Conforme a las leyes fundamentales del desarrollo, podríamos decir, grosso modo, que la vida no responde por la existencia de los seres humanos; pero, en cambio, los seres humanos sí deben responder por la existencia de la vida.
El año nuevo y todos los que vienen no serán nunca de felicidad ni prosperidad para la humanidad mientras no busquemos la solidaridad y organización para parar las masacres.
La vida, en términos generales, se define como la capacidad que tienen los seres de nacer, respirar, desarrollarse, procrear, evolucionar y morir, además de experimentar el intercambio de materia y energía. Pero todo esto puede acabarse en un instante si la imprudencia de los seres humanos no para.
Hoy la humanidad vive un dilema conforme a las aspiraciones de unos pocos, que se oponen fatalmente a las aspiraciones de la mayoría. Unos han decidido, sin la prudencia que merece la vida, apoderarse absolutamente de todo o destruirlo en su intento, enarbolando la bandera de un mundo unipolar; los otros, en cambio, nos aferramos a la vida buscando la equidad de todo y de todos, teniendo siempre por delante la bandera de lo multipolar.
Pero los unos no pararán nunca, a menos que el resto de la humanidad los detengamos a tiempo. El año que recién comienza es una nueva oportunidad para la batalla.
Y las noticias de este nuevo año parecen ser los mensajeros de la muerte que se cierne sobre el mundo. Procuraré resumir, sin textualizar por obviedad de espacio, lo más preocupante desde mi parecer.
Diez años completó ya el acoso promovido en los últimos tiempos por Estados Unidos a través de la OTAN contra Rusia, utilizando como cureña el territorio de Ucrania. El imperialismo norteamericano y europeo busca tener a tiro de misil a los rusos para doblegarlos y apoderarse del mundo.
Pero el intento le va a salir muy caro, y a la humanidad también. Aunque en el mundo occidental no hay casi noticia alguna que no haya antes pasado por la saliva del imperialismo, es fácil entender qué buscan los potentados del mundo en la antigua tierra de los zares: sometimiento, recursos naturales y mercado.
La otra cureña que busca el imperialismo occidental se encuentra en Taiwán y está planeada para emplazar con tiros de misil al gigante asiático: China. Desde 1927, el imperialismo norteamericano y europeo han buscado sin descanso apoderarse del control de la isla, sin conseguirlo de manera absoluta.
Pero en los tiempos recientes, junto con la guerra comercial contra China, veremos tomar forma la instalación y el uso de las armas. ¿Qué busca el imperialismo al otro lado del mundo? Busca lo mismo.
Y, sólo por citar lo más relevante, ¿qué decir del genocidio que está teniendo lugar en la Franja de Gaza, en Palestina, a manos de Israel y sus aliados de la OTAN? Ahí los imperialistas están masacrando hasta a los niños, buscando que las generaciones venideras no reclamen después el territorio que les están arrebatando con el abusivo y excesivo uso de las armas de todo tipo.
Pero también tenemos, y sólo en el siglo XXI, las guerras en Afganistán, Irak, Somalia, Océano Índico, Libia, Uganda, Siria, Mozambique, Yemen y otros lugares más del mundo hasta donde han llegado las balas, misiles y armas químicas y biológicas asesinas, creadas con la riqueza robada por el capitalismo a los trabajadores estadounidenses, europeos y de gran parte del planeta.
Y resulta duro decirlo, pero necesario: gran parte de todo esto sucedía mientras muchos nos abrazábamos en tono festivo y cariñoso para desearnos un feliz y próspero 2025. Pero el año nuevo y todos los que vienen no serán nunca de felicidad ni prosperidad para la humanidad mientras no busquemos la solidaridad y organización de todos los agraviados para parar las masacres que están acabando con la vida de todo, incluida la humanidad.
Y como hay lugares a donde no llega el eco del fragor de las batallas aniquiladoras, solemos pensar que la desgracia nos excluyó de su lista negra. Pero no es así. Los seres humanos no sólo mueren asesinados por balas, misiles, químicos o biológicos; también mata la indolencia gubernamental.
El año recién pasado, el gobierno mexicano nos enteró de que “por así convenir al interés de los más pobres” quitó del presupuesto oficial recursos destinados a nuestra seguridad, educación y salud. Hoy, la desgracia nos saluda de nuevo.
Los medios dan cuenta de asesinatos y masacres por todos lados, de abandono escolar hasta en las primarias y de la amenaza de nuevas pandemias que se ciernen sobre los más desamparados del mundo (El Heraldo de México, El Universal, ADN 40 MX, Buzos de la Noticia, etcétera).
Como ya sabemos, las pandemias, la inseguridad y la falta de educación también van a traer muerte y desolación como si estuviéramos en una guerra.
Por eso termino aquí casi tal como empecé. El año que recién comienza es una nueva oportunidad que nos dan las leyes fundamentales del desarrollo de todo para poner freno a quienes atentan, con su ambición desmedida, contra la vida y, con ella, contra la humanidad de los más desamparados.
La condición básica debe ser siempre la solidaridad organizada. Que este año nos encuentre a todos más dispuestos a buscar una vida mejor. Ese es mi deseo más sincero.
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