MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Llama Antorcha a sacar a Bocoyna de su atraso ancestral

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Solamente con un gobierno del pueblo puede Bocoyna superar la actual pobreza y la marginación en la que se encuentran sumidas las dos terceras partes de los pobladores del municipio. Más del 60 por ciento de la población vive en pobreza, y casi el 80 por ciento vive, o sobrevive, con ingresos por debajo de la línea de bienestar que marcan los indicadores oficiales.

La comunidad de Santa Elena se encuentra entre el pueblo turístico de Creel y San Rafael, en el vecino municipio de Urique; su población es mestiza e indígena. Las condiciones de atraso en que vive la mayoría son evidentes, no hay agua potable, y como en muchas partes del municipio deben caminar en promedio un par de kilómetros para sacar agua de las pilas comunales, en el supuesto de que funcionen, y si no lo hacen, ir a los manantiales. Acá, la red eléctrica es insuficiente, no alcanza a cubrir toda la zona.

Santa Elena es sólo un ejemplo representativo de cómo vive la gente en este municipio de la Sierra Tarahumara de Chihuahua. Por un lado, la riqueza natural es evidente, y por sólo resaltar un aspecto, saltan a la vista sus bosques, antaño abundantes de preciosas especies de pino y encino, y hoy desforestadas gracias a la acción de las empresas extranjeras y nacionales que desde principios del siglo XX hicieron de estas sierras su particular feudo que explotaron sin respetar las necesarias indicaciones de plantar nuevos árboles para reforestar en la misma medida en que extraían la madera. Los ejidos no se quedaron atrás en esta explotación irracional, y en los últimos años entraron a la escena grupos que se complacen en arrasar el bosque sin reglamento alguno y, obviamente, sin permiso de las autoridades forestales o ambientales.

Ahora los trabajos escasean, y con la emergencia nacional provocada por la pandemia del coronavirus, la gente va a sufrir mucho más que de costumbre para encontrar comida. Muchas comunidades y familias indígenas tienen por costumbre irse a las ciudades en la temporada de invierno, cuando faltan los víveres en los hogares, pero esto se va a dificultar más con la tremenda crisis económica que se nos viene encima.

Agua potable, la más preciosa y necesaria de las obras públicas, electrificación, apoyos sociales para complementar la alimentación, empleos, acercar los servicios de salud, fueron precisamente las necesidades expuestas por los pobladores de Santa Elena en sus reuniones de grupo, donde también dejaron al descubierto la situación de emergencia en la que vive la mayoría de las familias indígenas: las despensas que ofrecen los gobiernos de vez en cuando, son para ellos indispensables porque hay hambre. Y porque la gran mayoría sobrevive haciendo artesanías o realizando trabajos temporales en la albañilería o en el bosque, pues la agricultura de la que vivían antes, ya no les es posible practicarla, pues no hay fertilizante ni semilla, y no tienen ni siquiera animales para que jalen los arados rudimentarios. Ya no hay, pues, en la gran mayoría de los casos, ni cómo sembrar el frijol con el que se alimentaban, ni para hacer el cereal de pinole que a muchos niños tarahumaras les ha salvado la vida, pues les sale muy caro. Ahora, cuando mucho, siembran acelgas, quelites, y hasta ahí, párele de contar. Ya no les funciona siquiera su tradicional agricultura de autoconsumo.

Estas condiciones han provocado un problema evidente: que muchos de los niños de la comunidad estén enfermos, con infecciones estomacales que se les pasan a la garganta, a los ojos y piel, niños visiblemente afiebrados y desnutridos; y aunque hay una Casa de Salud en Santa Elena, está casi permanentemente cerrada, hasta que va el médico, y, como casi en todas partes, no tiene suficientes medicinas. En algunas comunidades hay Casas de Salud, pero son unos cuartitos fríos y oscuros, donde lo único que tienen es un escritorio, porque el medicamento lo lleva el doctor cada mes, que es cuando asiste a las comunidades; pero la gente no se puede esperar a enfermarse; las enfermedades llegan cuando uno menos lo espera, y si no hay siquiera paracetamol para calmarle un dolor al niño ¿cómo se le hace? ¿cuál es la salida que le queda a la gente, si además los caminos son muy largos y muy feos, y para cuando llegan con su enfermo a donde le pueden dar atención, el paciente ya empeoró, o se murió en el trayecto. A muchos de los niños de acá se los lleva la muerte por una simple diarrea.

La propuesta de Antorcha, no sólo en el problema de la falta de salud, sino de igual manera para los demás aspectos de las carencias de los pueblos y las comunidades, es que hay que gestionar y gestionar, y la gente se tiene que organizar y participar directamente en la lucha. Pero ahora no sólo por traer obras y recursos, porque los actuales gobiernos estatal y federal ya se ve que no están dispuestos a invertir en el bienestar del pueblo trabajador, sino al contrario; lo que vemos es que están recortando cada vez más los rubros del presupuesto que antes se destinaban a unas pocas obras públicas y apoyos sociales. Ahora de eso no queda nada. Para que el pueblo tenga bienestar, un mejor nivel de vida, trabajo remunerativo, educación y salud de calidad, el gobierno de la Nación debe ser de la gente, un gobierno conquistado por el pueblo organizado que aplique las necesarias políticas sociales y económicas que permitan que se eleven favorablemente las condiciones de las clases menos favorecidas del país. Debemos desde ahora un partido político de nuevo tipo, uno que responda realmente a los intereses de la gente explotada, a las clases trabajadoras y que lleve al poder no a los políticos tradicionales, no a un líder, no a un "iluminado" que finja que trabaja para nosotros, sino a verdaderos representantes de los obreros y de los campesinos, de las clases medias oprimidas.

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