El martes 20 de marzo murieron 39 migrantes y 28 sufrieron intoxicación grave por respirar el humo de colchonetas quemadas en el interior de un centro de detención de migrantes, ubicado en Ciudad Juárez, Chihuahua; estas personas estaban ahí porque las autoridades migratorias de México las iban a deportar a sus países de origen. Con esta deportación se ponía un rotundo alto a los deseos de los ciudadanos migrantes de huir de sus países de origen entre los cuales figuran Guatemala, Honduras y el Salvador, porque en estos países eran víctimas de la pobreza extrema, provocada por los bajos salarios y el desempleo; huían también de la alta incidencia de la delincuencia y la inseguridad, tenían la esperanza de encontrar mejores condiciones de vida en los Estados Unidos y lo que encontraron fue la muerte.
La reacción en los medios de comunicación, prensa, radio, televisión y redes sociales, nacionales e internacionales, fue de condena, de buscar quienes fueron los culpables, exigir la aplicación de todo el peso de la justicia a dichos culpables y modificación del trato inhumano a los migrantes en el peregrinar del trayecto de sus países de origen hasta el país en donde buscan refugiarse.
Las declaraciones de los funcionarios del Gobierno de México no se hicieron esperar, buscaron eludir la responsabilidad propia y cargar la culpa en las espaldas de los titulares de otras dependencias diferentes a la de ellos. El titular de Gobernación federal, Adán Augusto López, culpando al titular de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, y viceversa, incluso el presidente, Andrés Manuel López Obrador dijo que los culpables de esta lamentable tragedia habían sido los propios migrantes que fallecieron, porque ellos fueron los que prendieron fuego en protesta porque los iban a deportar y porque en su estancia en el centro de detención estaban en condiciones inhumanas, sin agua y sin alimento suficiente.
Estos señores funcionaros aplicaron la concepción contenida en los refranes populares de que los méritos y los éxitos tienen muchos padres y madres, mientras que los errores y fracasos son huérfanos pues no tienen ni madre ni padre o también aquel de que la culpa es como la muchacha fea que nadie quiere bailar con ella.
Además de las causas inmediatas y de los responsables directos que bien merecido tienen se les aplique todo el peso de ley, también es conveniente analizar la causa de fondo que explican el fenómeno migratorio y todo el sufrimiento y dolor que padecen poblaciones que abarca cada vez a un mayor número de personas.
Las causas de fondo se explican por el modelo económico, con base en el cual, los países están organizados para producir todos los satisfactores de necesidades sociales, en donde un pequeño grupo de personas es dueño de las fábricas y de la tierra, es decir, de los medios de producción, este pequeño grupo de personas no interviene directamente en el proceso de producción, en cambio las grandes masas de trabajadores participan directamente en los procesos de producción aportando su trabajo, a cambio de un salario, casi siempre miserable que apenas alcanza para lo más indispensable.
Los ingresos de la clase patronal como ganancia al vender en el mercado las mercancías producidas por los obreros, son inmensos, el derecho de los capitalistas a obtener grandes ganancias, se los da el hecho de ser los dueños privados de los medios de producción. Esta forma inequitativa de repartir la riqueza es la causa de fonda de la pobreza extrema del pueblo trabajador, de los altos niveles de delincuencia, de inseguridad y de grandes poblaciones migrantes en busca de un mejor nivel de vida en otros países y estos fenómenos solo se podrán resolver de fondo, con el cambio de modelo económico en la producción y el único que puede realizarlo con éxito es el pueblo trabajador unido y organizado, así que manos a la obra.
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