Pocas cosas dañan tanto al prestigio de alguien como incumplir una promesa, el que promete enciende la ilusión de resolver su necesidad de otro, y lo peor que puede hacer es incumplir. De nada servirán las explicaciones del por qué no se concretan las promesas, los pretextos sobran y las excusas por más fundamentadas que estén, siguen siendo eso, solo escusas.
Prometerles a los vecinos de la colonia Buenos Aires encontrar una alternativa de terreno para que puedan vivir en paz, sin el sobresalto y la angustia de que en cualquier momento pueden venir a desalojar sabedores de que los policías son brutales y no se tientan el corazón cuando les dan una orden. No entender cómo se siente vivir con el alma en un hilo, porque, los últimos intentos de desalojo se han realizado entre las 3 y 5 de la mañana, cuando la gente debiera estar descansando para recobrar fuerzas y regresar al otro día a la friega diaria.
Para muchos es más sencillo elaborar un pretexto que resolver un problema. Darle largas para cumplir una promesa. Pareciera que el camino de la disculpa fuera más sencillo.
Uno de los problemas más frecuentes, en el gobierno, es posponer las soluciones, aplazar las respuestas, darle largas a la solución del problema, hacer que los ciudadanos afectados se desesperen y abandonen su intento de buscar una solución real al problema. Incluso, hay ocasiones en que los procesos se alteran, se complican y resulta más costoso política y socialmente no resolver. O, peor aún, se llega a la conclusión de que, si les hubieran resuelto ya, todo hubiera sido más sencillo y sin tantos costos. Al postergar las soluciones, el daño crece y las proporciones llegan a salirse de control.
Son ya más de cinco años señor gobernador que estas familias le plantearon su problema, de haberle hecho frente a su petición desde el principio, esas familias tendrían ya tendrían servicios en su colonia y una escritura en sus manos que los convertiría en propietarios y sus familias contarían con un verdadero patrimonio. Pero dejaron correr el tiempo y ahora estamos en el último año de su gobierno y ustedes siguen dándoles explicaciones a los vecinos de la Buenos Aires, pero ya no es suficiente.
Ahora ellos le exigen que cumpla su palabra, porque en su primer año en una gira por Ciudad Valles usted mostro empatía y sensibilidad ante su demanda, pero el tiempo siguió corriendo y Buenos Aires sigue esperando, varios de los iniciadores de la colonia ya fallecieron y son sus hijos o sobrinos los que retoman esta lucha, no se hacen a la idea de perder su pedacito de tierra que les recuerda que parte de la vida de sus padres y años de su infancia están en esos terrenos. Para el que tiene mucho ese terreno fangoso y sin servicios es solo un problema, una carga, pero para los que no tiene más que sus manos para trabajar ese terreno lo significa todo, un lugar donde llega, un hogar para sus hijos, un montón de recuerdos. Pero aún así están dispuestos a aceptar el cambio de lugar, porque también quieren vivir en paz y tener un terreno propio, donde vivan sin zozobras, sin miedo, quieren saber que se siente vivir con agua entubada, con luz, con drenaje, con un ventilador que les aligere el tremendo calor que hay en Ciudad Valles.
La promesa que no se cumple es una muestra de que hemos dejado de ver hombre y sus necesidades y sólo vemos números y votos. Un gobierno que o toma en cuenta a sus ciudadanos va camino al desfiladero. No importa que en un momento determinado sea el líder, si hace enojar a quien con su voto lo llevó al poder, tarde o temprano terminará sin apoyo y repudiado por quienes creyeron en usted.
Por eso, licenciado Juan Manuel Carreras, si buscamos conquistar por medio de una promesa, lo mejor que podemos hacer es honrarla y los antorchistas de Ciudad Valles no descansaremos hasta que la cumpla.
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