Los medios de comunicación nacionales e internacionales tienen la gran labor de informar a la ciudadanía sobre los hechos más importantes y trascendentales que suceden. Sin embargo, no es de sorprender que quienes tienen el control de los medios de comunicación sean los grandes capitales y, por ende, la información que se difunde sea la que está autorizada, la que no lastima los intereses de los poderosos; quien osa informar la realidad es reprimido, perseguido, silenciado e incluso se le arrebata la vida.
Queda claro que los medios de comunicación son determinantes en las guerras militares, comerciales y tecnológicas cuando hay un enemigo poderoso que se quiere silenciar o un crimen mundial que se pretende sepultar.
Esta es una realidad a la que los mexicanos se han ido acostumbrando poco a poco, al grado de que ya no la ven anormal. Si hablas con una persona sobre algún hecho lamentable, muy probablemente te dirá: “eso es sólo lo que dicen las noticias, la verdad fue más de lo que se informa”, evidenciando que el pueblo sabe que no le dicen todo lo que sucede, cómo sucede y por qué sucede.
Esto mismo pasa a gran escala, o sea, a nivel mundial, donde los grandes medios de comunicación del occidente silencian un genocidio que no se veía desde la Segunda Guerra Mundial, con la diferencia de que ahora sucede ante los ojos de las organizaciones encargadas de garantizar la paz en el mundo, como la ONU (Organización de las Naciones Unidas), que tiene como funciones principales mantener la paz y seguridad internacionales, así como fomentar las relaciones de amistad entre las naciones y promover la cooperación internacional en la solución de problemas globales.
Para Israel no importa que el gato esté presente para que sus ratones hagan fiesta: así la hacen. No importa que su nación esté señalada por algunos países como genocida de la población de Palestina, porque continúa con los asesinatos de niños, mujeres, adultos mayores… en pocas palabras, continúa el exterminio de una población frente a los ojos de todos.
Un crimen de ese nivel debería estar inundando los medios de comunicación y las redes sociales, más aún ahora que se dice a diestra y siniestra que es la era de las redes, que permiten que todos estén informados. Pero ¿realmente es así?
No. Los medios de comunicación pagados por el imperio de occidente se han encargado de hacer magia y borrar la mayor información posible sobre este hecho. Nada se dice de las 56 mil personas que, bajo las órdenes de Benjamín Netanyahu, han sido privadas de su vida.
Mientras se ocultaban estas muertes, cuando se dio la guerra entre Israel e Irán, hubo una desbandada de información en todos los medios de comunicación que justificaban la intervención militar de Israel, acusando que Irán estaba a punto de crear una bomba atómica.
Los medios occidentales condenaron la osadía de Irán, y esa opinión fue la que bombardeó las mentes de la población en general. Sin embargo, los medios de comunicación que explicaban lo que en realidad sucedía fueron silenciados poco a poco.
Fueron pocos los que informaron que nunca hubo una comprobación de tal acusación y que se trataba de la misma artimaña que se había utilizado anteriormente contra otros países para adueñarse de sus recursos naturales. Cesó el fuego entre estos dos países, pero la masacre contra los gazatíes continúa, de nuevo en el silencio y en las sombras.
Crece la economía de Rusia un 4 % en el 2024; China sorprende con sus avances tecnológicos, por ejemplo, con la construcción del túnel submarino ubicado en Jinan, capital de la provincia de Shandong. Los avances en estos países también son silenciados. El imperialismo de occidente pretende borrarlos y enterrarlos donde nadie los pueda tomar como modelo a seguir.
Queda claro que los medios de comunicación son determinantes en las guerras militares, comerciales y tecnológicas cuando hay un enemigo poderoso que se quiere silenciar o un crimen mundial que se pretende sepultar.
Juegan, pues, un papel crucial en la cobertura, interpretación y percepción de los conflictos, tanto para el público en general como para aquellos directamente involucrados. La forma en la que se reportan las guerras (del tipo que sean) influye en la opinión pública y en la política internacional.
La prensa internacional debe servir para divulgar los grandes avances tecnológicos, económicos y sociales de los países más desarrollados, pero también —y quizá en este momento sea más importante— debe servir para que la población se una en una sola petición: Palestina libre, y se detenga el genocidio sobre el pueblo de Gaza. Pero mientras los medios no sirvan a los intereses del pueblo, esto no será posible.
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