El pasado primero de marzo, en un artículo publicado por El Universal titulado Mirar a quienes otros no ven el columnista Carlos Heredia Zubieta, se suma a la "cargada" de ataques mediáticos contra el Movimiento Antorchista orquestada desde la más alta magistratura del país. En un fallido intento de "quedar bien con dios y con el diablo" en el que trata de resaltar las acciones emprendidas por el gobierno; el confundido ex perredista reprocha al presidente la tábula rasa que hace con todos los movimientos sociales y organismos de la sociedad civil, al acusarlos sin distinción de intermediarios "¿Acaso la monja que atiende a transmigrantes centroamericanos en un albergue puede meterse en el mismo saco que los líderes de Antorcha Campesina o de la UNTA que se dedican a chantajear autoridades mediante la invasión de terrenos y el tráfico con la miseria?"
En un artículo reciente, el ingeniero Aquiles Córdova Morán decía, refiriéndose a un ataque similar, que cometen un error de principio quienes fundan la defensa de las "organizaciones de la sociedad civil" poniendo de contraste a organizaciones como Antorcha a la que acusan como nido de delincuentes y ladrones, y las organizaciones altruistas, pues son cosas distintas y a diferencia de estas últimas a las que el columnista defiende, "antorcha nunca ha recibido subsidio, directo ni indirecto, ni recursos de gobierno alguno, y no se nos puede quitar lo que nunca hemos tenido". La estrategia se resume en darle la razón al presidente en su trato a organizaciones como Antorcha, ayudando a abonar con estiércol a la opinión pública preparándola ante futuros actos represivos del gobierno contra estas; y conminar al presidente a enmendar su "error" en el caso de las otras organizaciones. Tamaña ingenuidad e ignorancia supina sorprende en un investigador del CIDE. Quizá valga también para don Carlos, la recomendación que le hace al presidente en un artículo titulado Mi autocrítica: "AMLO es humano y también necesita a alguien que le haga ver cuando esté equivocado, sin que esa persona sea fulminada por la ira del Olimpo. ¿Quién será esa persona? ¿Quién le puede decir-señor periodista (HG), usted está equivocado, tiene que rectificar y reconocer que está en el error...?"
La política del presidente contra las organizaciones de masas como Antorcha y las organizaciones de la sociedad civil, es totalmente consecuente con las medidas neoliberales en materia económica que está llevando a cabo. La acusación de intermediarios encaja con los recortes a las estancias infantiles, a obras y servicios, a hospitales especializados, instituciones educativas, etc. en favor de los Programas de Transferencias Monetarias directas. Todas son medidas de corte neoliberal, algunas de ellas tan impopulares que ni los panistas se atrevieron a implementarlas. En una entrevista el presidente López Obrador manifestó que le tenía mucha desconfianza "a todo lo que llaman sociedad civil", el paralelismo con la famosa frase de la canciller de hierro Margaret
Thatcher al decir que "no hay tal cosa como la sociedad, lo que existe son los individuos" es evidente.
Los teóricos del liberalismo político establecieron una separación artificial entre la esfera de lo público y lo privado, entre el Estado y la Sociedad Civil, de acuerdo con los postulados del liberalismo económico que defendía la intervención mínima del Estado en la actividad económica. Marx sostenía que la anatomía de la Sociedad Civil hay que buscarla en la Economía Política y en su libro El dieciochoBrumario señala como "el Estado tiene atada, fiscalizada, regulada, vigilada y tutelada a la sociedad civil" de acuerdo con los intereses de la clase dominante que este representa. La democracia neoliberal, se nos representa en este sentido, como una especie de mercado político en el que cada quien persigue su interés individual y elige en este sentido la mejor opción. La sociedad civil conveniente a esta democracia resulta en una simple suma de individuos. La participación ciudadana que esta democracia requiere es solo decorativa, como lo demuestran las consultas ciudadanas a modo. El ataque a las organizaciones es por tanto, consecuente con la visión de política del morenismo.
La defensa de la sociedad civil tiene un carácter distinto para las organizaciones revolucionarias como la nuestra. Es defender el derecho de las masas a organizarse para luchar por mejores condiciones de vida y decidir lo que mejor les conviene, es defender los derechos políticos y sociales que el pueblo en armas conquistó en la revolución mexicana. Y es también, lo que Gramsci denominó la "guerra de posiciones",por obtener para las clases populares la hegemonía sobre la sociedad civil del capitalismo, como la condición básica de posibilidad de la transformación social. " ...las clases populares tienen la posibilidad de superar la fragmentación a que las condena el régimen del capital. Además, sólo está múltiple potencialidad organizativa de las masas puede derrotar a un enemigo que no está presente exclusivamente en el aparato gubernamental, sino que se halla diseminado en todas las instituciones de la sociedad civil".
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