MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Nada que festejar

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No, no es buena notica y eso debe quedarnos claro. En semanas pasadas algunos de los estados del país compitieron para que la planta de Tesla, una empresa estadounidense que se dedica a fabricar autos eléctricos, se decidiera a elegir a alguno para poner su nueva planta, y el ganador, fue el estado de Nuevo León, logro que se celebró y gritó por todo lo alto, diciendo que esta nueva empresa traerá el desarrollo, la innovación y el crecimiento económico no solo de este estado, sino del país entero. 

Sin embargo, y a pesar de todo lo bueno que quieran hacerlo ver, nosotros tenemos la obligación moral de decir las cosas que realmente pasan y tratar, hasta donde podamos, de explicar por qué es que pasan. 

Ya para nadie es desconocido que México se ha convertido en uno de los países preferidos de los grandes capitalistas para poner sus empresas, para brindar apoyo y dar oportunidades laborales y académicas a los mexicano. Para poder entender un poco esta parte, debe quedarnos claro, de manera general, que existen dos tipos de países dentro del sistema capitalista, aquellos que lo han desarrollado y aquellos que son un país subdesarrollado, México se encuentra entre los últimos. Esto quiere decir, por un lado, que nos hemos vuelto el patio de juegos de los países más desarrollados, lo que en nuestro caso es que somos un país que es utilizado para que se exploten sus riquezas naturales y su mano de obra, es decir, a sus trabajadores. 

México es el país en el que sus trabajadores laboran más horas al año entre todos los países que pertenecen a la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), y es, al mismo tiempo, el que otorga a sus empleados los salarios más bajos, por lo que las ganancias de los grandes capitales se acrecientan cada día, derivado del gran descubrimiento que hizo Carlos Marx, la plusvalía. 

Pero, por otro lado, no solo son las riquezas naturales y la mano de obra las que son explotadas, pues nos convertimos, en los hechos, en un paraíso fiscal, en el que los grandes empresarios pueden evadir impuestos y seguir obteniendo sus ganancias. Esto ha sido evidenciado en el libro de Viri Ríos, “No es normal”, donde dice que según los datos del Centro de Economía Política Internacional, “el gobierno mexicano tiene reglas tan permisivas que para los ricos es más fácil darle la vuelta al SAT que tener que hacer toda la parafernalia de abrir una cuenta en las Bahamas”. 

¿Pero de dónde viene esta afirmación? Del simple hecho de que el país es de los que menos impuestos recaudan, pero no porque los trabajadores no los paguen, sino sencillamente porque son los ricos quienes no lo hacen en la proporción en la que deberían de hacerlo, lo que ha ocasionado que recabemos menos impuestos que países como El Salvador y Honduras y en general que el 77 por ciento que todos los países del mundo, lo que subraya Viri Ríos también esto a pesar de que somos la 15 economía más grande del mundo. 

A esto, debemos agregar que existen dos tipos de impuestos: los directos y los indirectos. Los primeros son los que se cobran directamente a los ingresos o la riqueza de las personas, como el Impuesto Sobre la Renta (ISR), y los indirectos, como el Impuesto al Valor Agregado (IVA) que se cobra a los consumidores, siendo estos últimos los que más afectan e impactan en la economía de las familias de los trabajadores, pues así sea un chicle, se le cobran los impuestos y es también, al mismo tiempo, el que más beneficia a la clase poderosa, pues son precisamente todas sus mercancías que se encuentran en el mercado las que al comprarlas llevan impregnada ya, parte de la ganancia que se quedarán los capitalistas. 

Este fenómeno ha generado que, a pesar de que los ricos concentran el 54 por ciento de los ingresos del país, solo pagan el 32 por ciento de los impuestos; y por otro lado, la gran mayoría de los mexicanos que concentra solo el 46 por ciento de la riqueza, ha estado pagando el 68 por ciento de todos los impuestos. 

Así que, el impuesto desproporcionado a los consumidores, los salarios de hambre que adquieren los trabajadores después de muchas horas de explotación laboral sumado al desarrollo de grandes capitales extranjeros, no cambiarán la situación en la que nos encontramos, todo lo contrario. 

La nueva planta de Tesla no generará, de ninguna manera, un crecimiento en la economía del país; utilizarán nuestros recursos naturales, explotarán a los trabajadores mexicanos, no pagarán los impuestos que deben pagar y, al final de cuentas, toda la ganacia se irá al extranjero, al país de origen de Elon Musk, quien no volteará ni siquiera la mirada para ver las condiciones en las que estarán los trabajadores mexicanos. Así que no, que Tesla vaya a poner su nueva planta en nuestro territorio, no es para nada una buena noticia. 

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