MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Pandemia, crisis y abandono, el rostro de los pobres ante las próximas elecciones

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La economía de México se descompone a pasos agigantados, los datos conocidos durante la pandemia muestran una brutal caída de: empleo, recaudación tributaria, cierre de empresas y hasta pérdida de empleos informales.

Desde antes de la pandemia las cosas en el país no marchaban bien, semestre a semestre el movimiento del PIB se movía con tendencia negativa y la discusión giraba en torno a que si México ya estaba en franca recesión o solo en recesión técnica. Fuera cual fuera la discusión, lo cierto es que los pronósticos de crecimiento rebasaron la línea de más a menos. Hoy se habla de una pérdida económica de -10.5 por ciento, muy lejos de aquel anuncio triunfalista del presidente López Obrador de crecer a un 6 por ciento en su sexenio. Derrotado en su alegre pronóstico no le quedó de otra que sacarse de la manga una graciosada: con asombro escuchamos el anuncio oficial de que en nuestro país el Producto Interno Bruto (PIB) ya no sería parámetro para medir el crecimiento económico; en su lugar, por decreto presidencial se comenzaría a hablar de desarrollo económico como si con eso la economía mexicana pudiera mejorar por arte de magia.

Pero si el presidente es un necio, la realidad es dialéctica: bastó el azote de la pandemia para echar por tierra todas y cada una de sus fantasías, como aquella "que bastaría su ejemplo para acabar con la corrupción", o la de que "por el bien de México, primero los pobres". Justamente es en este sector en donde la crisis actual se está encajando grandemente. Tal parece que no hay nadie que los quiera apoyar, como está pasando en los municipios del sur del Estado de México en donde la pandemia y la falta de apoyos de los gobiernos estatal y federal han hecho estragos en el sector campesino de la zona. Está pasando todo lo contrario a lo que la cuarta transformación le prometió, pues los campesinos hoy viven en el más absoluto abandono.

Para nadie es desconocido que el Gobierno federal de López Obrador engaño a los campesinos; nunca les entregó: fertilizante, ni semilla mejorada, ni crédito a la palabra, ni precio de garantía y mucho menos esa tecnificación del campo que tanto cacaraqueó. Los campesinos del sur mexiquense, y de todo el país, notaron demasiado pronto que habían sido víctimas del más vil engaño porque los famosos siervos de la nación, que registrarían sus demandas, jamás se aparecieron por los pueblos y rancherías. No conformes con eso, las oficinas de SAGARPA cerraron sus oficinas en cada municipio y jamás se instalaron las de la SADER. O sea, no solo no hubo apoyo, sino que borraron las dependencias federales en los municipios, con lo que quitaron la opción de gestoría a los pobres del campo. Ya a estas alturas los campesinos saben que Andrés Manuel López Obrador es como todos los presidentes anteriores: pura promesa y nada de realidad.

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Con el gobernador Alfredo Del Mazo, la situación de los campesinos no puede ser peor: en el segundo año de su administración, retiró el apoyo de fertilizante subsidiado al 50 por ciento que los campesinos habían recibido desde hace más de doce años. Con su insensible proceder afectó gravemente los ingresos de más de 50 mil familias que con ese apoyo del fertilizante lograban mejores cosechas y un poquito de mejores ingresos. Ahora los campesinos de Amatepec, Luvianos, Tejupilco, Tenancingo, Zumpahuacan -entre otros muchos municipios de alta marginación de la zona sur-, viven con hambre y sin ningún apoyo del gobierno estatal para hacerle frente a la pandemia. "No solo no recibimos apoyo, sino que estamos peor con este gobernador porque lo poquito que nos daban ahora nos lo quitó". Comentan los campesinos de Joquicingo al hacer recuento de todo lo que Alfredo del Mazo les quitó, pues los ha dejado sin su fertilizante, sin sus semillas mejoradas y sin su agroquímico. Tal parece que a estos gobiernos insensibles no les importan los sufrimientos que pasan los pobres en este tiempo de pandemia.

En el sur del Estado de México se vive una situación desesperada. A raíz de la pandemia, también los presidentes municipales han abandonado su función pública: las oficinas están vacías: los DIF municipales brillan por su ausencia, no existen mecanismos para mantener a la población local informada de lo que pasa con covid-19. Por esta desinformación es que los pueblos se han revelado en contra de las campañas de sanitación; los enfermos con síntomas de gripa ya no son recibidos en los hospitales, los médicos particulares recetan paracetamol y antigripales y mandan a los enfermos a sus casas. No hay en los municipios rutas de auxilio para los enfermos covid-19, etc. La gente en Joquicingo, Tenancingo, Zumpahuacan, Ocuilan, Malinalco está muriendo en sus casas, en medio de un total abandono y sin que nadie vea por ellos.

En pueblitos como Santa María Jajalpa, San Francisco Tepexoxuca o Tepoxtepec Tenancingo viven un ambiente dantesco. Al principio se asistía a los velorios, ahora cuando se sabe que hay un muertito de covid-19, la gente ni siquiera pasa por la calle. La crisis que se vive es grave: no hay pruebas para detectar el virus, no hay hospitales, no hay información, los presidentes municipales andan de vacaciones, no hay apoyo alimentario, no hubo apoyo con fertilizante para mejorar la siembra y el campesino está a su suerte quedando a merced de los caciques locales y de los políticos de siempre que ya mueven sus piezas para las próximas elecciones que, sin duda, pondrán a prueba la fortaleza del partido gobernante pues ha quedado de manifiesto su incapacidad para gobernar con equidad y justicia. López Obrador y Alfredo del Mazo han abandonado a los pobres del campo.

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