No se trata sólo de recordar la lucha que se inició el 16 de septiembre de 1810 con el grito de Independencia, lucha en la que se dieron grandes e importantes batallas entre las fuerzas realistas, las que defendían al Rey de España, y las fuerzas insurgentes formadas fundamentalmente por los campesinos, mineros y artesanos.
A la cabeza de los insurgentes destacó el genio militar del Generalísimo José María Morelos y Pavón, de quien el mismo Napoleón Bonaparte dijo: “dame tres Morelos y conquistaré el mundo”.
Lo verdaderamente crucial es recordar que el pueblo, los campesinos básicamente, fueron capaces de lanzarse a la lucha con lo que tuvieron a la mano para defender por la fuerza su derecho a ser una nación soberana y no dejaron de luchar hasta que conquistaron la Independencia, recordar que entre el pueblo existen genios militares como José María Morelos y Pavón, mundialmente reconocido.
En la lucha por la Independencia participó el pueblo llano, el pueblo trabajador, miles y miles de combatientes que ganaron las batallas, que regaron con su sangre el suelo patrio.
Pero a la cabeza del Ejército Insurgente, los que tenían en sus manos la dirección del movimiento, fueron los del estrato de la clase dominante llamado “los criollos”, es decir, españoles nacidos en México, cuya principal aspiración era hacerse ellos del poder, y así sucedió.
Al final ya no éramos súbditos de un rey extranjero, ganamos la independencia, pero la explotación de los trabajadores siguió igual. Al interior del país solo cambió el estrato de clase que lideraba la opresión y explotación de los trabajadores.
La clase dominante actual, aquella para la que gobierna López Obrador, considera muy peligroso para sus privilegios que el pueblo recuerde que, cuando se decide a luchar unido, tiene una fuerza invencible; por ello quitaron la enseñanza de la historia, por eso ya el 16 de septiembre es un día para paseos, para turistear.
Los imperialistas norteamericanos pretenden borrar de nuestras mentes que somos herederos de los aztecas, un pueblo guerrero que nunca dejó de luchar contra los invasores españoles, que fuimos capaces de derrotar a los ejércitos realistas.
Por ello, en la sociedad, y con mayor razón en las escuelas, se da la batalla de las ideas todos los días. Los que defienden los intereses del gran capital imperialista y quieren que olvidemos nuestra historia gloriosa, que quieren que seamos adoradores acríticos de todo lo que hace el gobierno de Estados Unidos y, del otro lado, los que recordamos y honramos nuestras gestas gloriosas porque amamos a nuestra patria y la queremos ver libre y verdaderamente independiente.
Porque es una gran mentira que no somos colonia de nadie, la triste verdad es que dependemos económica, científica, tecnológica y políticamente del gran capital norteamericano. En los años que corren los mexicanos bien nacidos necesitamos tener presente la tarea de conquistar, usando las vías que sean necesarias, la verdadera y completa independencia de la nación, es decir, el derecho a tener un país próspero, desarrollado y justo con sus hijos.
Y de quien nos urge independizarnos es del gobierno de Estados Unidos, gobierno que por la fuerza de las armas, mediante la invasión, nos obligó a entregarle más de la mitad de nuestro territorio, y que ahora saquea nuestros recursos naturales y explota a millones de compatriotas por medio de sus grandes empresas.
La tarea es liberarnos del imperialismo norteamericano que desata guerras por doquier contra las naciones que no obedecen sus imposiciones y no se dejan saquear y explotar. La buena noticia es que no estamos solos en esta batalla, decenas de países capitaneados por Rusia, China y los Brics también combaten al imperialismo.
Es necesario reflexionar y entender la verdadera causa de que en México existan casi 100 millones de pobres. No es por falta de patriotismo, tampoco por indolencia o falta de trabajo de los mexicanos, eso ya lo conoce todo el mundo porque la OCDE se ha encargado de difundirlo: los trabajadores mexicanos son los que más horas laboran año con año.
Existe ese número escandaloso de pobres porque la riqueza que los obreros, los campesinos, los mineros crean con sus manos laborando esas jornadas tan largas no se queda en México, los grandes capitales extranjeros se la llevan a sus países y nosotros seguimos en la miseria.
También es urgente que retengamos en nuestra mente que esa patria próspera e independiente no se conseguirá con discursos y buenas intenciones. Para llegar a ser un país respetado en el concierto de las naciones debemos ser capaces de producir a buen precio más y mejores mercancías, para nosotros y para venderlas al mundo, y para ello urge crear millares de científicos altamente preparados, urge formar millares de brillantes inventores y descubridores.
Por tanto, las batallas actuales por la verdadera independencia las libramos todos los días en las aulas de las escuelas antorchistas, ahí es donde forjamos esos millares de científicos e inventores. Entendamos todos que celebrar digna y correctamente estas fiestas patrias es una forma de unirnos, de identificarnos.
Por tanto, desfilar con gallardía el próximo 16 de septiembre es una forma de decir: aquí estamos, conscientes de nuestro derecho a llegar a ser un país desarrollado, próspero e independiente, aquí estamos dispuestos a luchar, todos los días, para que lo logremos alcanzar.
Comprendamos que asistir a ver el desfile también es hacer patria. Que nadie falte a su deber de mexicano bien nacido.
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