Hace unos días, el Fondo Monetario Internacional (FMI) alertó que los niveles de pobreza extrema en el mundo se encuentran muy por encima de los que se registraban antes de la pandemia y prevé que esto continúe así durante un tiempo. “Es una noticia muy preocupante” dijo el director de Asuntos Fiscales del FMI, Vitor Gaspar, durante una rueda de prensa para presentar la última edición de su informe de vigilancia fiscal, que el Fondo ha publicado con motivo de sus reuniones anuales en Washington.
Según un reporte de las Naciones Unidas para el Desarrollo, unos 71 millones de personas en todo el mundo han caído en la pobreza debido al aumento de precios y energía que han subido en las últimas semanas. El PNUD estima que 51.6 millones de personas cayeron en pobreza en los tres primeros meses del conflicto de Ucrania con Rusia y vivían con menos de 2 dólares al día. Esto elevó el total global de personas bajo ese umbral al 9 por ciento de la población mundial y otros 20 millones de personas bajaron la línea de pobreza de tres dólares al día.
La situación en nuestro país no puede ser diferente, con base en los últimos datos publicados por el Inegi, durante la primera quincena del noveno mes de este año la tasa anual de inflación fue de 8.76 por ciento, que la ubica como la más alta desde diciembre del año 2000. Dicha situación provocó que los alimentos aumentaran en un 15.20 por ciento, situación que se torna alarmante, ya que en México el 38 por ciento de la población se encuentra en situación de pobreza laboral.
Datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) señalan que, al cierre del tercer trimestre del año, la calidad del empleo se deterioró al observarse una disminución de las personas asalariadas con contrato, acceso a prestaciones y seguridad social, además de un crecimiento de la fuerza laboral en los rangos salariales más bajos. Otra señal del deterioro de la calidad de empleo se observó con la pérdida de más 124 plazas en la formalidad, mientras que la informalidad tuvo un repunte con cerca de cinco mil personas que se sumaron a sus filas.
Y aunque el Gobierno federal insiste que el Plan Contra la Inflación y la Carestía (PACIC) beneficia a los hogares que menos tienen, al ser quienes destinan un mayor porcentaje de su gasto a la adquisición de los productos de la canasta básica, dicha estrategia no ha logrado contener el alza de precios, lo que obliga a que las amas de casa tengan que hacer verdaderos malabares para alimentar a sus familias.
Mientras tanto, y solo a manera de ejemplo, Carlos Slim Helú, de Grupo Carso y Germán Larrea Mota Velasco, de Grupo México, concentran más riqueza que la mitad de los latinoamericanos que habitan el subcontinente. En tanto que los dos magnates mexicanos poseen una riqueza conjunta de 100 mil millones de dólares, millones de familias no tienen garantizada su alimentación del día.
Y además de incrementarse la pobreza en el mundo, la posibilidad de que estalle la tercera guerra mundial es muy probable y de inmediato salta la magnitud de destrucción que supondría tal acontecimiento. La guerra de Ucrania parece estar destinada a seguir con la guerra permanente que por décadas ha provocado el imperialismo norteamericano y que ha cobrado la vida de miles de personas en Afganistán, Irak, Siria y Libia. La crisis del capitalismo es una crisis cíclica de acumulación, que una vez más, se pretende resolver con la guerra, pero que en esta ocasión también puede terminar con la vida en el planeta.
En las últimas semanas, decenas de miles de ciudadanos europeos han salido a las calles para protestar contra el incremento de la pobreza en sus países, además de exigir a sus gobiernos que se eliminen las sanciones económicas contra Rusia y que haya un alto a la guerra. De ahí que cobren especial significado las palabras de Vladimir Putin en la sesión plenaria del Foro Internacional de Discusiones Valdái, “Occidente lleva a cabo un juego sangriento, peligroso y sucio, que niega la soberanía de los países y de los pueblos, su identidad y singularidad y no valora los interés de otros Estados”.
Todo parece indicar que el mundo unipolar se va y, por tanto, se avecina una década peligrosa, imprevisible y a la vez más importante desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Occidente es incapaz de gobernar por sí solo a la humanidad, pero lo intenta desesperadamente. Y la mayoría de los pueblos del mundo ya no están dispuestos a soportarlo. Esta es la principal contradicción de la nueva era”.
Son tiempos de definiciones y la humanidad merece vivir sin guerras y sin pobreza, un mundo multipolar traerá para todos sociedades más justas y más equitativas. Ojalá y no sea demasiado tarde.
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