La política de salud implementada en México ha demostrado ser un fracaso total. En 2018, el 16.19 % de los mexicanos carecía de dicho servicio; para 2024, el porcentaje aumentó a 39.1 %, es decir, en términos reales significa que 50.4 millones de mexicanos no tienen acceso a servicios de salud dignos.
Las cifras antes mencionadas no son meros datos estadísticos, sino vidas en riesgo, mamás desesperadas porque no pueden cubrir un servicio médico particular de calidad, médicos y enfermeras que improvisan equipos para atender a sus pacientes, entre otras situaciones preocupantes.
Los consultorios de las farmacias atendieron en 2023 a 27 millones y medio de mexicanos, casi lo mismo que atendió el IMSS, es decir, 32 millones de pacientes.
Los resultados del sistema público de salud han llevado a la población a adaptarse a sus circunstancias y acudir a cualquier consultorio que les brinde medianamente seguridad para poder curarse.
Todas las entidades del país están siendo afectadas. Los casos más alarmantes en lo que va del año sintetizan los resultados del sistema de salud en el país.
Apenas hace unas semanas trascendió que doctores y enfermeras del Hospital General de Gómez Palacio, Durango, usaron vasos de unicel y un frasco de café como insumos médicos, los cuales funcionaron como mascarilla de oxígeno y humidificador.
La cosa no termina ahí y se pone más tétrica: en el mismo hospital, familiares de un paciente de 59 años con un riñón recién extirpado por cáncer solicitaron dicho órgano al departamento de patología con el fin de realizar una biopsia en un hospital externo. Lo increíble fue que se les entregó en un vaso de yogur.
Aunado a todas estas carencias que no sólo suceden en Durango, sino en todos y cada uno de los hospitales del país, se suman también los recortes que ha implementado el gobierno federal.
El sector salud es uno de los más afectados cuando se habla de recortes, austeridad y olvido por parte del gobierno morenista. El sexenio pasado se vanagloriaron diciendo en múltiples ocasiones que se crearía un sistema de salud como el de Dinamarca, pero la realidad puso en evidencia tan grande mentira, pues ya estamos en el segundo piso de la 4T y no se ve diferencia alguna.
Tan sólo hace unos meses se anunció el nada sorprendente recorte del presupuesto a este sector, pues el presupuesto de 2024 fue de 96 mil 989.9 millones de pesos y para este año se plantearon 66 mil 693, es decir, un recorte del 31 % en tan sólo un año, justo en la transición. Es una muestra clara del poco interés que representa para el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum.
En el gobierno de Andrés Manuel López Obrador se dejaron de surtir quince millones de recetas médicas, justificándose tras la austeridad proclamada, es decir, cinco veces más que en el gobierno de Peña Nieto. La atención médica disminuyó y hubo un grave desabasto de medicamentos.
Vemos que no se cuenta ni con lo indispensable en los hospitales públicos del país. La situación del sistema de salud es alarmante y, casi por sentido común, se debiera actuar de inmediato; sin embargo, se actúa en un contrasentido cruel e infame.
Ante el panorama actual en la aplicación de recursos y con las circunstancias descritas, se genera un clima de desconfianza entre la población para acudir a las instituciones públicas para poder curarse; prefieren acudir a cualquier otro centro médico privado, y es en ese contexto en el que se han popularizado los consultorios de farmacias.
Según las estadísticas del Coneval, el 25 % de los mexicanos que tuvieron un malestar se atendieron en el consultorio de farmacia más cercano. Eso quiere decir que una de cada cuatro personas en todo el país depende del Dr. Simi y sus primos.
Otra cifra para destacar es la atención en los consultorios de las farmacias. Estos atendieron en 2023 a 27 millones y medio de mexicanos, casi lo mismo que atendió el IMSS, que fueron 32 millones de pacientes.
Dichos servicios han servido para liberar presión a nuestro gran y deficiente sistema de salud para atender las necesidades de millones de individuos. Los datos nos dicen que es necesario intervenir urgentemente para mejorar el sistema de salud en México: una de las primeras preocupaciones que debieran asumir nuestros gobernantes es la salud y el bienestar de sus habitantes.
Las dificultades van en aumento y, lamentablemente, es el pueblo que día a día sale a trabajar sin importar las inclemencias del tiempo quien sufre las consecuencias de un sistema de salud deficiente, sin medicamentos y, peor aún, sin un sueldo que le permita atenderse ni atender a su familia.
Las inconformidades van en aumento; en varios estados de la república se han manifestado por el desabasto en equipos y medicamentos. Es obvio que la salud de los mexicanos no es una prioridad para quien nos gobierna.
Nuevamente la realidad nos vuelve a tocar a la puerta. Necesitamos una sociedad mexicana vigorosa, sana y fuerte, y para lograrlo debemos empezar con cambiar el enfoque de las políticas públicas que instrumenta el gobierno en turno en el caso de la salud. Si no lo hacemos hoy, mañana puede ser muy tarde.
Hoy más que nunca se tiene que dar la lucha no sólo por mejorar este sector tan elemental, sino para cambiar la patria en que vivimos por una más justa para todos.
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