Nunca en los tiempos que corren la ciencia había sido tan duramente atacada por un gobierno, como ahora, con el argumento de combatir la corrupción, sin pararse a reflexionar el papel de primer orden que juega para el desarrollo económico de las naciones y más aún en una era de grandes intercambios, no sólo de mercancías y capitales sino también de conocimientos.
En días recientes vimos a Rusia presumir la creación de una vacuna en tiempos tan aciagos para la humanidad que se ve asolada por una pandemia que ya roza los 50 millones de seres humanos contagiados y le ha arrebatado la vida a un millón, 241 mil 881 de personas.El éxito de aquel país es producto de la visión avanzada de una nación que posterior a su revolución, ocurrida en 1917, comprendió que la ciencia podía ser salvadora y hoy vuelve a tomar la delantera en el mundo.
Pero el Gobierno mexicano nunca ha tenido esa visión, salvo honrosos casos aislados en nuestro país, pero que no han calado lo suficiente para darle a nuestro país ese impulso científico y tecnológico que le permita colocarse a la altura de las más grandes potencias del mundo en este terreno.
Si ya para 2007 podemos calificar que la ciencia estaba rezagada y se le destinaba 0.49 por ciento del PIB, porcentaje que en el Presupuesto 2020 se redujo a 0.38, es decir, lejos de avanzar retrocedemos, peor aún, hoy vemos cómo el Gobierno ha decidido, por un lado, desaparecer todos los fondos y fideicomisos que eran para la investigación y por otro, da un fuerte golpe a la mayoría de las familias humildes al elevar las tarifas de internet ahora que las clases son virtuales, por tanto, no podemos calificar la actuación del gobierno como de un gran apego y respeto por la ciencia.
En el primer caso, los mexicanos vemos con honda preocupación como el Conacyt perdió 91 fideicomisos y fondos que equivalen a 25 mil 741 millones de pesos, entre ellos, 26 Centros Públicos de Investigación.Se eliminó el relacionado con la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados; se suprimen, además, centros y fondos como el de Fomento y Apoyo a la Investigación Científica y Tecnológica en Bioseguridad y Biotecnología; Tecnología Forestal; Cambio Climático y Agua; Alimentación.No hubo ningún empacho para retirar los recursos destinados al CIDE, Colegio de la Frontera Norte, El Colegio de Michoacán, Colegio de la Frontera Sur, El Colegio de San Luis, el CIMAT, Instituto Mora, en fin, la lista es extensa.Todo esto y más fue aprobado por las dos cámaras de "representantes" del pueblo.
Pero no había que ir tan lejos, para demostrar que la 4T no tiene el más mínimo interés de la promoción por la ciencia y por la educación de los mexicanos.En la región en que trabajo, desde Uruapan, pasando por Lombardía, Parácuaro, Apatzingán, hasta el Puerto de Lázaro Cárdenas, son muchas las madres de familia que comentan las penurias por las que atraviesan para poder adquirir un celular, una tableta, una televisión o una computadora para que sus hijos puedan recibir clases en línea.Ya ni se diga a la hora de ayudar en las clases, y eso cuando no salen a trabajar, pero la expresión que he escuchado frecuentemente por las madres es "estoy loca con estas clases".
Y para completar el ataque a la educación y ciencia, el gobierno decidió aprobar el aumento de tarifas de internet y telefonía celular en nuestro país, hoy cuando más niños y jóvenes lo necesitan para cursar el ciclo escolar y cuando organismos serios y especializados hablan de que la economía va a caer en casi 10 por ciento y que 12 millones de mexicanos se han incorporado a las filas de la pobreza extrema.
Todos los mexicanos debemos observar cómo se acercan las elecciones intermedias y el presidente necesita recursos para comprar conciencias a un bajo costo, por ello, ha echado mano de los 109 fideicomisos, incluido el destinado a la ciencia, teme que el pueblo se dé cuenta que le mintió y ahora más que nunca necesita recursos para hacerse de votos, pero desdeñar a la ciencia significa condenar al pueblo de México al misticismo y al fanatismo.
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