MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Procesos electivos internos, más de lo mismo

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De forma adelantada violentando todas las leyes electorales y con la complacencia del Instituto Nacional Electoral (INE) han concluido los procesos internos de las principales coaliciones conformadas por un lado con el bloque oficialista encabezado por Morena y al que se sumaron el PT y PVEM y por el otro lado el llamado Frente Amplio por México en el que se aglutinan PRI, PAN y PRD. Ambos bandos se declaran victoriosos y atribuyen cualidades extraordinarias a sus abanderados, hablan de prácticas democráticas e innovadoras nunca antes vistas que afirman redundará en beneficio del pueblo.

Lo cierto es que estamos ante lo que hemos visto tantas veces y que en ambas bandos se repiten esquemas ya conocidos, pero aseguran reiteradamente que ya han sido desterrados; la narrativa que pretenden vendernos y sin ningún ejercicio de autocrítica es que se trató de procesos cuasi perfectos en los que se eligió a las aspirantes con mayor arraigo popular y respaldo ciudadano. Basta valorar algunos elementos para darse cuenta de lo falso de lo  aseverado. Veamos.

El banderazo de arranque del oficialismo lo dio el Presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), llamó a la cúpula gubernamental a una cena en un restaurante ubicado en el centro del país a efecto de fijar las reglas del juego violentando en todo momento la ley debido a que se trata del titular del poder ejecutivo y al inmiscuirse genera un desequilibrio favorable  a su partido; de lo que conoció la opinión pública fue que pactaron en términos generales lo siguiente: los aspirantes renunciarían de inmediato a sus cargos, no habría debates públicos entre ellos, recorrerían en 70 días el país y  se someterían a una encuesta interna y 4 ejercicios demoscópicos espejo que se promediaron en caso de existir empate para designar al Coordinador de los comités de defensa de la 4T.

Transcurrieron los días entre cuestionamientos de “cargada” a favor de Claudia Sheinbaum y del uso de recursos públicos para la contratación de espectaculares, bardas, lonas y el acarreo de gente a los eventos masivos bajo la amenaza de que en caso de no hacerlo se les eliminaría de los programas sociales del gobierno federal.

El despliegue de recursos fue verdaderamente insultante sobre todo porque se efectúa en un momento difícil en el terreno económico donde los precios de la canasta básica son altísimos, la falta de apoyos a los campesinos ya se resiente en las malas cosechas o la carencia de medicamentos  es la tónica en los hospitales públicos, es decir, las carencias se imponen a la mayoría de los mexicanos y entre tanto los morenistas dilapidaron los recursos presuntamente públicos en procesos simulados para elegir a sus candidatos.

El resultado final es de todo conocido, según las mediciones con 14 puntos de diferencia la ex jefa de gobierno Claudia Sheinbaum, rebasó al ex canciller Marcelo Ebrard y  dejó muy atrás a los demás aspirantes. Una vez cubiertos los trámites y a pesar del berrinche de Ebrard de nueva cuenta  el propio presidente López Obrador entregó el bastón de mando del movimiento, ungiendo como nueva lideresa a Sheiunbam Pardo, consolidando la determinación que desde hace años se había tomado y se repetía por todos los rincones de la patria. Lo cierto es que el proceso morenista interno puso al descubierto los peores excesos dignos del momento en que sólo existía un partido, el uso de recursos públicos, la simulación, la presión de beneficiarios para participar en eventos públicos e incluso la inversión millonaria en propaganda para incidir en la opinión pública.

Por el otro lado las cosas no fueron muy distintas, las dirigencias del PAN, PRI, PRD y organizaciones de la sociedad civil inmersas en el autollamado Frente Amplio por México anunciaron con bombo y platillo un proceso en el que se inscribiría libremente el que deseara participar logrando al menos 14 aspirantes, se fijaron las reglas del juego que generaron profundas dudas y determinaron que el primer paso sería juntar más de 150 mil firmas en todo el territorio nacional.

Posteriormente se haría una encuesta para definir a los finalistas y luego vendría un proceso electivo donde se moverían las bases de cada aspirante que votarían democráticamente, para al final promediar los resultados de ambos ejercicios y así ungir al Coordinador de la Construcción del Frente Amplio por México (o sea el candidato opositor). Durante todo el proceso ciertamente no abundaron los dispendios de recursos, quizá porque no detentan muchas posiciones de mando, pero de origen generó suspicacias y dudas sobre la autenticidad o viabilidad de las distintas fases generando que de inmediato se eliminaran personajes como la Senadora Lily Tellez o el exgobernador Alejandro Murat; y conforme fue avanzando el proceso los perredistas Miguel Mancera y Silvano Aureoles se quejaron de exclusión y vulneración del método.

Ya en la fase final la dirigencia priísta encabezada por Alejandro Moreno (Alito) declaró que los sondeos no favorecían a Beatriz Paredes y a regañadientes abandonó su aspiración, luego en un nutrido  evento se nombró a la Senadora Xóchitl Gálvez la abanderada de la oposición.

Ambos procesos concluyeron sin sorpresas, quizá si Ebrard o Paredes hubiesen sido los ungidos estaríamos hablando de algo distinto a lo augurado, pero lo cierto es que una vez más se pusieron al descubierto las mismas prácticas de siempre, el uso de recursos públicos en el caso del oficialismo y por el otro lado que sólo quién cuenta con dinero puede participar en los procesos internos de los partidos; además que en la toma de decisiones por los poderosos el pueblo poco importa y el intento de legitimar a través de encuestas o elecciones abiertas es solo un mecanismo adormecedor para hacerle creer al pueblo que es partícipe de las decisiones, pero en los hechos no es así.

Urge trabajar en la politización del pueblo para que sea capaz de desenmascarar a quien lo somete, por ello  hoy adquiere relevancia y asume un papel protagónico lo escrito por el gran líder de la revolución rusa  V. I.  Lenin en el ¿Qué hacer?: “En un país, un grupo de oportunistas ha actuado desde hace mucho tiempo bajo una bandera especial; en otro los oportunistas han desdeñado la teoría  siguiendo en la práctica a los radicales; en un tercero algunos miembros del partido revolucionario se han evadido al campo del oportunismo y tratan de alcanzar sus objetivos, no por medio de una lucha abierta a favor de los principios y de la nueva táctica, sino valiéndose de una corrupción gradual, imperceptible”.

Por lo descrito, la tarea sigue siendo la misma, nos toca conformar un partido de auténtico raigambre popular que encabece las demandas sociales y oriente al pueblo para tomar en sus manos el destino de la patria. Esa es la circunstancia actual en México y nuestra tarea es mostrar al pueblo las graves contradicciones, el cinismo de nuestros gobernantes  y convocar a cambiar esa dramática realidad.

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