MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Los desastres naturales y los políticos del desastre

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Dicen los filósofos que la casualidad es la manera en la que se expresa la necesidad. En tal frase, la palabra necesidad debe entenderse como el curso regular, obligado, de los acontecimientos. De ello podemos concluir que lo que se presenta ante nuestros ojos como un evento completamente inesperado es en realidad la manifestación de una ley natural; de algo que, si es estudiado, puede conocerse las causas y la forma en la que éste se comporta. 

Así, por ejemplo, en la historia tan difundida según la cual Newton se encontraba a la sombra de un manzano, reflexionando y pensando en quién sabe qué, cuando una manzana le cayó en la cabeza. El evento CASUAL podría ser que la manzana cayó golpeándolo en la cabeza, pero una vez que se empezó a cuestionar qué era lo que obligaba a la manzana a descender perpendicularmente hacia el suelo el camino lo llevó a “descubrir” la gravedad.

Con ello pudimos conocer cuál era su aceleración y de acuerdo con la ley elaborada por Newton en ese momento, cómo se comportaba la gravedad en el universo. Esto sería lo NECESARIO en este ejemplo.

Claro que la ley fue superada en lo posterior, pues la ciencia ha continuado buscando la explicación más exacta y universal para el comportamiento de la materia y de las fuerzas que operan sobre ella.

De la misma manera la ciencia ha permitido conocer la necesidad, es decir, las leyes bajo las cuales la naturaleza se comporta, permitiéndonos dominar muchos de los fenómenos que antes hacían temblar de miedo a nuestros ancestros.

Hoy podemos generar electricidad con los grandes ríos en los que algunos de nuestros antepasados seguramente murieron ahogados; podemos obtener penicilina a partir de la fermentación y con ello salvar muchas vidas que en otro momento su herida infectada hubiera sido una mera casualidad que nadie tenía la posibilidad de evitar; podemos levantar grandes edificios con el uso de máquinas que ha sido posible elaborarlas una vez que conocimos la necesidad detrás de otros tantos eventos casuales. 

El estudio del tiempo, del medio atmosférico, los fenómenos meteorológicos, han permitido elaborar las leyes que explican su comportamiento, haciendo posible que hoy los hombres puedan conocer los alcances de un huracán, las zonas donde ocurrirán las siguientes sequías, provocar lluvias a voluntad, conocer con antelación dónde ocurrirán lluvias torrenciales, es decir, conocer de manera anticipada la magnitud de un fenómeno meteorológico y la probabilidad de que éste represente un desastre para la humanidad.

Fue una decisión del Gobierno no dotar de infraestructura hídrica a las zonas con un potencial riesgo en Guerrero, pues ellos tienen en sus manos los recursos del país para salvaguardar la vida de sus gobernados.

El desastre natural ocurrido en días pasados en el estado de Guerrero nos permite obtener una conclusión a partir de dos elementos primordiales:  

Primero, que si tomamos en cuenta que el centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos advirtió de manera pública de la formación de un huracán en el Pacífico cercano a las costas de Guerrero y que este tenía altas probabilidades de que, una vez tocando tierra, provocaría un desastre de magnitudes considerables, lo llamaron “extremadamente peligroso”.

Pero de la misma manera, aunque no hubiera existido un aviso, ya está claro que sí lo hubo: para nadie resultaría una sorpresa que en cualquier territorio costero es necesario dotar de una infraestructura que permita hacer frente a cualquiera de estos fenómenos naturales; dicho en otras palabras, estos fenómenos naturales han ocurrido con tanta regularidad que podríamos afirmar, sin temor a equivocarnos, que se trata no de meras casualidades sino de fenómenos que ocurren por necesidad. 

De ello se deduce que fue una decisión del Gobierno no dotar de infraestructura hídrica a las zonas con un potencial riesgo (recordemos a Tabasco) pues ellos tienen en sus manos los recursos del país para salvaguardar la vida de sus gobernados y decidieron no hacerlo. El argumento al que acuden los gobernantes de que se trata de fenómenos naturales, de “casualidades” que no podemos controlar, se puede convertir en un insulto al intelecto de los mexicanos. 

Segundo, aunque estos desastres naturales han azotado muchas veces a la población mexicana, no sólo los desastres han sido causados por fenómenos naturales sino también evidentes omisiones de las autoridades.

La noche del 3 de mayo de 2021 colapsó una parte de la Línea Dorada a unos metros de la estación Olivos, donde perdieron la vida 26 personas y 98 resultaron lesionadas. Se nos difundió la idea de que era un accidente; sin embargo, la empresa que se contrató para el peritaje indicó que existían fallas estructurales evidentes, y después se supo que el gobierno ya las conocía mucho antes del “accidente”.

El 27 de marzo del presente año, un incendio en el Instituto Nacional de Migrantes dejó 40 muertos. Posteriormente, las investigaciones indicaron que el comisionado, nombrado por el presidente, conocía malas condiciones del centro de detención incendiado, donde los migrantes estaban hacinados y encerrados en una celda cuyas llaves no fueron localizadas en el momento del incendio, y podríamos sumarle todos los accidentes ocurridos en la capital como consecuencia de la reducción en el gasto para mantenimiento del Sistema de Transporte Colectivo Metro. 

Pero como en los fenómenos naturales, de la repetición de los eventos podemos conocer el comportamiento de las cosas. De las numerosas “omisiones” del gobierno, de la reducción del gasto en rubros que el morenismo ha considerado innecesarios, como en Fonden o el Fopreden, podemos deducir cuál es la ley dentro de la cual se mueven los intereses del gobierno actual, y lamentablemente no son los intereses del pueblo trabajador, la realidad ha mostrado el verdadero rostro del partido que nos gobierna; estos eventos casuales debería estudiarlos bien el pueblo trabajador, pues están mostrando lo necesario. 

La realidad nos enseñó que para Morena las vidas de sus gobernados valen solo en las urnas, y que el desastre natural ha mostrado la naturaleza del desastre que nos gobierna.

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