No es ninguna exageración decir que una gran parte de los mexicanos, es decir, los que viven en la pobreza y en la pobreza extrema, están sufriendo. Tampoco está fuera de la realidad afirmar, junto con instituciones muy serias de investigaciones sociales que, quienes viven en esa condición, han aumentado su número entre cuatro y cinco millones de personas durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador que es el gobierno que proclamó desde que estaba en campaña electoral, para atraer votos, que trabajaría, como queda escrito a la cabeza de este escrito, primero para los pobres.
Deberá quedar constancia para siempre que “primero los pobres” fue una frase de esas que inventan los políticos para impresionar a los electores y ganar su simpatía. La democracia occidental se sustenta precisamente en la creación, mediante la propaganda, de uno o dos personajes, siempre miembros de las clases dominantes, a quienes se les abren todas las puertas de los poderosos medios de comunicación para que penetren en el ánimo de la ciudadanía, haciéndole creer que, a partir de la toma de posesión de su gobierno, todo cambiará, les irá mucho mejor en los nuevos tiempos y se acabarán sus penurias.
Repasemos los hechos. La violencia azota a México. “Marzo fue el mes más violento de lo que va del año. En total se cometieron, por lo menos, 2 mil 241 asesinatos, de acuerdo con cifras oficiales preliminares, un promedio de 72 homicidios y feminicidios cometidos a diario” (Animal político del 5 de abril de 2022). “El domingo 1 de mayo es el día más violento en lo que va de 2022, con 112 personas víctimas de homicidio doloso, de acuerdo con el reporte diario del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP)” (Diario Excélsior del 3 de mayo de 2022). “Desde que inició la actual administración, en diciembre de 2018, y hasta febrero de 2022, en México se han registrado más de 110,000 homicidios dolosos y más de 3,100 feminicidios” (Expansión del 17 de marzo de 2022). Datos fríos, contundentes y, sobre todo, oficiales.
Estos muertos son hijos e hijas de familia, padres y madres, hermanos y hermanas a los que los han llorado sus seres queridos y a los que les faltarán siempre. Es más, debe decirse que la gran mayoría de esos muertos, delincuentes o no delincuentes, pertenecen a las capas más necesitadas del pueblo que son las que se enrolan y realizan las tareas más peligrosas y en ellas perecen y que, también, una parte inmensa de los integrantes de las fuerzas del orden, son pueblo uniformado que también, para tristeza sin fin de sus seres queridos, pierden la vida. Así de que bien vista la cuestión, más preciso que decir que “la violencia azota a México”, debería decirse que la violencia azota al pueblo pobre de México. Y se tendría cabal razón.
¿Y los muertos por covid? También en esto es el pueblo pobre el que ha pagado una alta cuota de muertes y sufrimiento. Han sido en los hechos 350 mil muertos oficialmente, pero hay investigadores muy serios que han contado los “picos” en las cantidades de las actas de defunción y han llegado a calcular por lo menos el doble de muertos. Y aquí también la tragedia azota a los pobres. Ellos son los que han tenido una infancia sin alimentos suficientes y enfrentado lo más duro del calor, del frío, de las distancias, de la carencia de medicinas y de tratamientos y, no pocas veces, trabajando desde niños, son, en una palabra, los que tienen menos defensas naturales para hacer frente al temible virus SARS-Cov-2 ante el cual, muchos de ellos han perecido. Son los que menos tuvieron acceso a las pruebas (cuando las hubo), menos acceso a un hospital y a decenas de tanques de oxígeno. Son integrantes del pueblo trabajador los que mayoritariamente perecieron.
Ahora ha llegado el encarecimiento de los alimentos. El convenio de López Obrador con algunos dueños de fábricas y de grandes almacenes para controlar los precios de 24 productos, no le va a hacer ni cosquillas a la inflación que, hablando de alimentos, ya rebasa el 12 por ciento. Los dueños de las grandes fortunas, esas que han crecido escandalosamente durante la pandemia, ni cuenta se dan de que los precios aumentaron, los que ganan -si ganan algo- unos cuantos cientos de pesos a la semana, lo detectan perfectamente, ellos y sus hijos comen menos y más mal. Gastan menos, consumen menos. “El menor consumo, derivado de alta inflación y bajo crecimiento económico, está afectando la recaudación del Impuesto al Valor Agregado (IVA), que ya acumula seis meses con caídas anuales. En marzo, por este gravamen se recaudaron 95 mil 492 millones de pesos, 7.8 por ciento menos que en el mismo mes del año pasado, según datos de la Secretaría de Hacienda. Las caídas a tasa anual se han registrado desde octubre” (Diario Reforma del 4 de mayo de 2022).
Y al no encontrar un empleo con un salario digno como señala la Constitución y conforme a las solemnes promesas y declaraciones de compromiso con los más necesitados por parte del gobierno de López Obrador, la gente se va al extranjero y ya allá se impone más austeridad y sacrificio. “Remesas cerrarán este año como la principal fuente de divisas a México. Superan a exportaciones agroalimentarias. La fortaleza de las remesas es tal que se han impuesto a las exportaciones de productos agroalimentarios, donde México es potencia mundial y, según el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas, están en niveles récord gracias a crecimientos sin parar desde 2017” (La Jornada, 21 de diciembre de 2021). No debe olvidarse que cada “remesa” implica por lo menos una familia destruida, cuyo padre o hijo o madre o hija, no regresará nunca porque “no tiene papeles”, una tragedia que sufren todos los días (hasta ahora silenciosamente) millones de mexicanos y que el gobernante presume como gran conquista.
La llamada Cuarta Transformación, como no sea la indignante demagogia diaria, no ofrece nada. Los grandes proyectos del sexenio de Andrés Manuel López Obrador no son proyectos que beneficien al pueblo y van a seguir adelante hasta terminarse. Esos proyectos son los que han concentrado la mayor parte del Presupuesto de Egresos de la Federación, son los que se han llevado la mayor parte de los impuestos que con grandes sacrificios paga el pueblo y son: un aeropuerto, una refinería de petróleo, un tren para pasear turistas ricos y un tren para trasladar millones de contenedores de mercancías de los grandes magnates del mundo en el Istmo de Tehuantepec. Son estos proyectos los que más ocupan y preocupan al presidente de la República, son y serán su legado. Los millones y millones de pobres que hay en México, no se servirán de ellos y, muchos, ni siquiera los llegarán a ver en toda su vida. Para tratar de contener la posible inconformidad social con un gobierno que ha presumido que trabaja para los pobres primero pero que, en los hechos, sirve cumplidamente a las clases más poderosas (“Fortuna de magnates aumentó 32 mil 963 mdd en la pandemia”, cabeceó el periódico La Jornada el 20 de enero de 2022), se ha dedicado una parte ínfima del presupuesto nacional a entregar pequeñas ayudas en dinero a algunos de los pobres, ayudas que nunca, jamás, los sacarán de pobres.
El gobierno lópezobradorista ha cumplido ya su primera mitad y ante sus resultados evidentes que no se pueden ocultar, el pueblo debe estar consciente de que su suerte no cambiará, que fue víctima de un nuevo engaño. Para el Movimiento Antorchista Nacional no es ninguna sorpresa, lo dijo alto, claro y oportunamente en la voz del Maestro Aquiles Córdova Morán, que es su Secretario General. Antorcha dijo la verdad a muy buen tiempo. Por esa razón, ha sido la organización social más calumniada y más insultada por Andrés Manuel López Obrador. No nos callaremos: para que sean realmente “primero los pobres”, no se necesita un gobernante supuestamente excepcional, es indispensable la acción del pueblo organizado y consciente.
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