Los antorchistas, a lo largo de los 42 años que dura ya nuestra lucha, hemos aprendido que para lograr una mejora, así sea la más mínima, en nuestras comunidades o colonias, por lo regular las más marginadas de nuestros municipios, es necesario siempre dar la lucha a veces por meses, incluso hasta años, esto a pesar de tratarse de obras de primera necesidad y de servicios que los propios municipios están obligados por la ley a proporcionar a toda la ciudadanía. Se ha vuelto muy común que muchos alcaldes consideren como patrimonio propio los recursos públicos que tienen el mandato de administrar para el bien de todos los habitantes de sus municipios y que los defiendan como loba a sus cachorros, gruñendo y mostrándole el diente a quien se atreva siquiera a sugerir su correcta aplicación y ya ni se diga si, como es el caso de los antorchistas, la gente se organiza para pedir ser tomados en cuenta por las administraciones municipales para obtener algún servicio o apoyo y decide luchar; aquellos "amigos de todos" que saludaban y abrazaban a medio mundo, aquellos hombres intachables que hasta besaban a las ancianitas más humildes y se tomaban la foto con los niños en tiempos de campaña, se convierten de pronto en unos seres engreídos, prepotentes, soberbios, insensibles, mentirosos y que a veces ni el saludo devuelven a la gente que los llevó al puesto; que maltratan, humillan, tratan con desprecio y en casos extremos llegan a privar de la vida a quien no se porte obsecuente y atento con el "señor presidente". Como dice el dicho "dale poder a un hombre y lo conocerás realmente", esto parece ser casi una ley con todo aquel ciudadano que llega a ser presidente municipal. Claro que hay sus muy honrosas excepciones.
La Ley Orgánica de los Municipios del Estado de Tabasco otorga como "prerrogativas de habitantes y vecinos de los municipios": acceso y uso de servicios públicos municipales, y el derecho de petición ante las autoridades municipales. Para los Ayuntamientos establece como facultades y obligaciones: abastecer de agua potable a la población, Cuidar las vías urbanas, Cooperar con las escuelas de su Municipio, Participar en los programas de vivienda y urbanización, y realizar todas las obras requeridas para la prestación de los servicios públicos, así como "Organizar y conducir la demanda y gestión social que emane de las organizaciones de participación social".
Es decir, la ley da a los ciudadanos el derecho a organizarse libremente y a ejercer su derecho de petición, cosa que algunos presidentes municipales simplemente se empeñan en desconocer, o tal parece que hay munícipes que no se han tomado la molestia siquiera de conocer la ley que regula el cargo que ostentan. Además, en el artículo noveno de nuestra Constitución General se otorga a los ciudadanos mexicanos el derecho a la libre asociación y manifestación pública con fines lícitos, es decir la gestión y petición de los antorchistas es totalmente legal.
En los tiempos que corren a cualquier ciudadano mínimamente informado le queda claro que los ayuntamientos manejan una cantidad importante de recursos del ramo 33, ramo 28, entre otros, además de los recursos recaudados directamente en las arcas municipales, amén de los convenios que se puedan firmar con dependencias estatales, federales y hasta con organismos autónomos que les permite a los municipios ampliar sus presupuestos anuales.
Se sabe también que en no pocas ocasiones los fondos públicos son utilizados para el beneficio personal de los altos funcionarios municipales y sus allegados, que se han dado casos de gastos suntuarios excesivos, asignación de salarios exagerados en comparación con un trabador promedio, incluidos casos claros de nepotismo y, en el colmo del absurdo, hasta son usados en apuestas en juegos de azar o carreras de caballos, viajes, entre otras perlas; ahí está el caso del exgobernador Andrés Granier Melo por el presunto desvío de recursos en 2012, último año de su sexenio y el de José Manuel Saiz Pineda, ex secretario de Finanzas de Tabasco.
Es entonces que una forma de cumplir con los preceptos de la ley y evitar en parte los malos manejos de los recursos públicos que entre todos pagamos, debe ser la exigencia de que sean atendidas todas las demandas de los antorchistas por parte los presidentes municipales, sean del color que sean o aún sin color alguno, Nosotros tenemos derecho a ellas, "no las pedimos en obsequio", con nuestros impuestos las hemos pagado hasta de sobra.
Debe quedarle claro a los presidentes municipales que, quiéranlo o no, los antorchistas en cada municipio representamos a un porcentaje importante de la ciudadanía tabasqueña, de la más pobre. Las demandas planteadas por los antorchistas siempre emanan de carencias objetivas, es imposible negar su imperiosa necesidad si no es con argumentos absurdos y fascistoides; pero que, cuando por fin son resueltas, tales demandas benefician a miles de vecinos.
No cabe duda, pues, que es absolutamente necesaria y justificada la lucha municipal del pueblo organizado en el MA, además, con ello contribuimos a moderar la rapiña de que son objeto muchas presidencias municipales por políticos que sólo ven el beneficio propio y que dejan a los municipios tan olvidados y abandonados como siempre. Contribuimos a que un porcentaje mayor de recursos se ejerzan en lo que debiera ser siempre y en todo momento la principal preocupación y actividad de un presidente, y que es un mandato de ley: más obras y servicios para sus municipios.
Cumplir, en su caso, le presentaría al alcalde en cuestión un foro inmejorable para demostrar su sensibilidad política, su capacidad de solución y su cercanía con la gente que lo eligió. Por eso es un gran error ver la lucha municipal de antorcha como una ofensa o desafío a su autoridad.
Todos los antorchistas tabasqueños y del país debemos estar seguros de que la lucha municipal es una de las herramientas de lucha más efectivas y uno de los primeros eslabones para lograr una distribución más justa de la riqueza. Es el primer eslabón para empezar a conseguir servicios y acciones que nos permitan hacer más llevadera la situación de miseria y marginación que hemos padecido toda la vida; es un derecho que sólo haremos valer si seguimos organizados y luchando. Tenemos la fuerza que nos da la unidad, tenemos la razón que nos asiste por la justeza de nuestras demandas y nos ampara la ley. Los antorchistas no tenemos nada que perder y sí, en cambio, mucho que ganar.
Por ello, a aquellos amigos y conocidos de Antorcha los invitamos a organizarse y a que junto con los antorchistas demos la lucha, única esperanza de lograr un cambio de este modelo económico por uno que piense más en el pueblo, que le haga obras, que le dé servicios, vivienda, educación y salud a la clase trabajadora, que le haga justicia a los desheredados y marginados de siempre. La única salida es luchar todos por el bien de todos!
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