes pues se están entregando despensas cuyo valor ronda los cien pesos, casa por casa, de manera quincenal; un trabajador cuya familia consta de cuatro miembros ¿podrá subsistir 15 días confinado, sin ningún ingreso, y hasta que vuelva a entregarse la siguiente despensa? Imposible. Esa familia padecerá hambre, enfermedades y más. Si a esto le sumamos que no se está entregando más que una despensa por casa –aunque es conocido que viven hacinadas en ellas dos o más familias-, además de que hay colonias populares de Mérida en las que ni una sola despensa se ha repartido, las agravantes son muchas. En el Seguro de Desempleo que fue echado a andar por el gobierno del estado, las cosas no andan mejor: los beneficiarios del programa, que ya han empezado a recibir 2,500 pesos durante abril y recibirán el mismo monto en mayo, solo fueron 46,800 yucatecos, mientras que el número de trabajadores informales que se han quedado sin ingresos ronda los 650 mil, según datos del Inegi, más los que sí tenían empleo formal pero que han sido despedidos, más lo que se acumule, pues el presidente de la CANACINTRA Yucatán acaba de declarar que a partir de mayo los despidos masivos en la industria local podrían alcanzar los 35 mil trabajadores al mes. Por si lo anterior fuera poco, las redes sociales han sido un hervidero estos días por el tema de los abusivos empleados de gobierno, empresarios o profesionistas que fueron aprobados indebidamente en el Seguro de Desempleo; los casos se cuentan por cientos y han desatado la inconformidad de quienes ven injusto que quien sí requiere de la ayuda, ni siquiera haya tenido oportunidad de inscribirse. Tanto la insuficiencia de los programas como los "errores" de su aplicación hacen que parezca que no es tanto el interés del gobierno por los trabajadores y su difícil situación, como el de hacer propaganda afectando preocupación por los más humildes. Con una mejor planeación y un auténtico interés por los pobres, los recursos podrían rendir más, focalizándose en quien los necesita. De otra manera, todo parece un montaje con fines electorales para beneficiar al partido en el poder. Y lo peor, al final el mismo pueblo tendrá que pagar pasada la cuarentena, pues el dinero repartido proviene de un préstamo que se tendrá que pagar a más tardar en 2024 con dinero público: tras cornudos, apaleados.
Los gobernantes se burlan de la suerte de los pobres, esos a los que ensalzan en sus discursos diarios. Todos los cornudos y apaleados de esta dura crisis deben caer en la cuenta de que no pueden esperar más de quienes hoy tienen el poder; el pueblo debe dejar de esperar graciosas concesiones de éstos, como sus denigrantes limosnas y discursos mentirosos. Llegó la hora de que se construya un frente común para exigir que pare la comedia y empiecen las soluciones reales. Cosas muy duras se verán en los próximos días, no cesemos de convocar a este frente, la coyuntura permite que se avance rápido en la concientización y organización del pueblo, que sabrá distinguir a sus líderes auténticos de los merolicos dañinos que hoy nos gobiernan.
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