MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Menos gasto público a servicios, el rostro neoliberal de la 4T

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Con base a informes de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) se dio a conocer que en abril el gasto programable del gobierno cayó a una tasa anual de 3.8%, al ejercerse únicamente alrededor de 347 mil 955 millones de pesos. Este gasto son los recursos que el Gobierno federal destina a las dependencias y entes autónomos para la proveeduría de bienes o servicios a la población en general, ya sea en materia de desarrollo social como educación, salud, carreteras, económico o de gobierno.

La Secretaría de Salud (Ssa) fue la de menores gastos durante abril, gastó nueve mil 663 millones de pesos, equivalente a una reducción de 50% frente al mismo mes del año pasado. Otra de las dependencias más restringidas en su gasto programable fue la Secretaría de Economía (SE), a cargo de Tatiana Clouthier, al presentar una reducción de 44.2% frente a abril de 2021, y un ejercicio del gasto de 227.5 millones de pesos. De esta secretaría federal dependen algunos programas sociales y económicos como el apoyo a emprendedores o pequeñas y medianas empresas.

El informe de la SHCP sobre las finanzas y deuda públicas al cierre de abril de 2022 revela, otras secretarías que registraron reducciones en su gasto, respecto al mismo mes del año pasado, fueron las de Defensa Nacional (Sedena), Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), al igual que la de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT) (antes SCT). Un estudio del Instituto Belisario Domínguez (IBD), del Senado de la República, dio a conocer que en el rubro de participaciones a entidades federativas y municipios se erogaron 4 mil 170.1 mdp por debajo de lo presupuestado.

Pero, por si no fuera suficiente esta brutal reducción del gasto programable, hace unos días el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que de la austeridad republicana pasará ahora a la pobreza franciscana. Está visto que la austeridad republicana que tanto presume el mandatario federal ha consistido en disminuir los presupuestos gubernamentales eliminando programas y dotación de servicios públicos de toda índole como apoyos al campo, abastecimiento de agua, tratamiento de aguas residuales, servicio de salud, educación, vivienda, estancias infantiles, escuelas de tiempo completo, construcción y modernización de carreteras, mantenimiento de la infraestructura pública como el de la Línea 12 del Metro que colapsó, entre otros.

Además, hay coincidencias en que dicha austeridad es selectiva, porque sigue aumentando el gasto público, pero la mayor parte de este recurso ha sido destinado para pagar los déficits de Pemex, de la CFE, y los despilfarros en obras emblemáticas que tendrán, en el mejor de los casos, una rentabilidad económica o social muy baja. Ya no mencionemos la destrucción de nuestro patrimonio natural, como en la Riviera Maya. Es decir, la supuesta austeridad republicana ha probado ser dañina para el bienestar de la mayor parte de la población. Asimismo, los programas sociales, como también ha sido demostrado, sirven propósitos esencialmente clientelares con fines electorales.

Es obvio que la reducción del gasto público programado a servicios afecta a la mayor parte del pueblo de México y urgen soluciones, para tal efecto necesitamos una explicación de fondo. Grandes pensadores sociales sostienen que la política de austeridad es una consigna eminentemente neoliberal, pues significa un recorte al gasto social y una reorientación del gasto gubernamental hacia las tareas de seguridad, administración y tributación al capital financiero. Importa más mantener el superávit fiscal, soportar una carga tributaria regresiva y preservar la estabilidad macroeconómica. En tanto se conculcan los derechos sociales y laborales, pese a que se compensen con programas asistencialistas y clientelares. En última instancia, se trata de una agenda conservadora y regresiva.

Para el caso de nuestro país. A la fracasada estrategia económica neoliberal en México, le urgía un abogado novedoso. Y quién mejor que al presidente Andrés Manuel López Obrador, quien a más de tres años y medio de su gobierno, desde Palacio Nacional, confesó con holgura que el modelo neoliberal “no es del todo malo”. Aunque AMLO se había cuidado discursivamente de no reconocerle ninguna virtud al neoliberalismo, en el ejercicio de su gobierno le ha rendido tributo en forma estricta, al haber estado repitiendo hasta el cansancio que el problema es la corrupción, decidió premeditadamente exculpar al neoliberalismo.

Así, lo que podría parecer un sinsentido de López Obrador, afirmar que debemos transitar a la pobreza franciscana, es en realidad un propósito de la expresión más brutal del capitalismo, cuya finalidad es que haya más mexicanos pobres y hacerlos cada vez más dependientes de las dádivas del gobierno para mantenerlos como votantes seguros del régimen. Es un verdadero horror, pero de eso se trata el hecho de que haya cada vez menos gasto público a servicios y que evidencia el rostro neoliberal de la 4T.

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