MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Sólo hay de dos sopas

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El desempeño de la izquierda al frente del poder nacional durante cinco años ha dejado mucho que desear: pocos avances que celebrar y un sinnúmero de problemas que discutir debido a su agudización.

Las políticas públicas están fracasando; los jóvenes construyendo el futuro, las obras faraónicas, la seguridad nacional, recuperar para el pueblo lo robado, el pésimo sistema de salud, los nuevos planes y programas de estudio, el problema del huachicol, el combate a la corrupción, el desmantelamiento de las instituciones. Esto, sólo por mencionar algunos fracasos del actual Gobierno.

En su favor, mencionamos dos o tres programas que han funcionado debido al propósito al que están destinados y por lo atractivos que son como el apoyo para las personas de la tercera edad y apoyo para personas con discapacidad; no así las becas para estudiantes, un error garrafal por la forma en que se entrega y el uso incorrecto por parte del estudiantado. 

Sheinbaum tendría que ser más conciliadora que su antecesor, porque no llegará con la misma fuerza. No tiene la misma simpatía ni empatía; mucho menos la habilidad política del actual mandatario.

Por otro lado, están millones de mexicanos sin servicios básicos, que cada vez que tocan las puertas en alguna instancia de Gobierno, las autoridades responden que “no hay dinero”. 

¿Motivo? La designación de un alto porcentaje de recurso público a obras faraónicas que no han servido más que como caja de resonancia electoral, porque, los costo-beneficio hasta ahora son más pérdidas que ganancias. 

Entonces, ¿es obligado que votemos por la oposición encabezada por la derecha o seguimos creyendo que para dar los resultados que prometió a la izquierda le falta tiempo? Puntos fundamentales que debemos analizar con mucho detenimiento antes de emitir nuestro voto el próximo 2 de junio.

El papel que se vislumbra en Claudia es una línea cargada más hacia la izquierda mundial; mantener relaciones diplomáticas, colaboración y cooperación con los países no alineados al imperialismo yanqui y sus aliados. Al interior del país, continuaría el deficiente proyecto político y económico que deja el actual Gobierno, sumándole acciones que llevan el sello personal de ella, las cuales serán muy pocas.

Con las fuerzas políticas, Sheinbaum tendría que ser más conciliadora que su antecesor, porque no llegará con la misma fuerza. No tiene la misma simpatía ni empatía; mucho menos la habilidad política del actual mandatario. Los problemas económicos, políticos y sociales que heredará son graves y tendría que destinarles suficiente tiempo e inteligencia para sacarlos avante. 

Los problemas que venimos padeciendo se agudizarán: mayor inseguridad, más polarización social, destrucción de algunas instituciones, menos obra social para las mayorías, entre otros problemas que todos conocemos y sufrimos.

Por otra parte, Xóchitl, tiene que cargar con todo el peso histórico de las fechorías y marranadas que han hecho los funcionarios a nombre de los partidos que hoy conforman su alianza. Como en todo, son muy pocos los políticos que se salvan, que bien pueden presumir que “en las buenas y en las malas” siempre con la “conciencia y cara limpia” sumarán por su buen trabajo.

Gálvez tiene que convencer a los votantes de que ahora las cosas serán diferentes (si en su momento, cuando les tocó ser gobierno, no pudieron con el paquete), o ¿debemos creer a ciegas que la candidata tiene poderes sobrehumanos para resolver las contrariedades que lastiman al país? No la tiene nada fácil. Aunque todavía la moneda está en el aire y falta mucho camino por recorrer y tiempo para convencer, el camino es cuesta arriba. 

La visita de Xóchitl a Estados Unidos para pedir auxilio democrático para elecciones limpias y transparentes, y apoyo para acabar con la inseguridad provocada por el narcotráfico y crimen organizado, fue un grave error.

Muchos de los graves problemas que nos azotan son corresponsabilidad de los vecinos del norte y como nación, no conviene seguir arrodillados al imperialismo estadounidense ni pensar que nos ayudará a resolver los problemas internos tan graves que hoy padecemos. Ya sabemos que los vecinos del norte tienen intereses y no amigos.

Por ahora, se necesitan mejores propuestas, discursos más pensados y elaborados, donde la gente se identifique y los haga suyos. Para ganar, se necesitan votos y estos los darán los mexicanos, no los gringos, ni el vaticano, aunque sus palabras sean corrientes de opinión.  

Nos conviene seguir analizando todos los días, conforme se acercan las elecciones de junio, para decidir por quién vamos a votar; hay tiempo para desentrañar este dilema. Es cierto que sólo tenemos de dos sopas y cualquiera de las dos son de guisados malones: por una debemos decidir y asumir las consecuencias que esto traiga.

La postura que debe tomar la ciudadanía ante las dos opciones electorales es compleja por lo que debe analizar las aristas, tanto en el contexto internacional como la situación interna del país.

Marchas como la realizada el 18 de febrero en varias ciudades son una muestra clara de que nuestro país está polarizado, dividido; resultado de una política errónea que ha aplicado el gobierno actual. 

La oposición tampoco tiene propuestas claras, contundentes y convincentes de cómo va a resolver los graves problemas del país. Por ahora, hay que ver cómo los partidos calientan motores y sus candidatos afinan garganta, táctica y estrategias.

Que la fiesta continúe mientras la ciudadanía, con el ojo y la mente alerta decide su voto. En lo local hay que esperar a que se acomoden oficialmente las piezas. 

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