El 10 de mayo se cumplen ya seis meses del cobarde asesinato político de nuestro compañero Manuel Hernández Pasión, lídser indígena antorchista de la sierra norte de Puebla quien se desempeñaba como presidente municipal de Huitzilan de Serdán. Su amor nato hacia los suyos lo llevó a muy temprana edad a fundirse para siempre con el Movimiento Antorchista cuya cosecha era ya muy grande a la hora de su partida: había logrado unificar a varios municipios serranos para combatir la marginación y el aislamiento, victimas del caciquismo regional y municipal de nuestros días.
La labor del compañero Manuel y el Movimiento Antorchista cobran mayor importancia si revisamos someramente lo ocurrido con los pueblos indígenas en los siglos que venimos. Su participación en la guerra de independencia constó de numerosos contingentes quienes tomaron parte en importantes batallas. Las motivaciones que determinaron su participación fueron la restitución de las tierras que les habían sido arrebatadas por los encomenderos y luego por hacendados españoles y criollos. Se creía que al ser expulsados los imperiales como consecuencia terminarían liberados de su yugo. Sin embargo tras la constitución de Cádiz y su concepto liberal de ciudadanía, desaparecieron las repúblicas de indios que durante la colonia era lo poco que aún les quedaba como mecanismo para la defensa de sus derechos. Más tarde, la Ley Lerdo canceló uno de los ingresos más importantes de las comunidades al exigir que las corporaciones civiles se despojaran de sus bienes, provocando que se quedaran en sus tierras ahora como peones encasillados o empujados a trabajar tierras poco favorables para la agricultura.
Con la Revolución mexicana se restituyó el derecho de la propiedad comunal que junto a la labor del presidente Lázaro Cárdenas, se hicieron esfuerzos importantes para el reparto de tierras; sin embargo, desprovistos de recursos no pudieron explotarla adecuadamente. Aunado a ello, las masas que llevaron a cabo el proceso revolucionario no tenían ninguna organización ideológica y política para un cambio efectivo en la distribución del poder. Fueron los caudillos nacidos de la Revolución Mexicana quienes se apoderaron del control político y económico y quienes más tarde se aliaron a la estructura del PNR y más adelante del PRI para no poder sus privilegios quienes gracias a la verticalidad y centralización del nuevo sistema político fueron los intermediarios quienes llevaron a cabo la medidas dictadas desde arriba. Es bajo este escenario como se explica la consolidación del caciquismo en México como una forma de control político en zonas rurales. El poder tiende a individualizarse a favor de una persona o grupo de personas para proteger intereses económicos de una facción.
Para entender este fenómeno debemos ubicar a la ciudad de Zacapoaxtla como centro importante que forma parte de un sistema regional de mercado. Tanto los productores como los compradores debían pagar un impuesto mercantil a la cabecera municipal que se enriqueció a costa de los pueblos productores como Huitzilan. Así se explica que sean los comerciantes de Zacapoaxtla coludidos con el poder político, quienes han impedido y retardado la construcción de caminos en la Sierra con la finalidad de mantener aisladas a las comunidades y conservar la hegemonía comercial en la región.
Los antorchistas hemos denunciado con base a pruebas fehacientes la participación directa antes y después del asesinato del actual presidente municipal de Zacapoaxtla, Guillermo Lobato Toral. La justicia poblana sigue mostrándose cómplice al no realizar una investigación expedita y eficaz que permita dar con los autores intelectuales del asesinato. Llegó la hora de la anhelada justicia para los pobres. Los indígenas de la sierra norte del estado se han levantado organizada y conscientemente junto a sus hermanos pobres del país quienes no descansaremos hasta que se haga justicia del crimen político.
Vayan estos versos del poeta texcocano Nezahualcóyotl a manera del reconocimiento al legado de Manuel Hernández Pasión:
No acabarán mis flores,
no cesarán mis cantos.
Yo, cantor, los elevo,
se reparten, se esparcen.
Aun cuando las flores
se marchitan y amarillecen,
serán llevadas allá,
al interior de la casa
del ave de plumas de oro.
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