Enfrentamos una desigualdad social escandalosa, producto de una economía provocada por los defectos y excesos del poder del mercado, una economía neoliberal, que se impuso a nivel mundial en la década de los años 80. y México no es la excepción, por más que asegure el Presidente López Obrador que acabó con el neoliberalismo.
Podemos ver las consecuencias de esta situación, el poder creciente de las grandes corporaciones, que amasan grandes fortunas y por el otro lado, una extensión y agudización de la pobreza de los trabajadores. Hemos visto cómo estos elementos nos han llevado a un crecimiento lento de la economía y a niveles de desigualdad cada vez mayores de grandes sectores de la población tanto urbanos como rurales, los bajos salarios son insuficientes para adquirir la canasta básica, las familias proletarias se empobrecen a ritmos acelerados engrosando las filas de la pobreza extrema.
El desmantelamiento de instituciones del Estado mexicano, aplicando a rajatabla una política de austeridad, que no es otra cosa que recortar presupuestos, esto es un sabotaje al sistema normativo y a la vez al sector profesional, despidiendo a miles de trabajadores especializados, y sustituir las vacantes contratando a los amigos de la 4T con una nula experiencia, pero eso sí, fieles a las órdenes presidenciales han paralizado las funciones del gobierno. Han dejado a su suerte a las mujeres víctimas de maltrato, no existe una política efectiva para frenar los feminicidios, tenemos una sociedad cada vez más violenta, un crecimiento de la pobreza, que demuestran la nula efectividad de los programas sociales de la 4T, con cero crecimiento económico, con más de 600 mil muertes por covid-19, que por falta de registro no las reconoce las estadísticas del gobierno.
El gobierno morenista se muestra extraviado, porque su política de primero los pobres, simplemente no da resultados, pero el verdadero cimiento de nuestro bienestar, para aspirar a un mejor nivel de vida, debe tener como base el apoyo en el desarrollo de la ciencia, la investigación, la participación de las organizaciones populares y en las instituciones sociales derivadas de ellos, incluido el respeto a la ley.
El presidente de la República, debe ser el primero que respete la ley, vivimos en una sociedad injusta y cada vez más violenta, en un sistema económico de explotación permanente, se requiere de un aparato de justicia que intervenga y ponga las cosas en su lugar, pero no está en la agenda de Morena.
Una sociedad funciona bien, cuando los grupos sociales se agrupan y cuentan con el cobijo de la ley, cuando las organizaciones ya sean culturales, altruistas, ambientalistas, políticas etc., podemos calificarla como una sociedad verdaderamente democrática.
Nos lleva a un debate que está a la orden del día, acerca del papel del Estado en la vida social, política y económica y se reduce a lo siguiente; o seguimos permitiendo que López Obrador siga adelgazando el tamaño de las instituciones del gobierno, eliminado sus funciones hasta llegar a su parálisis por la falta de presupuesto, o fortalecer al Estado mexicano para que cumpla su función de intervenir en la vida pública, tal como lo mandata nuestra Constitución, que se le asigne el presupuesto necesario para garantizar la atención de calidad en salud, educación, vivienda, infraestructura, trabajo bien remunerado, etc.
Estamos a unos días de poder darle un rumbo diferente a nuestra nación, participar todos el próximo domingo 6 de junio y darle la espalda a la continuidad de este nefasto Gobierno federal; perdió su oportunidad de recomponer las cosas y ahora estamos mucho peor que hace tres años, todos a participar de manera masiva para expulsar a Morena del poder.
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