Estamos a unos días de las elecciones más grandes de la historia del pueblo mexicano, en las cuales se elegirán 20 mil 708 cargos en la contienda federal y local.
En estas elecciones se elegirá al presidente o presidenta de la República Mexicana, nueve gubernaturas en los estados de Chiapas, Ciudad de México, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán, 128 cargos de senadoras o senadores de la República, 500 cargos de diputadas o diputados.
¿Nuevamente será pura demagogia barata, o ahora sí, el ganador se preocupará por el pueblo y hará una transformación de fondo? La respuesta para los ilusos se verá después del 2 de junio.
También deben renovarse los Congresos locales, Ayuntamientos, Juntas Municipales y Alcaldías. Se espera que los 98 millones 329 mil 591 ciudadanos que están en la lista nominal salgan a votar.
A estas alturas, hemos visto tres debates entre los candidatos a la Presidencia de la república: Claudia Sheinbaum de la coalición Morena, PT y del Partido Verde; Xóchitl Gálvez del Frente Amplio, formado por el PRI, PAN y PRD, y por último, el candidato de MC, Jorge Álvarez Máynez.
En dichos debates, vimos que sacaron sus trapitos al sol con una serie de descalificaciones, improperios y otras lindezas, con la única intención de ganar votos a su favor. En cuanto a las propuestas de campaña de las candidatas y el candidato, hasta ahora son propuestas que no aterrizan, palabras huecas que no abordan el problema de raíz del país, que es la pobreza.
No se dice de manera clara qué se va a hacer en el sistema de salud, la falta de medicinas, hospitales, médicos, especialistas, enfermeras, en educación, en seguridad, en economía, con los migrantes, en el aumento al salario y prestaciones de los trabajadores, en la canasta básica y pago de servicios.
Como todos sabemos, se aumenta el salario mínimo, pero también aumenta todo lo demás, y estamos peor. No se dice qué se va a hacer en cuestión de la vivienda digna del pueblo mexicano, ni en el apoyo y rescate al campo.
Mientras los partidos políticos, candidatos y el gobierno andan distraídos y echando toda la carne al asador para ganar a cualquier costo las elecciones, el pueblo mexicano sigue viviendo en la incertidumbre, en la pobreza, con los mismos problemas de antaño que no han cambiado sino, al contrario, se han agudizado.
Por una parte, los ricos se hacen más ricos y, por otra, cada día hay más pobres y los pobres se hacen más pobres. En pocas palabras, se hace más grande la brecha entre ricos y pobres.
Los pueblos y colonias marginadas siguen sin agua potable, sin drenaje, sin energía eléctrica, sin alumbrado público, sin calles pavimentadas, sin carreteras dignas para comunicar a los pueblos.
Las farmacias de las clínicas y hospitales están sin medicinas, sin consultas con especialistas y, si las hay, se programan después de meses. No hay suficientes hospitales y, en los pueblos, ni se diga, no hay.
En cuestión de educación, y en pleno siglo XXI, siguen existiendo escuelas de palitos, sin servicios básicos, donde para ir al baño se tiene que ir detrás de los matorrales.
En cuanto a seguridad, estamos peor: este sexenio va a cerrar como el sexenio con más homicidios dolosos. Los salarios y prestaciones son de hambre, no alcanzan para comprar la canasta básica y mucho menos para el pago de servicios, etc.
¿Nuevamente será pura demagogia barata, o ahora sí, el ganador se preocupará por el pueblo y hará una transformación de fondo? La respuesta para los ilusos se verá después del 2 de junio.
A los antorchistas nos queda claro que será más de lo mismo, porque lo que se requiere es cambiar el modelo económico actual que lacera, explota, daña y tiene sometido al pueblo mexicano y al mundo.
Urge que el pueblo se eduque políticamente, se organice y luche hombro con hombro para formar un partido político de nuevo tipo, que dirija, eduque, luche y organice al pueblo mexicano. A eso los invita el Movimiento Antorchista Nacional.
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