La carrera por la sucesión presidencial ya arrancó, y las corcholatas más visibles del presidente Andrés Manuel López Obrador son Marcelo Ebrard, actual secretario de Relaciones Exteriores; Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la Ciudad de México, y Adán Augusto López, secretario de Gobernación federal, entre otros morenistas que quieren ascender a las delicias del poder.
Sin duda, esos funcionarios, aprovechándose de toda la maquinaria del poder del Estado, empiezan a publicitarse, mostrando su mejor pose y sonrisa, asimismo hablan de que el país merece mejores oportunidades, sin embargo, no mencionan que a cuatro años de gobierno morenista, México no ha superado los problemas económicos que atraviesa, hay más pobres y no hay empleos con salarios justos, situación que tiene despreocupado a López Obrador, pues lo importante para él es que el partido guinda se perpetúe en el poder de la nación.
Morena, sus aliados y sus intelectuales a sueldo perciben una oposición desvencijada y sin figuras fuertes que pudieran competirle a sus supercorcholatas; y es que la derrota anunciada de la coalición Va por México se desdibujó en las recientes elecciones, pues apenas lograron ganar en alianza dos gubernaturas: Durango y Aguascalientes, de los seis estados en disputa electoral a principios de junio.
A estas alturas, la oposición ya está política y moralmente derrotada, hay que recordar, que también tuvieron en sus manos la oportunidad de cambiar y mejorar la suerte de los mexicanos, sin embargo, por la ceguera de poder, compadrazgo, impunidad, corrupción, maltrato a las masas populares y por la gran brecha de desigualdad que impera en el país, los está colocando en el basurero de la historia, lugar hacia donde se está encaminando el tren morenista de la 4T, porque en tan sólo cuatro años de obtener el poder, hay más desigualdad que desarrollo y progreso.
En este contexto, observamos que en México no existe una verdadera oposición política, lo anterior, toda vez que ésta no ha jugado un buen papel ante el gobierno de López Obrador, para funcionar como verdadero contrapeso en las decisiones de esta administración, ya sea en el Congreso de la Unión, en los gobiernos estatales, o en la vida pública nacional.
La oposición ha sido condescendiente con las políticas de la 4T, las cuales no se contextualizan dentro de una política de verdadero crecimiento y desarrollo de la economía nacional del país en su conjunto; tampoco han sabido posicionar una agenda de lucha y un plan de acción para sacar al país del enorme bache en el que se encuentra sumergido, por el contrario, sus errores y desaciertos está desintegrando a la oposición del panorama político nacional como una opción real de cambio, por lo que se observa la urgencia de fortalecer instituciones serias, comprometidas con la lucha del pueblo, que hagan contrapeso a las decisiones arbitrarias del presidente y de su gobierno; y su formación seguirá siendo imperativo para consolidar.
Mientras que por un lado el presidente López Obrador se da el lujo de presumir, exaltar y promover públicamente los supuestos atributos de sus corcholatas que puedan sucederlo en el poder, por el otro, somos testigos de un país en el que sus ciudadanos viven con carencias extremas, con graves problemas de salud, un alarmante incremento de inseguridad, deficientes condiciones de vivienda, mala calidad de educación, sin obra social (sólo se han priorizado mega obras controvertidas y altamente cuestionables), sin avance en infraestructura urbana y para las comunidades rurales; se dice que no hay dinero suficiente, ni siquiera para un mantenimiento adecuado de los edificios escolares, pues gran parte de los recursos públicos se han destinado a los programas asistencialistas, los cuales tienen un propósito electoral, ya que son muy buenos para controlar las conciencias de los pobres y asegurar la permanencia en el poder.
En los resultados observamos que al presidente López Obrador no le interesa, ni le quita el sueño, la injusticia que reflejan la cruel realidad en que viven miles de familias mexicanas sumidas en la pobreza, toda vez que continúa predicando sobre su México perfecto, el de la 4T, en donde según él ya acabó con la corrupción y con el neoliberalismo que impedía el progreso del país, cuando la evidencia concreta de la realidad indica, a todas luces, que el mandatario federal es más defensor del capitalista que otra cosa.
Recordemos que, desde el inicio de esta administración federal, los impulsores de la 4T se propusieron como meta insignia de su gobierno, terminar con la corrupción, y atender posteriormente los demás temas relevantes que ameritan una intervención urgente como el desarrollo social, la seguridad pública, la falta de empleo, y que éste sea bien remunerado, así como la seguridad alimentaria, entre otros, los cuales quedaron relegados como prioridades secundarias; así se explica que en este gobierno de la “Cuarta Transformación” no haya mejorado el bienestar de la mayoría de los mexicanos, sino por el contrario, según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), las condiciones de bienestar de la mayoría de los mexicanos están por debajo de la línea de pobreza por ingresos, es decir, no ganan lo necesario para alimentarse y alimentar a sus familias.
Al respecto, podemos concluir que por las malas políticas del gobierno morenista de López Obrador, nuestro país se desborona, y desafortunadamente él parece ser un presidente que no la percibe, pero que está ansioso y encaprichado a perpetuarse en el poder, a eso se deben sus programas electoreros, para la compra masiva de conciencias, mientras que la oposición anda desubicada, lamiéndose sus heridas, y el inquilino de Palacio Nacional, ya anda en el circo político imponiendo a sus corcholatas, que continuará seguramente, la misma política fallida.
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