MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Pueblo organizado contra depresión invernal

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La realidad de la depresión invernal es ya innegable y debe ser tomada en cuenta por todo tipo de organizaciones y corporaciones sociales, desde escuelas y universidades, casas de estudiantes, sindicatos de trabajadores, organizaciones populares, etc., porque les afecta de modo directo. Los factores sociales, como la pobreza y su causa de males concurrentes la agudizan, ciertamente, y llegan a convertirla en un terrible mal adicional que azota a la humanidad entera en el marco del sistema capitalista. Pero los factores sociales no explican por sí solos la caída en el estado de ánimo, la irritabilidad, la tristeza y otras conductas durante el invierno, tanto de estudiantes y trabajadores, como de promotores sociales, maestros y todo tipo de participantes en proyectos sociales. Por ello, es importante valorar justamente el papel de la naturaleza en nuestra compleja realidad social y tener presente que pertenecemos a especies biológicas de reciente creación, de 4 a 5 millones de años solamente en la larga historia de la vida en la Tierra (4 mil 500 millones de años) y que, por tanto, respondemos, fisiológicamente, como la mayoría de los seres vivos a los cambios estacionales.

Todas estas conductas, y más, sabemos bien que se deben a los bajos salarios, falta de pago y prestaciones, necesidad de tener varios empleos, trabajar en algo que no gusta, recorrer grandes distancias entre el trabajo y el hogar,

La depresión de invierno o Trastorno Afectivo Estacional (TAE) es un hecho real, una realidad clínica, así registrada en innumerables hospitales y clínicas públicas y privadas --como el afamado Centro Médico ABC, de México (consulte centromedicoabc.com/revista-digital/depresion-invernal-como-detectarla)--, que comienza a fines de otoño y termina en la primavera (noviembre a marzo, en el caso de México), está desencadenada por la respuesta del cerebro a la disminución de la exposición a la luz natural. Recuerde usted que las tres noches más largas del año se dan, en nuestra posición geográfica, del 21 al 24 de diciembre, (solsticio de invierno), pero las horas y minutos de oscuridad van aumentando desde junio paulatinamente hasta ese solsticio, luego del cual, también paulatinamente, van disminuyendo hasta llegar a la noche más corta del año (solsticio de verano, en el siguiente junio), para repetir el ciclo por milenios.

Estudios presentados en 2014 en la conferencia de Neuropsicofarmacología, en Copenhage, Dinamarca, encabezados por Brenda Mc Mahon. probaron que las hormonas melatonina (u hormona del sueño, pues lo provoca) y serotonina (u hormona de la risa y la actividad física), que ayudan a regular los ciclos de sueño-vigilia, la energía y el estado de ánimo, utilizando "la tomografía cerebral por emisión de positrones (TEP), fueron capaces de mostrar importantes diferencias entre los meses de verano e invierno en los niveles de la proteína transportadora de serotonina (SERT) en pacientes que sufren este trastorno", y el mismo resultado para la melatonina fue confirmado por otros investigadores. (bbc.com/mundo/noticias/2014/10/141021_salud_trastorno_afectivo_estacional_il). Ambas hormonas, pues, varían significativamente su presencia en nuestro cuerpo durante el invierno --la serotonina disminuye y la melatonina aumenta, se trata de una contradicción biológica causada por la menor cantidad de luz natural que percibimos en las semanas alrededor del solsticio de invierno-- y tal variación causa una disminución notable de la actividad y la disposición mental a la misma. Así se llegó a la conclusión de que la "depresión de invierno" es un fenómeno masivo real, sólo ocurre en regiones del mundo alejadas de la línea ecuatorial donde el ritmo biológico natural del organismo humano se ve trastornado por los días más cortos de invierno, la mayor cantidad diaria de horas de oscuridad y afecta a cientos de millones de seres humanos en ambos hemisferios terrestres. No se debe, pues, negar la objetividad de este trastorno (o quizá debamos decir conducta de sobrevivencia y adaptación del hombre primitivo y nuestros ancestros homínidos a sus condiciones de vida), pero tampoco debe concluirse que puesto que es natural ya no hay nada que hacer.

Todos somos testigos cómo al acercarse el receso invernal aumenta la cantidad de notas periodísticas que hablan de suicidios y de su alarmante aumento. "Alertan en Senado sobre suicidios de estudiantes; se convierte en la segunda causa de muerte entre jóvenes", terrible nota de este 27 de diciembre www.msn.com/es-mx/salud/other/alertan-en-senado-sobre-suicidios-de-estudiantes-se-convierte-en-la-segunda-causa-de-muerte-entre-j%C3%B3venes/ar-AA1wx5vS?ocid=BingNewsSerp). "Durante el invierno, el porcentaje de suicidios aumenta hasta un 15 por ciento debido a la depresión estacional, así lo afirmó la psiquiatra María Eugenia Castillo" (intoleranciadiario.com/articles/ciudad/2024/12/09/1032239-depresion-aumenta-suicidios-en-invierno-alerta-imss). Aumenta la deserción escolar a todos los niveles y sus diversos ámbitos, como las casas estudiantiles a las que ya no regresan muchos luego de las vacaciones decembrinas. Otra nota de espanto es "Desertan 430 mil jóvenes de educación media superior durante ciclo escolar 2023-2024 en México: académicos de la Ibero"  (www.razon.com.mx/mexico/2024/12/16/desertan-430-mil-jovenes-de-educacion-media-superior-en-ciclo-escolar-2023-2024-academicos-de-la-ibero); "Diciembre es el mes cuando aumentan la presión laboral y personal en las empresas en México" (cobertura360.mx, del 12 de diciembre de 2024); aumentan los divorcios en invierno, las separaciones familiares y amistosas; siempre hay desempleo, pero en invierno se dan más casos de abandonos de empleos, no por la lógica meramente económica del desempleo, sino por otras causas, entre ellas el cansancio espiritual de los trabajadores en la llamada "rotación decembrina" (https://ebizlatam.com/rotacion-decembrina-por-que-renuncian-los-mexicanos-y-como-evitarlo). 

Relacionada con esta última se encuentra el daño económico que sufren millones de familias pobres del mundo al perder por causa de la depresión laboral más de 12 mil millones de días laborales (saludymedicina.org/post/cada-ano-se-pierden-12-mil-millones-de-dias-laborales-debido-a-la-depresion-y-la-ansiedad-segun-la-oms). El 75 por ciento de los trabajadores en México padecen estrés laboral crónico, que provoca más de 18 mil infartos al año --25 por ciento del total-- y deja pérdidas de hasta 40 mil millones de dólares para las empresas. Jorge Mérida Puga, psiquiatra, asegura que una persona con depresión falta hasta 14 días al año a su centro de trabajo y una persona con un trastorno por crisis de pánico puede llegar a faltar hasta 21 días al año (caedsa-proteccioncivil.com.mx/2024/11/15/mexico-primer-lugar-en-estres-laboral).

Como vemos, el mal no es menor, ni para los explotadores, que pierden productividad y ganancias, ni para los trabajadores, que pierden el pago de todos esos días y, según lo antes dicho, un momento de cuidado es la rotación decembrina. Insisto: todas estas manifestaciones de la problemática en cuestión tienen también sus causas sociales que el materialismo histórico ha esclarecido como ningún otro pensamiento avanzado de la humanidad ha hecho.

El pueblo organizado debe prestar atención ahora incluso a las muy variadas manifestaciones de la también llamada "depresión blanca" o "blues de navidad", como son: sentirse apático, triste o decaído gran parte del día, casi todos los días; perder el interés en actividades que se solía disfrutar; tener poca energía y sentirse aletargado: dormir demasiado; aislamiento social y sentir que los problemas en la escuela y en el trabajo son insuperables; sentirse derrotado; sentir antojos por consumir carbohidratos, comer en exceso y subir de peso; tener dificultad para concentrarse: sentirse desesperanzado, inútil o tener sentimientos de culpa; comenzar a sentir que ya no quieres vivir, pensamientos o conductas suicidas; agitación, ansiedad; mayor irritabilidad; sensación de vacío y apatía, mal humor y frustración frecuentes; pérdida de interés en la actividad sexual con la pareja; sensación de desconexión emocional con la pareja, con los amigos y compañeros.

Vemos que entre nuestros amigos, estudiantes o compañeros en el receso invernal aumenta la tendencia a sentirse agotados física y mentalmente, resentidos, poco valorados, cosificados, desesperados y desmotivados, lo cual puede afectar gradualmente su desempeño en la escuela o en la actividad social de la que se forma parte organizativamente, en su salud, las relaciones interpersonales y calidad de vida en general; “avientan” el trabajo, el estudio y el compromiso social y descargan sus emociones en los demás: hijos, pareja, compañeros, padres, vecinos, empleados, etc.; a veces definitivamente desertan de sus proyectos o se comportan irresponsablemente con procrastinación, es decir, con la acción o el hábito de postergar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables (como mirar todo el día videos en el telefonito). Todo esto daña directamente los proyectos sociales independientes y las acciones que tienden a liberar al pueblo de la opresión a la que está sometido.

Todas estas conductas, y más, sabemos bien que se deben a los bajos salarios, falta de pago y prestaciones, necesidad de tener varios empleos, trabajar en algo que no gusta, recorrer grandes distancias entre el trabajo y el hogar, la falta de equidad de género, además de abuso y acoso en el trabajo, asuntos que, como todos sabemos, afectan a todos los miembros de las familias obreras, a sus hijos estudiantes, a los proletarios humildes; pero dichas conductas también se agudizan por la disminución de serotonina, de melatonina y la baja producción corporal de vitamina D, que todos los organismos como el nuestro sufren durante la época de mayor oscuridad en nuestro territorio: el invierno.

Y allí es donde la respuesta y la acción de combate a esta depresión debe ser diferente por parte del pueblo organizado. La ideología burguesa promueve la idea de que, en general, la solución a esta depresión invernal se encuentra sólo en el individuo, en sus propias fuerzas personales, mediante prácticas de relajación física y psicológica, ejercicios de respiración, en evitar problemas y emociones negativas, comer bien, horarios personales estables, ejercicio, autocuidado y hábitos saludables, acudir al psicólogo y si en algo interviene el resto de la sociedad es para él y por él, como individuo, nada más; la "agusticidad" total, pues. Lamentablemente, muchas de estas medidas están fuera del alcance de la mayoría empobrecida, de donde podemos concluir que la solución a la depresión invernal no está en el egoísmo y el individualismo: si así fuera, con tanto individualismo que hay en el mundo capitalista ya no habría depresión ninguna. Además. siendo el desempleo una condición sine qua non del capitalismo, es decir, la existencia obligatoria de un ejército de desempleados para lograr la ganancia capitalista, entonces la condición social básica idónea para que no exista depresión de ningún tipo, no se puede encontrar en este sistema social.

Por ello, sin descartar esas medidas del todo --pues un individuo sin voluntad propia y sin autocuidado no es nada-- debemos tener claro que mientras exista la injusta distribución de la riqueza social, propia del capitalismo, la única manera efectiva que tiene el individuo de evitar la depresión es participando del colectivo, en el colectivo y con el colectivo. Y la única manera racional de lograr esto es de manera organizada con los suyos, con los que son de su misma condición social. Solos y aislados nos condenaremos a lo que pretende precisamente la ideología burguesa: a nuestra desgracia colectiva y personal para desunirnos, desactivarnos políticamente y manipularnos mejor.

En el colectivo organizado y en lucha, en movimiento, podemos y debemos encontrar alicientes y motivaciones personales para reír con nuestros compañeros en invierno --y todo el año--, cantar, declamar poesía, jugar con ellos, hacer deporte, montar obras teatrales, lecturas colectivas, bailes y danzas, concursos de pintura, de ajedrez, de juegos de mesa, etcétera. Sólo así encontraremos fraternidad y la daremos en los momentos en que pensamos que todo está perdido; sin esa fraternidad clara, franca, honesta, como debe ser ella misma, entre nosotros mismos, con la grosería individualista que carcome nuestras relaciones, realmente sí perderemos todo. Organizar comisiones en nuestros grupos, sindicatos y escuelas para cada una de esas actividades y participar en ellas debe ser ya no solo una tarea política, sino una forma de vida, incluso de sobrevivencia y de realización personal: tal es la felicidad que da el colectivo. Organizarnos para luchar por nuestras demandas sociales más sentidas es la otra motivación que dará sentido a nuestras vidas en lo inmediato. Y luchar por erradicar de nuestro México a la pobreza para siempre será la motivación superior que arda en nuestro pecho, como una antorcha perenne. Y en un pecho así no hay cabida para la depresión.

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